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Donald Trump durante el anuncio Reuters
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El mundo vuelve a estar en guerra, pero en esta ocasión sin que haya armas ni tanques ni bombas ni muertos

Viernes, 4 de abril 2025, 10:03

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El mundo vuelve a estar en guerra, pero en esta ocasión sin que haya armas ni tanques ni bombas ni muertos. Aunque sí víctimas, por millones, repartidas por todos los territorios de los cinco continentes. Una batalla que ha estallado en casi dos centenares de países y de la que muy pocos pueden salir ilesos. Tampoco Donald Trump.

El presidente de Estados Unidos, rodeado de su plana mayor, cumplió el pasado miércoles con creces todas sus amenazas, activó el botón que riega de aranceles sin cuartel al resto del mundo y anunció, en la jornada bautizada como 'Día de la Liberación', el mayor retroceso en el libre comercio en dos siglos y medio de vida de su país.

Los gravámenes, que no tienen precedentes en la historia, afectarán a la mayor parte de productos de prácticamente cualquier nación -sin importar que sea cercana o lejana, amiga o enemiga, aliada o rival- y oscilarán entre una base mínima del 10% -que impactará, por ejemplo, a Reino Unido- hasta tasas en el entorno del 50% para los sesenta países que considera «los peores ofensores de EE UU», como el 49% de Camboya, lugar en el que se han instalado muchos fabricantes que huían del castigo a China; o el 46% de Vietnam, país que los fabricantes chinos utilizaban para triangular sus exportaciones.

Pekín, en este caso, tendrá un arancel del 34%, al que hay que sumar otro 20% anterior, con lo que la pena se eleva hasta el 54%. Japón soportará un impuesto del 24%, Israel del 17%, Suiza del 31%, Indonesia del 32%... y un 20% a sus «amigos» (dice, a modo de broma) de la Unión Europea a partir del próximo miércoles, día 9, pero a los que ya aplicará desde mañana, sábado, el mínimo del 10%. En su listado, extenso, no aparece, sin embargo, ni Rusia ni Bielorrusia, por lo que Trump deberá aclarar si quedan exentos o qué aranceles impone al país de Putin.

«Las consecuencias serán nefastas para millones de personas en todo el planeta», advirtió la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Mientras, el presidente Trump proclamaba otra frase muy distinta: «América empezará a ser rica de nuevo».

El efecto bumerán

Pero en una guerra, tampoco en esta comercial, nadie gana. Ni siquiera quien la impone. Así lo advierten en estos días las principales casas de análisis, que empiezan a observar con preocupación la posibilidad de una recesión en EE UU. Y el mercado así lo ha interpretado también, con una notable fuga de dinero de los grandes fondos desde Wall Street a Europa en estas últimas semanas.

Es el denominado 'efecto bumerán'. ¿Querías guerra? Pues guerra tendrás. Y los primeros que están viendo los resultados de este peligroso juego son los gigantes tecnológicos del país. Así, Apple, Nvidia, Microsoft... han sufrido ya un duro golpe en Bolsa con fuertes caídas de más del 6% de media tras conocerse los aranceles a Taiwán y otros gigantes asiáticos, que albergan a empresas que son, a su vez, suministradores de las grandes firmas estadounidenses.

En EE UU nadie duda de que Trump está metiendo al país -y a sus ciudadanos- en un escenario poco alentador de subidas de precios generalizada por la más que probable crisis en las cadenas de suministro, inflación al alza, menor consumo y, por tanto, un frenazo económico que puede hacer dudar de la efectividad de sus medidas. Al menos en el corto plazo.

Al final, lo que el nuevo inquilino de la Casa Blanca persigue con sus aranceles es incrementar la recaudación para ajustar la brecha fiscal y el enorme déficit que presenta la economía americana. Pero parece improbable que los ingresos que se consigan con los aranceles alcancen los 600.000 millones de dólares anuales planteados por Trump (un 2% del PIB).

Mientras, en la zona euro contamos, al menos, con la ayuda de un nuevo contexto de estímulos fiscales -liderado por Alemania- que puede compensar, aunque sea solo en parte, el impacto de los aranceles. Y en España Pedro Sánchez ha lanzado un despliegue de ayudas por valor de más de 14.000 millones de euros para defender a los sectores más afectados por esta guerra arancelaria, para proteger a empresas y a trabajadores, reviviendo otra vez la figura de los ERTE. Un escenario que nos hace evocar el vivido en plena pandemia.

Porque sin duda esta guerra también afectará al crecimiento y a la inflación del Viejo Continente. Y, por tanto, tendrá un impacto directo en los consumidores, que sufrirán un aumento de los precios de los medicamentos, del transporte, de los coches…

Pero Trump, en realidad, esto ya lo sabe. Sabe que sus medidas provocarán más inflación y dañarán a los mercados. Trump lo que busca ahora es, una vez que ya ha enseñado su pistola, sentarse a negociar, porque esto solo acaba de comenzar. Y a peor, visto lo visto, no puede ir.

Así que toca esperar que entre en razón y reconozca que, en este peligroso juego, todos pierden y nadie gana. Tampoco la Casa Blanca. Pero mientras tanto, el mundo marcha al Trump Trump…

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