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Robot camarero en el restaurante La Mesedora de Algemesi. D. Torres
De pizzero a recolector: los trabajos que ya hacen robots

De pizzero a recolector: los trabajos que ya hacen robots

Cuarta Revolución Industrial. Los expertos defienden que la creatividad y la inteligencia emocional como principales valores de los empleos del futuro

Martes, 18 de julio 2023

La denominada Cuarta Revolución Industrial va a dar un vuelco al mercado laboral. Esta era, en la que la robótica y la inteligencia artificial se agarran de la mano para automatizar cada vez más procesos productivos y elevar la eficiencia, da paso a una dicotomía. Algunos la ven como una amenaza. Otros, como un manantial de oportunidades. Una transformación que genera miedo y esperanza a partes iguales. Carritos de la compra que te siguen por los pasillos del supermercado para transportar los alimentos elegidos y cobrarlos sin necesidad de pasar por caja, brazos articulados para llevar a cabo tratamientos de fisioterapia, máquinas instaladas en el campo para la recogida de fresas, pizzerías sin cocinero… Los empleos miran al horizonte con expectación, sabiendo que toca formarse y reinventarse. Numerosos puestos de trabajo están abocados a la desaparición, mientras que otros se van gestando. Una balanza que, según los líderes nacionales de esta evolución y la socióloga Silvia Leal, tendrá un efecto favorable al incrementar las alternativas de futuro. Defienden que la creatividad y la inteligencia emocional de los humanos jamás podrá ser sustituida. Sin embargo, con el ritmo vertiginoso de los cambios, resulta prácticamente imposible dibujar un escenario a diez años vista.

Las empresas punteras preparan con pasión el aterrizaje de la robótica en nuevos campos. «La automatización no es una elección. Es una necesidad. Y lo que hay que hacer de manera inteligente es ser ágiles y hábiles en recualificar esa fuerza de ventas que ya no vamos a necesitar para que esté moviendo hierros de una tonelada y que se dedique a tareas creativas y que aportan valor de verdad. Y que esté al lado de la máquina colaborando. Las toneladas las tienen que mover máquinas y los humanos se tienen que poner a pensar y crear», avisa Álex Salvador, gerente de la Asociación Española de Robótica y Automatización (AER Automation).

Silvia Leal, doctora en sociología y experta en tecnología y transformación digital, lanza un mensaje optimista para los trabajadores: «Estamos inmersos en un momento de cambio laboral. Parece que nunca ha pasado, pero la realidad es que llevamos así mucho tiempo, aunque ahora claramente es más profundo. De hecho hay estudios que dicen que sólo se conserva un 1 por ciento de la tipología de empleos que había hace un siglo. Cuando llegan todos estos cambios nos encontramos con informes como el del World Economic Forum». El último estudio, presentado en octubre de 2020, anunciaba que, de cara a 2025, la automatización destruiría 85 millones de empleos en todo el mundo y crearía 97 millones de nuevos puestos de trabajo.

«Las toneladas las tienen que mover máquinas y los humanos se tienen que poner a pensar», avisa Álex Salvador, gerente de AER

«La gente tiene miedo de qué es lo que va a poder pasar. La gente se queda siempre con lo negativo. Resulta que siempre se ha generado más del que se ha destruido pero si la gente no se forma para estos nuevos empleos te encuentras con lo que nos pasa hoy. En España tenemos un paro que es para llorar, el doble de la Unión Europea. No sólo es por este motivo, pero este es un motivo importante. Resulta que hay mucha gente buscando trabajo y luego hay muchas empresas buscando personas y no las encuentran. Ocho de cada diez no encuentran trabajadores. ¿Por qué? Porque en estos momentos no es suficiente con que tú sepas de un ámbito o de un área de conocimiento. Si no sabes tecnología y no te sabes diferenciar de los robots, tu trabajo va a poder venir a hacerlo la tecnología», añade Leal.

La empresa valenciana Robotnik es líder a nivel europeo en la fabricación de robótica móvil. Ha firmado, por ejemplo, el desarrollo de un carro de compras inteligente y autónomo. Esta compañía nació en 2002 en un discreto bajo del barrio de Torrefiel. Ahora, después de un exponencial crecimiento y dos mudanzas, ocupa una gigantesca nave en un polígono industrial de Paterna. Por su fortaleza en I+D, cuenta con distribuidores oficiales en los principales mercados del mundo.

Carrito. Robotnik

Eli transporta la compra y la cobra

Eli es capaz de seguir al cliente por la tienda mientras éste va seleccionando los alimentos. La empresa valencianana Robotnik ha firmado el desarrollo de un carro de compras inteligente y autónomo. Al incorporar una pantalla, también puede guiar al cliente al lugar donde se encuentran los productos que marca. Evita obstáculos y permite el pago automático. Fue presentado en una red de supermercados de Corea, pero todavía no ha llegado a España. Tiempo al tiempo.

«Los robots lo que mejor hacen es automatizar procesos. Es decir, automatizar tareas que son repetitivas, tediosas e incluso peligrosas. Cuando una tarea es puramente mecánica, no tiene sentido que la haga una persona, porque una persona es mucho más inteligente y tiene más sentido que haga otro tipo de tareas. Los robots son buenos haciendo repetitivamente la misma tarea porque la hacen con precisión y no se cansan. Cada vez hay más cosas que se pueden automatizar en ese sentido», comenta María Benítez, directora de marketing de Robotnik. Y ensalza la misión que tiene la última generación de robots. Los llamados 'cobots'.

«La robótica industrial es la que está en una fábrica o industria y la de servicio es la que ayuda a las personas, pero cuando hablamos de personas también hablamos de operarios. Es la robótica colaborativa. Son los robots que trabajan con personas con seguridad. Tú puedes estar haciendo tu tarea y el robot está al lado realizando la suya y pueden interactuar. Y añaden valor a la sociedad, produciendo mejor y respetando el medio ambiente. Históricamente, los robots industriales se entendían como los brazos robóticos que hay en una cadena de montaje y que son enormes y que están encerrados en una jaula y no puedes interactuar con ellos porque son peligrosos. La evolución de esa robótica es la colaborativa», añade Benítez.

La actual generación tiene un propósito bien definido: «Ahora mismo la robótica se plantea como una ayuda para los humanos, una herramienta de trabajo, algo que complementa. Ya no tanto como algo totalmente sustitutivo. En una fábrica de la Industria 4.0 hay robots que trabajan codo con codo para personas», señala Benítez, quien se refiere a la necesidad de las empresas de amoldarse a las exigencias del entorno para incrementar su competitividad: «La pandemia nos ha dado una lección. Tienes que ser dinámico. Y si el mercado marca un sentido, adaptarse a él. Esa eficiencia se consigue optimizando procesos».

En mayo, AER Automation presentó los últimos datos sobre el parque de robótica en España. Después de tres años consecutivos de caídas o crecimientos mínimos, 2022 representó una remontada al recuperarse los niveles de 2017. «Hay un crecimiento de más del 25 por ciento. Estamos en la buena senda. Y la robótica colaborativa ya supone más del 10% de la robótica industrial. Es la parte de la robótica que más crece. El futuro será colaborativo, también entre las máquinas», destaca Álex Salvador.

Los robots se van abriendo paso en tareas de producción agrícola como la recolección. Por ejemplo, Bacchus. «Ese robot está recogiendo fresas en Almería. O la uva en Francia. Detecta el grado de madurez de la fresa con la inteligencia artificial de la cámara. Y hace la cosecha o no en función de si detecta que está madura o no. Es un ejemplo de colaboración entre máquinas. No hay temporeros. Nadie quiere ir a recoger las fresas», asegura Salvador.

Recolector. Robotnik

Bacchus, entre las uvas y las fresas

Bacchus, el nombre con el el que fue bautizado, pasea por los terrenos, observa el estado de las uvas o las fresas y decide. Inspecciona los cultivos y recopila datos a través de sensores integrados. A partir de ahí, lleva a cabo trabajos de cosecha bi-manuales adaptando la delicadeza a las características del entorno. En esta creación de Robotnik confluyen un AGV (Vehículo de Guiado Automático), una cámara de visión artificial y unos brazos con pinza.

De la agricultura, a la rehabilitación física. Próximamente puede aterrizar en la Comunitat Valenciana un robot colaborativo fisioterapeuta. «Es un dispositivo médico robótico capaz de brindar tratamiento sin contacto utilizando aire comprimido y termorregulado. Permite automatizar tareas tediosas y repetitivas, aumentando la productividad de los fisioterapeutas, quienes podrán tratar a más pacientes en menos tiempo, reducir las listas de espera y, gracias a la termografía, obtener datos objetivos sobre la evolución de los pacientes y su tratamiento», indican desde la start-up creadora, la riojana y madrileña Adamo Robot. Entre sus clientes, figuran clínicas, hospitales y centros deportivos de alto rendimiento.

Fisioterapeuta. Adamo Robot

Programación y aire comprimido

Es el primer robot del mundo que trata los trastornos musculoesqueléticos con aire comprimido. Este robot proporciona diagnóstico mediante imagen termográfica y asistencia terapéutica. El profesional configura el tratamiento y enseña a la máquina los puntos y movimientos a realizar en el paciente. También puede programar los parámetros necesarios para cada patología (frío, calor, velocidad de movimiento, tiempo de tratamiento, número de ciclos...).

Y si entra el hambre, en Francia funciona un robot pizzero. «Pazzi es cien por cien autónomo, desde la recepción del pedido hasta la entrega de la comida. Está equipado con tres brazos robóticos visibles al público. Cortan y aplanan la masa, colocan los ingredientes elegidos, meten la pizza en el horno y luego la sacan, la cortan y la meten en la caja para su entrega al cliente», apuntan los fabricantes, Universal Robots.

Pizzero. Universal Robots

Hasta diez pizzas simultáneamente

Pazzi es capaz de preparar hasta diez pizzas simultáneamente con casi cinco millones de combinaciones de recetas... Y a cualquier hora del día o de la noche. El proyecto, firmado por Universal Robots y Ekim, contó con la colaboración del chef Thierry Graffagnino, tres veces campeón del mundo de pizza, para enseñar los movimientos a los 'cobots'. Hicieron falta 5.000 horas y 6.000 piezas para diseñar los sistemas que conforman esta pizzería autónoma y automática.

En Valencia empiezan a abrirse paso los robots camareros. Es el caso de La Mesedora, un restaurante de Algemesí de visita obligada en la ruta del almuerzo. Sergio Santamaría, cofundador del negocio junto a sus hermanos, fue precursor al apostar por esta máquina a finales de 2020.

Santamaría explica cómo surgió esta apuesta tecnológica: «Tenemos dos robots. Abrimos el restaurante justo unos días antes de la pandemia. Durante el Covid lo teníamos cerrado. Vimos el robot en un vídeo, nos causó simpatía y nos pusimos a hablar con el fabricante, que es de China. Compramos primero uno para hacer las pruebas y unos meses más tarde compramos otro. Entonces cuando abrimos en marzo de 2021, después del segundo cierre por el Covid, ya salimos con el robot. La gente flipaba bastante al principio. Y ahora se ha convertido en un reclamo más». Su precio puede oscilar entre los 8.000 y 12.000 euros dependiendo del modelo.

Mese y Dora. Así se llaman. Sin embargo, Santamaría no ve en ellos unas máquinas capaces de remplazar al ser humano: «Cuando compramos el primer robot éramos ocho personas trabajando entre cocina y sala y hoy somos 20. Lo único que pasa es que el trabajo es de valor añadido. Es un trabajo de menor carga física. Yo, para tener un camarero con la bandeja arriba y abajo ocho horas al día cargando peso, prefiero tenerlo atendiendo al cliente o sentando a la gente y acompañándola a la mesa o transformando el puesto de trabajo». El empresario da una clave: «En la hostelería en España y sobre todo en Valencia, donde nos gusta el contacto con la gente y mirar al camarero y que nos puedan atender personalmente, no creo que un robot te pueda hacer todo eso. El contacto humano siempre va a ser la base principal. Un robot te puede hacer ciertos trabajos mecánicos y de poco valor añadido en un servicio». En La Mesadora los robots se encargan, principalmente, de cargar las bebidas, aunque también pueden ser programados para realizar la función de recogeplatos.

«Los robots los tenemos como complemento del servicio de sala. Lo que hacen es cargar las bebidas desde la zona de barra hasta un punto intermedio de un núcleo de mesas. Cuando el camarero ve que el robot está parado, se acerca, coge la bebida y la sirve encima de la mesa. Y el robot sigue su camino. El cliente no tiene contacto directo con el robot», concluye Santamaría.

Camarero. Damián Torres

La fama de Mese y Dora en Algemesí

Mese y Dora se han hecho famosos en Algemesí. Son los dos robots camareros del restaurante La Mesedora. «Es nuestro punto diferenciador. Cuando vienen familias con niños les parece muy divertido. Nosotros lo tenemos muy metido en nuestro día a día, pero a la gente le encanta. Se sientan, ven los robots pasar con el cremaet, le hacen fotos y vídeos, los niños se acercan para tocarle la pantalla y le saludan», afirma Sergio Santamaría, cofundador.

Benítez muestra el futuro y anuncia la aplicación de la robótica en la tercera edad: «Un uso muy chulo que espero ver más pronto que tarde es para personas mayores que viven solas. Necesitan estar conectadas a un dispositivo que sea fácil de manejar y les permita estar comunicadas con el mundo exterior. Un asistente doméstico que, por ejemplo, con un bracito móvil pueda coger las gafas de la mesita y llevárselas. Eso es una realidad. Eso sí puede pasar. Pero tenemos que conseguir que tenga un precio que lo democratice y pueda estar en cualquier hogar. Ese camino está más cercano. Hay muchas cosas que técnicamente ya son posibles, pero son demasiado caras para que estén extendidas». Unos proyectos que pueden atraer a las residencias de ancianos. «Hay fabricantes nacionales muy potentes que están elaborando androides que hacen compañía, tienen la capacidad de escuchar y tienen pantallas para que interactúen con las personas mayores para jugar, distraerles o mejorar capacidades cognitivas», agrega Salvador.

En el ámbito de la sanidad, el grupo empresarial alemán United Robotics, que el pasado mes de enero compró la mayoría accionarial de Robotnik, diseñó un humanoide que ha conectado con los más pequeños. «Nao es un robot de unos 50 centímetros. Una de las cosas para las que se utilizaba mucho era para tratar con niños con autismo. Son niños que tienen dificultades para las relaciones sociales y el robot para ellos era un juguete. Y al ser un juguete era amigable. El terapeuta utiliza al robot como una herramienta de trabajo para relacionarse con el niño. Igual que puede utilizar un libro, unas cifras o un ábaco. No es un sustitutivo, es un complemento a su trabajo», señala Benítez. También ha entrado en los colegios.

«Un uso que espero ver más pronto que tarde es un asistente doméstico para personas mayores», afirma María Benítez, de Robotnik

Las industrias en las que la automatización se encuentra más consolidada son la automoción, el metal y F&B (alimentación y bebidas). Y hay áreas con potencial de crecimiento, algunas de las cuales dieron un salto durante la pandemia del coronavirus: la farmacia con la distribución de medicamentos, la limpieza y la desinfección de hospitales… También existe una gran proyección en la construcción de casas prefabricadas. «Tenemos asociados que fabrican pórticos robóticos que ponen los ladrillos, ponen la pintura y hacen módulos», señala Salvador. Un sector estratégico es transporte y logística. «Cualquier empresa que tenga un almacén puede tener un robot móvil para mover cosas de un sitio a otro. Tenemos robots que mueven 50 kilos y robots que mueven una tonelada», agrega Benítez.

Robotnik proporcionaba a dos hospitales valencianos robots que transportaban lencería. Y cada vez se realiza más intervenciones quirúrgicas con los brazos Da Vinci. «Es una herramienta de trabajo mucho más precisa», destaca Benítez, quien ahonda en el efecto del Covid dentro de la sanidad: «En pandemia los robots también eran para hacer telepresencia porque la conexión entre el paciente y el médico era a través de un robot que tenía una pantalla. El médico podía no estar físicamente ahí. Todo el sector médico utiliza mucha robótica».

El gerente de AER pone el sector de la automoción como referencia: «La industria del automóvil española es de las más competitivas del mundo. En Europa está sólo por detrás de Alemania. Hay un dato que es la densidad de robots, que es el número de robots instalados por cada 10.000 trabajadores. La media a nivel mundial de todas las industrias es de 200. En España, históricamente, la media de robots industriales instalados en la industria del automóvil ha sido de 1.200. Por eso es una industria potente y súper eficiente. La media del resto de la industria española es de 100 robots. El reto es automatizar para hacer competitivas el resto de industrias».

En este contexto, Silvia Leal lanza un aviso a navegantes: «La gente que no sepa cómo modifica la tecnología su puesto de trabajo, que no esté dispuesta a aprender y a cambiar la manera de hacer las cosas y que además no saque la creatividad ni el espíritu crítico ni la empatía ni la intuición, no tiene espacio». La socióloga incide en esas competencias y habilidades profesionales que van a ser fundamentales en los próximos años según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

«Si no te sabes diferenciar de los robots, tu trabajo va a poder venir a hacerlo la tecnología», apunta Silvia Leal, doctora en sociología

«Lo que desaparece es lo que ahora pasa a ser automatizado. Y es que cada vez tenemos robots e inteligencia artificial que hacen cosas concretas mejor. Pero si eres capaz de aportar lo que no te da una máquina, trabajo no te va a faltar. ¿Qué es lo que no hace una máquina? Pues todos esos componentes juntos: empatía, creatividad, intuición y aplícalo al puesto de trabajo que quieras. Todas esas herramientas van a dar productividad», añade Leal.

Salvador tiene clarísimos los roles en que no puede ser sustituida la persona: «En los puestos de pensamiento lateral, de creación, de preguntarse, de salirse de la zona marcada, de conexión, de trabajo de equipo... Esto es un tema humano, no lo pueden hacer las máquinas. Lo que seguirá liderando es la capacidad humana para ver esa foto grande y esa optimización con creatividad de los procesos y reprogramando las máquinas para que se adapten mejor a nuevas tareas. Pero no será a la inversa, ni mucho menos».

Corea de Sur, Singapur, Japón, Alemania y China se alzan, por este orden, como los países más robotizados del mundo. «Son precisamente los cinco países con menor tasa de paro histórica. La automatización no sólo no ha venido a quitar empleo sino que ha venido a crearlo. Lo que es cierto es que van a cambiar los perfiles de trabajo», recalca Salvador. Una tendencia tecnológica que empuja al reciclaje profesional en numerosos sectores.

«Lo que me preocupa es que estamos en un momento en que falta transparencia e ilusión y la gente está esperando a que esto se resuelva solo… Y solito no se va a resolver. Mientras tanto, otros países están haciendo acciones muy fuertes para formar a la gente y reconvertirla. ¿Entonces qué es lo que hacen todas estas empresas que buscan profesionales con puestos y salarios muy elevados? Pues traerlos de fuera o coger gente de fuera que teletrabaja. Tenemos un problema. Lo que me preocupa es que no hay suficientes acciones para que la gente entienda lo que está pasando y aproveche las oportunidades. Lo gordo es que en España tenemos un talento increíble», apunta Leal.

La actual generación de la robótica, la colaborativa, se presenta como un complemento que interactúa con las personas

Salvador se muestra contundente a la hora de analizar las funciones en las que el humano va a perder el pulso con los robots: «Tareas repetitivas, de movimiento, de logística, tareas peligrosas… Esas tareas que no tienen valor añadido, que son mover cosas pesadas o peligrosas de un sitio a otro, las tienen que hacer las máquinas. Por ejemplo, mover hierros en una fábrica o soldar en condiciones infrahumanas. Son tareas no creativas». El gerente de AER afronta como un desafío la automatización de la pyme española e insiste en «el enfoque ético» de esta revolución tecnológica. El coste de la instalación de una plataforma robótica industrial puede ir desde los 40.000 euros hasta millones. «Depende de lo complicado que sea», puntualiza Benítez.

La representante de Robotnik asume que los puestos de trabajo que tienden a desaparecer son «los más mecánicos», mientras que pone en el escaparate los diferentes oficios que impulsa la robótica: «Ingenieros informáticos, que son los que programan y los que suelen trabajar con el software, pero también ingenieros mecánicos, de Telecomunicaciones, de Matemáticas, de Industriales... También tenemos varias posiciones de Formación Profesional para el taller. Los robots hay que ensamblarlos, montarlos, cablearlos… No todo tienen que ser carreras universitarias». Y habla de evolución natural: «Los puestos de trabajo van variando. No existen los mismos puestos de trabajo ahora que hace 20 años. Y dentro de 20 años habrá puestos de trabajo que ahora mismo ni conocemos».

La Comunitat Valenciana luce su poderío en España. «Es la tercera comunidad en importancia en número de asociados, sólo por detrás de Cataluña y el País vasco, muy cerca del País Vasco. Tiene industrias punteras como la de 'packaging'... La industria valenciana es muy potente en ese sentido», destaca Salvador. El futuro, tal y como reconoce Benítez, es inescrutable: «La inteligencia artificial aplicada a la robótica permite que el robot autoaprenda. Por ejemplo, cosas tan sencillas como que una ruta que le has marcado pueda reconducirla si encuentra un obstáculo. Eso es que ha tomado su propia decisión, y la ha tomado porque tiene la suficiente información para saber que puede bordear el obstáculo. Pero eso tiene un límite. ¿Dónde va a llegar la inteligencia artificial? No lo sé».

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