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Calles tan emblemáticas de la ciudad de Valencia como la avenida Aragón, Manuel Candela, Justo y Pastor o incluso la zona residencial de la Ciudad de las Artes y las Ciencias no serían hoy tal y como las conocemos sin Bautista Soler. El promotor inmobiliario, fallecido el domingo, ha dejado un legado que, sin destacar en lo estético de forma especial, si que lo hace en extensión y por cómo cambio el paisaje urbano de las zonas en las que edificó.
En Turís, el municipio donde nació el empresario en 1929, fue donde empezó el imperio que le llevaría a ser uno de los mil hombres más ricos del mundo aunque la huella inmobiliaria en el municipio es escasa, tal y como admiten desde el consistorio. Su primera gran obra fue finalizar la torre del campanario de la Iglesia, que ya con más fama volvió a reformar y donde aún luce una placa en su memoria y la de su primera mujer, Lola Luján, fallecida en 1998.
Con poca experiencia a sus espaldas y una empresa de reducido tamaño decidió apostar por Valencia, donde de verdad consiguió hacerse con un nombre destacado. Alejandro Escribano, arquitecto y redactor del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), es claro al asegurar que en pocos años Bautista Soler logró crear una «saga de promotores» arraigados a la ciudad que permitieron costear parte de urbanizar zonas hoy tan relevantes como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, algo que pone en valor. «Tenía ganas de hacer ciudad y lo demostró», destaca el experto. Y es que Bautista Soler no sólo se quedó en los alrededores de la parte más moderna de la Alameda sino que también tuvo promociones en la avenida Aragón, Manuel Candela o Justo y Pastor.
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Pero no todo eran pisos. La apuesta inmobiliaria de Bautista Soler también le llevó a levantar hoteles como el clásico Vinccy Lys y al mundo de la cultura y se hizo con importantes salas de cine y teatro de Madrid. En Valencia su mayor obra fueron los emblemáticos Cines Lys. El empresario apostó por recuperar las salas que ardieron como consecuencia de un incendio a finales de los 80.
Su afán por los cines también le llevó a Alzira, donde construyó dos complejos, ambos abandonados en la actualidad. Su paso por la ciudad todavía es recordado por los más mayores ya que abarcó también las viviendas. A finales de la década de los 60 levantaba un edificio en la calle Jaime de Olid y en su bajo abría el cine Salomón. Una sala que cerró sus puertas a principios de los 80. En la capital de la Ribera, en la misma calle y a pocos metros, Soler construía otro edificio de viviendas. Pero por lo que es más conocido el padre de las constructoras en Alzira es por el cine Colón. Este edificio del centro de la ciudad albergó las principales salas de las comarcas del sur de Valencia durante décadas hasta que los centros comerciales acabaron con los cines urbanos. Todavía se mantiene intacto, a la espera de que se le dé un nuevo uso.
Pero este legado inmobiliario también cuenta con sus claroscuros ya que algunas operaciones fueron un rotundo fracaso. Una de las más sonadas es la promoción levantada en la playa de la Patacona de Alboraya y que cuenta con trece bloques de apartamentos turísticos. Con el reclamo de la Copa América se impulsaron estos edificios que prometieron estar en primera línea de playa y que finalmente quedaron en segunda, lo que generó importantes críticas por parte de los clientes. De hecho, los tribunales condenaron a la promotora a un pago de tres millones por publicidad engañosa.
Más allá de este suceso los apartamentos se estrenaron en un contexto más complicado debido a la crisis económica, que golpeó de lleno a la promoción y al negocio de Bautista Soler. Para hacer frente a diferentes pagos tubo que ceder a los bancos parte de estas viviendas cuando aún no estaban terminadas y acabaron vendiéndose a la mitad del precio original. Esto ocurrió en 2009 y cinco años después la empresa vio como la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) se adjudicó un paquete de 176 viviendas del complejo que salió a subasta por la imposibilidad del promotor de pagar el crédito hipotecario.
Otra operación que terminó en los tribunales y con una condena por parte de la Audiencia Nacional fue su entrada en el accionariado de Metrovacesa, para la que necesitó un crédito del Banco de Valencia que fue considerado irregular.
El negocio inmobiliario de Soler también terminó cruzándose con el fútbol. El empresario logró erigirse como el mayor accionista del Valencia CF tras una importante batalla con Paco Roig y decidió situar a su hijo, Juan Bautista Soler, como presidente. El mandato de Bautista Soler hijo fue más que polémico por el endeudamiento del club, que se produjo en paralelo al declive del negocio inmobiliario que intentó reproducir a imagen de su padre. El mayor fracaso fue no poder terminar el nuevo Mestalla ya que al promotor le dolía de forma especial no poder ver terminado el estadio en vida.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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