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V. LLADRÓ
valencia.
Lunes, 30 de noviembre 2020, 00:14
El insecticida 'metil clorpirifos', el único que seguía siendo objetivamente más eficaz contra la nueva plaga del 'cotonet' venido de Sudáfrica, se pudo utilizar legalmente hasta mediados de abril pasado, pero desde entonces se ha instaurado un mercado negro por el que circulan existencias que quedaban almacenadas y, según parece, envases traídos de países cercanos, sobre todo de Marruecos y Portugal.
Si el precio medio de este producto rondaba alrededor de los 12 euros por litro al final de su 'vida' oficialmente permitida, actualmente su cotización en las redes ilegales se encuentra entre los 25 y 28 euros. Y aquí hay que señalar un detalle muy llamativo. En ocasiones se ofrece con la apariencia de proceder de algún resto que quedaría en alguna explotación citrícola o almacén de fitosanitarios, cuyos responsables preferirían darle salida antes que utilizarlo directamente para no correr riesgos, y tan solo desearían recuperar lo gastado. Pero tal argumento falla por la base: si solo se tratara de no perder, o de perder poco, bastaría con vender al precio de compra, o incluso algo menos, para acabar cuanto antes y evitar mayores gastos con un gestor de productos químicos, que es el camino obligado para estos materiales cuando quedan fuera de la circulación legal. Luego es evidente que hay una voluntariedad especulativa cuando el precio sigue subiendo y se aportan curiosos orígenes para explicar la supuesta procedencia.
Esta situación ha emergido a raíz de quedar clara la prohibición del 'metil corpirifos', porque algunos citricultores se empecinan en querer utilizarlo la primavera próxima en sus campos, con el convencimiento de que es la única arma efectiva contra el 'cotonet' sudafricano. Sin embargo, con dicho preceder se están arriesgando a perder sus cosechas y a sufrir sanciones, porque desde el pasado día 13 de noviembre, el nivel de residuos de esta materia activa queda establecida en el nivel de detección, por ínfimo que sea, y hoy existen medios de sobra para captar la más mínima presencia.
Entre tanto, las perspectivas de tratamiento contra esta plaga siguen confiándose a los medios de lucha biológicos, que actualmente están bastante inciertos, con un parasitoide, el 'Anagyrus', del cual no se conoce su progresión real y la disponibilidad efectiva para dentro de pocos meses, y unas trampas con feromonas que, por lo sabido, sólo habrá el primer año para una mínima parte de la superficie citrícola.
En los campos y almacenes siguen detectándose preocupantes porcentajes de destríos de frutos deformados por la plaga, como los de la foto, y un estudio parcial de la Conselleria de Agricultura los ha cifrado en el 11,2% del total de los testados en diversas parcelas.
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