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Domingo, 10 de mayo 2020, 23:58
La dañina invasión 'urbanita' que sufren algunas zonas periurbanas de la huerta de Valencia ilustran sobre cuál es la intención de fondo de la ley de protección de l'Horta: disponer de un enorme parque al servicio de la gran ciudad. Cosa que no está nada mal, pero que adolece de las necesarias medidas para que las actividades de ocio se realicen con sumo respeto a los trabajos productivos en los campos y a las propiedades de los agricultores. Sin embargo ni se ve celo en educar y velar por tal respeto, ni existen aún decisiones ni presupuesto en apoyo del agricultor, porque en realidad lo que se prefiere es una huerta para ir a pasear.
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