La paja de las chufas también se quema, sin causar apenas molestias

En los pueblos de l'Horta Nord se puden ver estos días algunas humaredas que emergen de campos, donde se aprecian de cerca modestos frentes de llamas rastreras que avanzan consumiendo la paja seca sobre los caballones.

Esa paja es el residuo del cultivo de las chufas, y su eliminación es imprescindible para poder recoger a continuación los pequeños tubérculos que crecieron, desde final de la primavera anterior, enterrados en dichos caballones. Para hacer posible su eliminación, el único modo factible es el uso del fuego.

Antiguamente se aprovechaba la paja para embalar diversos artículos, en especial los cargamentos a granel de melones y sandías que se cultivaban en verano en la huerta. Sin embargo, desde hace décadas apenas se producen ya melones y sandías en la comarca; dicen que la tierra estás 'cansada'. Y tampoco se emplea la paja para ésta y otras utilidades, pues imperan otros materiales y otras maneras de envasar las cosas.

No obstante, a diferencia de lo que ocurre cada otoño con la quema de la paja del arroz, al sur de Valencia, que es foco de quejas de toda índole, en el caso de las chufas del norte no trasciende nada en contra, pues la realidad es que apenas se generan molestias muy ocasionales y pasajeras. Es mucha menor la superficie de las chufas para elaborar la horchata que la del arroz, como es también muy Y inferior la cantidad de material a eliminar por unidad de superficie, y los agricultores cuentan con más tiempo (de noviembre a febrero) para espaciar estas labores, con lo que la intensidad del humo es pasajera y deviene poco perceptible. Y enseguida, a plantar patatas tempranas.