'Pesadilla antes de Navidad' fue un clásico del cine de los noventa dirigido por Henry Selick, pero para muchos consumidores podría ser también el ... título que pondrían a la recta final de este año, marcado por la incertidumbre económica, la misma con la que comenzó 2022.
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Una incertidumbre a la que los números no ayudan a despejar. Esta semana, la Comisión Europea señaló que la eurozona entrará en recesión técnica en 2023 y que cerrará el año con un ligero avance del 0,3%. Por su parte, España crecerá un 1%. Los consumidores, sepan mucho o poco de economía, saben que estos anuncios no son halagüeños y, de manera lógica, tienden a condicionar sus gastos por si pueden venir mal dadas. O, mejor dicho, peor dadas aún de lo que están ahora.
Palabras como desaceleración e inflación se han convertido en mantras -tóxicos- que, además, se han trasladado a los bolsillos de los valencianos, que ya están apretándose el cinturón en diversos gastos con el objetivo de poder hacer frente a la cesta de la compra, cada vez más prohibitiva. «La comida es la comida, la necesitamos, por lo que no nos queda otra que tragarnos la subida de precios y recortar en otras cosas como ocio y salir a cenar», cuenta María Victoria Sandalinas, vecina del Cabanyal, con dos hijos pequeños, mientras hace la compra semanal en el mercado municipal de su barrio.
Y es que, tal y como ha comprobado LAS PROVINCIAS, la cesta de la compra se ha llegado a encarecer más del 100% en algunos productos, tales como el salmón noruego, que ha pasado de 12,89 euros el kilo a 26,50 euros, es decir, un 105% más respecto a su precio de la primera semana de noviembre de 2021. Esta comparativa se ha realizado con precios de supermercado, por lo que se pueden encontrar incrementos más elevados o inferiores dependiendo del punto de venta -no es lo mismo la oferta de un mercado municipal pequeño, al de una gran ciudad , un establecimiento o una gran cadena, además de otros factores como la calidad-.
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María Victoria Sandalinas | Trabajadora «La comida es la comida, la necesitamos, por lo que no nos queda más que tragar con la subida de precios y recortar en otras cosas, como ocio y salir a cenar»
María José Ibáñez | Vendedora «Cada semana me suben el pollo 20-30 céntimos. Todos tenemos miedo a la Navidad. Yo creo que este año no me pedirán tanto pato y gallina, que es algo más especial»
Lorenzo | Pensionista «En estas fechas no me apretaré el cinturón, bastante lo estoy haciendo ya estas semanas»
Xarcuteria Molina | Gerente «Creo que hay empresas especulando y aprovechándose de la situación. Es mi opinión»
Los datos del INE también reflejan este incremento en términos más generales. El IPC en la Comunitat Valenciana registró en septiembre un aumento del 14,6% en alimentos y bebidas no alcohólicas respecto a hace un año. Fue en este segmento, alimentación, donde más se han elevado los precios, por encima del 13,9% de vivienda y el 10,7% del transporte.
A la hora de poner la vista en la Navidad, tanto vendedores como consumidores manifiestan su resignación y hartazgo. «Cada semana me suben el precio del pollo 20 y 30 céntimos, es imparable. Todos tenemos miedo a la Navidad», asegura María José Ibáñez, vendedora del puesto Aves y Conejos María José del mercado del Cabanyal. Según explica, ella sí ha notado una caída de clientes y, además, prevé que los consumidores opten por productos más básicos y económicos. «Otros años me piden cosas más especiales como pato, este año no creo que pase. O gallina, que es algo muy típico que suelen pedirme para Navidad siempre porque sale el caldo más rico. La gente va a recortar», asegura la vendedora, quien agrega que «el conejo está intocable».
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Sin embargo, no todos los valencianos están dispuestos a renunciar a sus menús típicos de estas fechas señaladas. «En Navidad no me apretaré el cinturón. ¡Qué menos que disfrutar bien de estas fiestas! Ahora sí lo estoy haciendo, en las compras de entre semana trato de recortar», cuenta Lorenzo, pensionista, quien apuesta por mantener su tradicional picoteo de encurtidos y mojama, además de cenarse un entrecot por Nochebuena y comer el clásico puchero de Navidad.
Ese mismo sentir recoge Sandalinas, que siempre cocina carne mechada para estos días señalados. «No voy a dejar de hacerlo, aunque quizá innove y haga un entrecot en hojaldre, que sale mucho en 'Masterchef'», cuenta esta madre. Y en esa misma línea se pronuncia Ibáñez, que indica que es habitual que los clientes gasten menos un mes antes de Navidad «para apretarse el cinturón y así luego gastar más en diciembre».
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Los productos de pastelería y horno son otros de los grandes protagonistas de los menús navideños. Si los consumidores ya se llevan las manos a la cabeza con los precios del pan, que en el Horno El Reloj ha pasado de 0,75 a 0,90 céntimos, cuánto más en los postres más elaborados y, especialmente, aquellos que contienen almendra, otro de los alimentos muy presentes en estas fechas. «En lo que vamos de año nos han subido tres veces los precios y la gente nos pelea hasta cinco céntimos», cuenta una de las trabajadoras de este puesto. «La torta de Santiago está a siete euros. La de calabaza, a cinco. Ahora en Navidad hay muchas cosas con almendras, que lo encarece todo: la escudella, por ejemplo, está a tres euros», dice.
Una de las consecuencias más llamativas que está teniendo la inflación en el comportamiento de los consumidores es en cómo se reduce el consumo de productos más básicos como los frescos. El pasado mes de septiembre, el volumen de ventas de este segmento cayó un 2,9%, según los datos del informe IRI Infoscan, mientras que los artículos de perfumería e higiene se elevan un 3,2%. Esto se debe, según explican desde la Asociación de Supermercados de la Comunitat (Asucova), al incremento desorbitado de la fruta y las verduras.
La cadena agroalimentaria está compuesta por el productor, la industria logística y de la transformación y la distribución -que a su vez se compone de mayoristas y de minoristas-. La clave está en el encarecimiento de la energía, que ha elevado los costes de producción un 40% de media, mientras que los precios en origen aumentaron un 23,42%. Esta situación ha llevado al campo valenciano a anunciar movilizaciones.
Desde el puesto de frutas Mari Luz, Eva La Rosa prefiere mantener el optimismo, pero reconoce el hartazgo de los consumidores. «Vamos tirando, pero la gente está muy asqueada desde hace mucho tiempo, no es algo reciente. Llevamos mucho tiempo aguantando el tirón. Y así seguiremos, empujando», cuenta la vendedora, que asegura que la uva mantiene su precio pero prevé su incremento ante la escasa cosecha de este año. «Y las naranjas que tenemos son nuestras, pero la fruta que venga de fuera en Navidad, como los lichis y mangos, pues se encarecerá porque viene en avión», señala.
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Es llamativo lo que cuenta el gerente de Xarcuteria Molina, que sostiene que la caída de la actividad no responde, en su caso, a un aumento de los precios. «Mis clientes están raros y en mi caso el 90% de los quesos no ha subido de precio. Sin embargo el queso fresco ha subido tres euros en un mes. ¿Qué está pasando?», se pregunta. «No lo puedo achacar a los precios; creo que es por la situación de incertidumbre en general. La gente opta por recortar en algunos alimentos y creo que hay empresas especulando y aprovechándose de la situación, pero es mi opinión», sentencia.
Miguel Jiménez, vendedor del puesto 23 del mercado del Cabanyal, destaca que «todos los años» los precios suben en Navidad porque la gente «prefiere un producto fresco y de mayor calidad» para esos días. No obstante, sostiene que con la inflación de este año es probable que bajen las ventas y que la gente no esté dispuesta a comprar un producto superior como otros años.
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Por su parte, el secretario general de la Unión de Consumidores de la Comunitat, Vicente Inglada, asegura que una solución es adelantar las compras y consumir verdura de proximidad y temporada para que salga más económico», afirma.
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