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El temor a un posible cierre masivo de bares en l'Horta Sud tres meses después de la dana contrasta con el momento de ... bonanza que se respira en Valencia capital, donde el turismo lleva en volandas al sector. Dar con el equilibrio –recuperación mediante– es el principal objetivo que se marca Manuel Espinar, propietario de tres establecimientos afectados y presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería y Turismo de la Comunitat (Conhostur).
–El 29 de octubre supuso un antes y un después. Más de 1.300 establecimientos afectados y pérdidas de 250 millones. Tres meses después, ¿en qué estado se encuentra el sector?
–Sobrepasamos ya los 300 millones. Si el infierno existe, nosotros ya lo hemos conocido, porque estamos en medio de él. Más de 200 locales en este momento están en un punto de no retorno. No quieren abrir.
–¿Cómo avanza la recuperación?
–El principal problema que tenemos en este momento se llama Consorcio, aunque tras reunirnos parece que hay voluntad de agilizar los trámites. Tenemos un problema también generacional y hay otra variable importante que es que todavía debemos aproximadamente el 45% de los créditos ICO que se pidieron durante la pandemia. Si todo esto lo metemos en una coctelera, y las ayudas son las que son... La gente está completamente atrancada.
–Esa es una de sus principales reivindicaciones: el aumento de las ayudas. Entiendo que las consideran insuficientes.
–Las ayudas han sido mínimas. Hay que tener en cuenta que para reconstruir un local de 100 metros cuadrados se necesitan, como mínimo, 150.000 euros. Las ayudas que han venido para un autónomo, en el mejor de los casos, llegan a los 15.000 euros, lo cual significa que tienen que entrar otra vez en ese 'impasse' de usar herramientas financieras. El problema es que la gente sigue teniendo miedo, por lo que opta por esperar a tener todo paquetizado para volver a empezar.
–¿Es esa la fórmula correcta o simplemente es la única a la que pueden agarrarse?
–Nosotros creemos que es un error. Hay que arrancar. Lo que le estamos pidiendo al Gobierno y al Consell es que cuando esto acabe nuestro coste financiero sea cero. Las ayudas han sido las que han sido, pero el resto lo tienen que poner a coste cero. Nosotros tenemos que volver a levantar las persianas sin coste.
–¿Conoce la cantidad de ayudas movilizadas hasta ahora para su sector?
–El Consorcio ha resuelto solamente un 22% de expedientes. Pasados ya tres meses, es una cifra completamente ridícula. Tienen que poner a disposición esas ayudas para poder reponer todo el inmovilizado que ha quedado bajo las aguas lo antes posible, para que el coste sea cero.
–También han planteado medidas que van más allá de las ayudas, como exenciones fiscales o congelar el pago del alquiler.
–Nosotros pedimos ayuda para que los propietarios no perdieran esos rendimientos en alquiler y no repercutieran directamente en el inquilino. Es algo que también se demandó en la pandemia y ahora era de justicia que se hiciera. La verdad es que no ha sido así. Otra cosa que pedimos era la exención del IVA, porque consideramos que con todo el movimiento económico que va a haber a través de la dana se genera un IVA y que el Gobierno, tanto autonómico como central, va a ganar dinero con ese impuesto.
–La semana pasada Mazón anunciaba un Bono Viaje para el turismo, ¿echan en falta un apoyo similar a la hostelería?
–No es que lo echemos en falta, es que lo hemos pedido. Me parece muy bien el bono de los 300 euros, porque la gente está muy tocada psicológicamente. Hace falta inyectar dinero en el sector y la mejor forma de hacerlo es a través de la hostelería.
–Pero su principal petición giraba en torno a la colaboración entre administraciones. Después de hablar con ambas, ¿creen que hay cooperación?
–Lo que nosotros realmente pedimos es que haya una convergencia de todas las ayudas. El que puede hacer una aportación más importante es el Gobierno central y en este momento todavía están en la elaboración de esas ayudas. Pasado tres meses, creemos que eso no tiene ni pies ni cabeza. Si esa hostelería y ese comercio no se reactivan lo antes posible, va a haber un movimiento social, porque la gente quiere vivir en un espacio que esté bien, no en uno con puentes levantados y con todo el comercio y hostelería cerrado.
–Si no me equivoco, la semana pasada tenía previsto un encuentro con Pedro Sánchez que al final no se dio. ¿Ha pensado en lo que le hubiera dicho?
–Sí, que son momentos de gestionar y de mancharse de barro. Desde dentro, desde la realidad se gestiona mejor.
–A tan sólo tres kilómetros de la zona cero, todo continúa igual que antes. Turismo al alza, terrazas llenas... pero cada vez menos bares y más franquicias. ¿Lo entienden como uno de las cuestiones a tener en cuenta más allá de la recuperación?
–No se le pueden poner puertas al campo. En este momento hay un nivel de franquicias elevado, pero sí que es verdad que a nivel de barrio seguimos teniendo todavía nuestro bares. Van cerrando aquellos que no van teniendo un relevo generacional.
–Ahí quería llegar. ¿Le ven solución a esa problemática?
–Están empezando a resurgir grupos, sobre todo de emprendedores jóvenes que están poniendo en valor lo que es la cultura del bar. Lo que evidencia que la partida no está perdida.
–¿Cuántos emprendedores de ese tipo harían falta para solventar el problema de la falta de relevo generacional?
–Luchamos por evidenciar que es un sector muy digno, muy profesional, donde puedes hacer carrera profesional. Hay que empezar a introducir esa idea prácticamente desde la ESO. Todavía cuesta que la gente en este momento se inserte dentro del sector.
–Quizás hay cuestiones que limitan la atracción de talento. Hablemos de horarios y salarios.
–Aquellos empresarios que no se acoplan a la realidad, el mercado los barre. Nosotros trabajamos por la conciliación y ese es el camino que estamos siguiendo. ¿Sobre las 37,5 horas que se plantean? Es un tema que creemos que se debe de abordar directamente a través de la negociación colectiva. En la Comunitat hay 200.000 trabajadores en el sector y el 20% son autónomos. No cabe duda de que parte de esas horas que se deberán ceder tendrán que ser asumidas por los autónomos. Es duro, porque nosotros también tenemos nuestra vida. Llegados a estos puntos quizás hay que educar a la sociedad a empezar a comer o cenar antes para que se acorten los tiempos de servicio.
–Un modelo que conoce al dedillo el turista extranjero que cada vez visita más la Comunitat. ¿Tiene límite el turismo en la región?
–Todavía no se ha tocado techo. Nosotros apostamos por un turista de más calidad, más sostenible, que respete la cultura y nuestra gastronomía. La gastronomía tiene que seguir siendo el principal foco de atracción para ese turista nacional e internacional. Es decir, un turista que sea mucho más rentable que los que tenemos ahora. Y sobre todo, desestacionalizar: no trabajar solamente unos meses al año.
–¿La desestacionalización es cosa del turismo internacional? ¿ O quizás se debe centrar en un mercado más nacional o regional?
–Nosotros apostamos por el turista autonómico, por el turista nacional y por el turista internacional. Es cierto que, por ejemplo, reivindicamos mucho que la tasa turística era una injusticia, porque el propio residente de la Comunitat iba a pagar un impuesto por moverse dentro de su propio territorio.
–¿Siempre se opusieron a ella?
– Sí. Bueno, había un condicionante dentro de esa oposición: podríamos llegar a hablar de la tasa turística en el momento que creyéramos que era conveniente. Cuando se implantó no lo era. Lo que hemos visto tanto en Barcelona como en Baleares es que esa tasa turística ha ido a la caja única y no a lo que realmente se debería de reinvertir: en aumentar y mejorar infraestructuras turísticas.
–Sigamos con la regulación del turismo. ¿Qué opina el sector hostelero del control de las viviendas de uso turístico?
–Con la vivienda turística siempre hemos dicho que estamos en contra de lo que sea ilegal. Pero el gasto turístico es muy transversal, afecta a muchísimos sectores. A lo mejor, el turista de un apartamento turístico deja menos dinero en la hostelería porque cocina en el propio apartamento, pero a lo mejor un día, dos o tres, lo destina a nuestro sector. Es un tipo de turista que no tiene por qué desprenderse, al final hace que otros vengan a la ciudad.
–Una ciudad en la que las terrazas son un gran reclamo. Tras la dana le pidieron a la alcaldesa que las pusiera en valor, ¿a qué se referían?
–Desde los ayuntamientos no se pueden demonizar los mayores espacios sociales que tiene la ciudad, que son las terrazas. Hay que ponerlas en valor dentro de un orden. Siempre hemos estado a favor de que haya un ordenamiento de las terrazas y llevamos tiempo trabajando en que la figura del 'alcalde de noche' se instaure en Valencia. Esta figura se encarga de limar las asperezas que pueda generar el turismo y el ocio.
–¿Cómo avanza la negociación?
–En la anterior legislatura, hubo un intento de implantar esta figura, pero finalmente se suprimió por un observatorio turístico que al final no sirvió para nada. Ahora estamos viendo de qué manera las asociaciones de vecinos entran en el juego y ven realmente la necesidad.
–La asociación vecinal de Ruzafa tiene mucho que decir. El barrio será catalogado como Zona Acústicamente Saturada (ZAS). ¿Les parece una buena medida?
–Valencia es una de las ciudades con más metros cuadrados de ZAS y al final nos hemos dado cuenta de que esas zonas no valen para nada. Únicamente para que cierren negocios y el barrio se degrade. Hay que buscar otro tipo de medidas e ir educando a la gente.
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