CARLOS BONELL
Lunes, 23 de mayo 2022, 00:31
valenciA. Las continuadas lluvias de meses pasados han acentuado el secular deterioro de infinidad de caminos rurales de la Comunitat Valenciana, sin que las distintas Administraciones públicas sean capaces de ocuparse de mantener con responsabilidad unas vías tan esenciales y a la vez tan olvidadas, que se convierten en intransitables.
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Los baches se reproducen con una facilidad pasmosa por todos lados y apenas se atisban leves intentos de ocasional parcheo con asfalto, que en pocas semanas vuelve a desaparecer, para engrosar los agujeros anteriores.
Ocurre en los caminos asfaltados y desde luego en los que son de tierra, donde ya cuesta ver a máquinas municipales realizando labores de reparación que antaño eran habituales tras cualquier lluvia abundante. Porque se sabe que el agua que cae con intensidad facilita arrastres del terreno y eso precisa que se realicen pronto los arreglos necesarios, que en este caso son rápidos, aunque conviene repetirlos para que las calzadas sigan en buen uso.
Lo del asfalto es más problemático, tanto de entender como de conseguir atenciones oficiales. Lo más común es encontrarse con que todo es cuestión del presupuesto. Excusa fácil para echar balones fuera: no hay presupuesto para eso, suelen decir en cualquier ayuntamiento al que se reclame. Y se entiende también que, al ser el presupuesto escaso, en caso de llegar a asfaltarse o reasfaltarse algún tramo, la calidad del material puede que vaya también en consonancia, razón por la cual encontramos que las lluvias vuelven a deshacer pronto lo que se había arreglado.
La problemática se ve agravada porque las redes de caminos rurales son utilizadas de continuo como alternativas de paso para esquivar atascos en carreteras y autovías saturadas, como es el caso del 'by-pass'. Entonces se utilizan, como no se debiera, caminos de uso agrícola que un lejano día se asfaltaron, pero con capas leves, porque sólo iban a soportar el paso de vehículos más ligeros, no de grandes camiones, pero éstos se ven obligados a buscar entradas y salidas para llegar a nuevos polígonos industriales, aparte de que las cargas agrícolas no son hoy las de décadas atrás.
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Muchos ayuntamientos suelen mostrarse remisos a gastar en arreglos de caminos cuando saben que éstos, por mal que estén, quedan lejos de sus núcleos urbanos, donde viven los votantes locales, y en cambio son transitados mayoritariamente por vehículos de otros municipios o que sirven a poblaciones distantes.
Estamos ante un claro ejemplo de pequeñas situaciones de 'globalización' que requieren actuaciones de varias administraciones: las municipales, desde luego, pero también diputaciones, Generalitat y Gobierno central. Porque los agricultores que usan esos caminos sin posibilidad de alternativa, pagan impuestos municipales que no les revierten en servicios, y las demás instancias oficiales deberán poner lo que corresponda en razón del uso general. Lo que no puede ser es el caos actual.
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