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C. BONELL
VALENCIA.
Lunes, 6 de marzo 2023, 00:32
Los labradores de l'Horta Nord tienen un problema con las máquinas de recolección de chufas, cuyo cultivo representa una parte esencial de la comarca, dado su carácter exclusivo y diferencial. La cuestión es que gran parte de los semirremolques mecanizados que se emplean para recoger las chufas, separándolas de la tierra de los campos donde se crían, no están legalizados, ni es fácil legalizarlos, por no decir que resulta imposible. Y no se trata de una dificultad que afecte únicamente a sus propietarios, porque además de utilizar estos artilugios en sus propias parcelas prestan el servicio de recolección a otros muchos cultivadores. Por tanto, es toda la producción chufera y horchatera la que depende de este asunto.
La raíz de todo está en el carácter artesanal de estas máquinas, construidas en pequeños talleres de los pueblos huertanos a base de poner en común el ingenio innovador de mecánicos locales y agricultores más experimentados. Nadie llegó de fuera para resolver las dificultades en las tareas de recolección; fue la necesidad la que empujó a que surgieran ideas de aquí y de allá, que luego se fueron perfeccionando con la colaboración entre unos y otros, para construir máquinas que suplieran el trabajo puramente manual de y se facilitaran así las cosas.
Como son vehículos arrastrados por tractores y se desenvuelven en un ámbito geográfico reducido, nadie pensó al principio lo que vino después, cuando las normas industriales y de tráfico impusieron la necesidad de que estas máquinas contaran con la correspondiente legalización. Con la colaboración del departamento de Mecanizaicón Agraria de la Universidad Politécnica se logró hace unos quince años que se homologaran varias de las que entonces existían, pero luego ya no se hizo nada más y las que se han construido después, pese a ser más modernas y seguras, siguen en el limbo, con el consiguiente riesgo a sufrir sanciones.
Aunque la producción chufera es esencial para l'Horta, la escasa entidad del sector a nivel general hace que a las grandes empresas de maquinaria no les resulte interesante dedicarse a ello. Apenas son 25 o 30 máquinas en total y puede que no se renueven más de 3 o 4 al año. El camino formal consistiría en acudir a firmas especializadas en homologación, pero las exigencias y los costes son prohibitivos. La Administración podría establecer un camino a seguir para ofrecer soluciones, dada la situación y la necesidad, pero las gestiones que se han realizado al respecto no han fructificado en nada concreto.
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