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Plantilla de Martínez-Medina en 1919, con el fundador Juan Martínez-Medna en el centro. Su hijo José es el niño de apenas dos años en brazos de una mujer (derecha de la imagen). Martínez-Medina
Sagas de empresas valencianas | Martínez-Medina, el diseño como forma de vivir
Empresas familiares valencianas

Martínez-Medina, el diseño como forma de vivir

La empresa familiar, con 126 años de trayectoria, es un referente de la industria valenciana del mueble | Sus creaciones están en despachos de multinacionales y empresas del IBEX y en casas de familias reales

Isabel Domingo

Valencia

Viernes, 24 de junio 2022

Detrás del apellido Martínez-Medina se esconde una empresa familiar del mueble cuyos diseños y creaciones se extienden por todo el mundo y llevan el sello de la calidad (o del lujo silencioso y discreto) como bandera. Multinacionales, organismos internacionales, bancos, clubes de fútbol, gobiernos o casas reales toman sus decisiones en mesas o sillas con el ADN de esta firma valenciana, que mantiene su sede en Catarroja y que acumula ya 126 años de trayectoria.

La historia de los Martínez-Medina empieza, como tantas otras, con la aventura de un antepasado en Cuba. Fue Juan Martínez-Medina, nacido en Fortaleny y abuelo del actual CEO de la compañía, quien con poco más de 20 años funda, con un socio que estuvo pocos años, la empresa (año 1896), más centrada entonces en imágenes, altares y decoración de iglesias. Marcha a Cuba, en concreto a Cienfuegos, para hacer fortuna y regresa a España años más tarde.

Como buen indiano (era el nombre que recibían los españoles que regresaban de las Américas), «plantó una palmera delante de la fábrica y la casa de Valencia, porque consideraban que eso traía buena suerte», relata el CEO de José Martínez-Medina (JMM), José Miguel Martínez-Medina. Hoy esa palmera se mantiene en el número 4 de la calle Julio Antonio (entonces llamada de la Paloma), en las inmediaciones de aquella primera ubicación del negocio familiar.

Se casó dos veces y tuvo cinco hijos: Juan, José, Vicente, Amparo y Miguel. «Mi segundo nombre es Miguel por este tío que murió a los 21 años», añade el actual responsable de la empresa, que no dudó en viajar hace años a Cuba «para buscar el taller del abuelo». Tenía las referencias de ubicación, en la calle Santa Isabel, porque conservan documentación y facturas de la época. Lo encontró, «hecho un desastre pero con esa impronta de los trabajos que hacía mi abuelo. Me llevé una gran ilusión».

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Combinando artes tradicionales y los procesos más modernos, la firma empezó a desarrollar los interiores de las viviendas de importantes profesionales de la ciudad y a hacerse un nombre tanto por los trabajos hechos en el taller como por los proyectos decorativos que lleva a cabo, entre ellos, la Caja de Ahorros en la calle del Mar, el Hotel Metropol o el Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia.

Hábil hombre de negocios, «listo y con capacidad para rodearse de gente muy válida y de los mejores artistas», una de sus preocupaciones era el producto bien hecho, una inquietud que ha sido constante en las siguientes generaciones. De ahí también que exigiera a sus hijos que, además de trabajar, estudiaran Bellas Artes por las tardes, ya que Juan sólo tenía nociones básicas.

De barcos a Ia Italia inspiradora

En la década de los 40 entra la segunda generación a la compañía, en concreto los hermanos José (Pepe, como le conocían), Juan y Vicente. Son años en los que coge fuerza el diseño y la arquitectura. Una década más tarde, ya con el fundador fallecido, se embarcan en el negocio de los barcos de la mano del arquitecto naval Gustavo Pulitzer y se especializan en este ámbito. «Empezaron con Unión Naval de Levante y se sumaron astilleros de Bilbao, Cartagena, Cádiz o Algeciras. Era impresionante como señores de Valencia iban a Bilbao a hacer barcos», exclama Martínez-Medina.

Es ahí cuando la firma, de mano de Pulitzer, se adentra en Italia y crea un fuerte vínculo con la industria del mueble, que empezó a encargarles la fabricación de colecciones. Entran en contacto con Tecno y con Arflex, esta última vinculada a Pirelli, que había logrado inyectar gomaespuma en los tejidos. «Los sofás en España se hacían con muelles, crin o piel de coco. Y nosotros empezamos a traer esa tecnología. Para ello, mi padre [José] pagaba a un chófer de un camión para que introdujera los planos debajo de los asientos, pues entonces estaba prohibido entrar a España información relacionada con tecnología extranjera», rememora el actual CEO.

También es el momento de la tecnificación, de modernizar la maquinaria, de introducir los primeros robots de fabricación y de abrir la tienda en la calle Poeta Querol. Dos fábricas, una para tapicerías y otra para madera, y 300 operarios son algunas de las cifras que les llevaron «de los barcos a los bancos», bromea José Miguel. «No había un edificio en la Castellana de Madrid que no tuviera muebles nuestros», apunta.

Aquello les abrió la puerta a «buenas relaciones en política, economía y alta sociedad» pero también les puso el sambenito de trabajar «sólo para clases pudientes». «Me molesta que me etiqueten de lujoso u ostentoso. Somos lujo por la calidad de nuestro trabajo, los materiales, la precisión, la técnica, etc.», se defiende Martínez-Medina, arquitecto técnico de formación y un apasionado del dibujo que firma sus creaciones como Piskunov.

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Los 60 son años de empezar a trabajar con países árabes, de amueblar embajadas y estancias de palacios, como el de Marivent o la Zarzuela. También de los despachos de los empresarios que formaban el IBEX-35. Una tendencia que hoy se mantiene, pues los muebles de JMM están presentes en Iberdrola, Repsol, Telefónica, El Corte Inglés, Caixabank, Cuatrecasas, PWC, KPMG, Grimaldi, Gazprom, Qatar Airways o Rolex. También en oficinas de clubes como el Real Madrid o el Atlético de Madrid y en propiedades de la realeza saudí. Entonces eran Mobisa, acrónimo de Mobiliario Internacional, S.A.

«Todo eso sale de aquí, de Valencia. Es la satisfacción del trabajo bien hecho», resalta el CEO. «Igual que tiene mérito cuando a 10.000 kilómetros de distancia te contratan aunque no te conozcan personalmente. Mi padre tenía esa habilidad, la de generar confianza, y tenemos la herramienta más universal: el dibujo», explica. Cualidades que también lleva en su mochila el actual responsable de la firma, que aterrizó en la empresa en la década de los 80, cuando su padre se puso al frente del negocio familiar.

Años antes, con la crisis de los 70, los tres hermanos tomaron caminos empresariales diferentes y fue José Martínez-Medina quien continuó con la firma como tal apoyado por sus hijos Marisa, Amparo, María José y José Miguel, que se incorpora a la firma hacia 1986 y se pone al frente de la tienda de Madrid.

Los hermanos Marisa, María José, Amparo y José Miguel Martínez-Medina, tercera generación de la firma. LP

La entrada de la tercera generación es también la etapa del repliegue de la compañía, reducción de plantilla y firme apuesta por la especialización y por el diseño, lo que se tradujo en distribuir a firmas de alto nivel y en desarrollar proyectos singulares. Y, además, por la internacionalización (países árabes, Estados Unidos, Latinoamérica, Rusia...), que hoy sigue representando cerca del 70% del volumen del negocio. «Este año menos por la pandemia de Covid, por lo que nos estamos defendiendo a nivel nacional gracias a Barcelona y Madrid, fundamentalmente», cuenta José Miguel.

La cuarta generación ya está trabajando, en concreto en tienda, «aunque estamos resolviendo si quieren implicarse más, como nosotros, es un negocio que tiene mucha tradición». En todas las generaciones ha estado presente un consejo, un 'leitmotiv' que repasa Martínez-Medina: «Ser natural, ser como eres, humilde, noble... Eso debe ir a todos lados. En el momento que quieras aparentar o ser quien no eres, eso no te lleva a ningún lado. Y respeto al cliente».

JMM, sobre la Capital Mundial del Diseño: «Aún estoy esperando que nos llamen»

La firma JMM es maestra y mecenas de generaciones de diseñadores y empresarios a los que ha tratado de inculcar su pasión por el trabajo bien hecho. Tanto es así que la Universitat de València alberga en la actualidad el Centro de Estudios sobre Diseño José Martínez Medina, previo paso por la Universitat Politècnica (UPV).

De ahí que José Miguel Martínez-Medina no pueda evitar su decepción cuando se le pregunta por el papel de Valencia como Capital Mundial del Diseño en 2022, una iniciativa que el apoyó. «Aún estoy esperando que nos llamen. Buscan el diseño de rabiosa actualidad, lo último de lo último y no les interesa la historia, el quién es quién del diseño, al revés de lo que se hace en Italia», reflexiona.

«Tenemos la etiqueta de muebles para la alta sociedad y eso está mal visto. Es una gran decepción ver que no ha habido interés en contar con nosotros», lamenta el CEO de una compañía con 126 años de trayectoria.

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