
Ver 11 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 11 fotos
Venta del Moro es el tercer municipio más grande de la provincia de Valencia. En la mayor parte de sus 272 kilómetros cuadrados reinan los bosques y las zonas naturales que, junto a campos de vid, olivos y almendros, ofrecen una postal única. Pero Venta del Moro también es uno de esos municipios que vive en su propia piel desde hace décadas el proceso de despoblación que afecta a numerosas localidades españolas y valencianas, en especial del interior. En los últimos 80 años ha pasado de contar con 4.600 habitantes a algo menos de 1.200, lo que unido a su dependencia del sector primario, y en especial de la vid, ha creado un cóctel perfecto para que la población ostente el título de la más pobre de la Comunitat Valenciana. La renta media es de 16.213 euros frente a los 26.346 que representa la media autonómica.
Estos datos, confirmados hace pocos días por la Agencia Tributaria, no sorprenden a los vecinos quienes admiten que durante los últimos años han visto cerrar infinidad de negocios. «Esto se está quedando sin vida», lamentan. El último ejemplo fue el horno del núcleo de la localidad, que bajó por última vez la persiana hace pocos meses. Pero los residentes prefieren ver el vaso medio lleno y recuerdan que una mujer ha aprovechado para abrir un despacho de pan que permite también resistir a un obrador de Jaraguas, una de las seis aldeas que forman parte del término municipal. Además, el local también funciona como un quiosco, algo que agradecen los más pequeños.
Noticia relacionada
Quien lo ha hecho posible es Ionela Violeta Humzau, una vecina que llegó de Rumanía hace 18 años y que estuvo trabajando años en el campo, que sigue siendo el principal sustento de la economía local y comarcal. Violeta encadenó varios empleos y uno de ellos fue en un restaurante donde empezó fregando platos y, poco a poco, comenzó a asumir otras funciones. Algo que le inspiró para tomar las riendas de uno de los bares del pueblo que regentaba Pilar, que a las puertas de su jubilación buscaba un relevo. Y lo encontró fuera ya que la que se atrevió y consiguió rentabilizarlo «a base de mucho trabajo». Y la consecuencia de esta situación es más que positiva ya que permite mantener siete empleos directos y que sus tres hijos vayan al colegio de Venta del Moro.
Violeta, que se siente tan de aquí que ya asume como gastronomía local el gazpacho manchego, explica que la mayor parte de su facturación se sustenta en los fines de semana de los meses de buen tiempo. Porque, tal y como explica el alcalde Luis Francisco López, el turismo rural de la comarca ha experimentado «un gran auge» en los últimos años y se erige como una de las palancas clave para frenar la despoblación y generar riqueza.
El ejemplo es Sergio Ródenas y su familia, un vecino de Valencia que decidió trasladarse a Venta del Moro y echar raíces. Ródenas trabaja de monitor de aventuras y guía en todo el entorno del municipio, que tiene la suerte de estar a las puertas del parque natural de las Hoces del Cabriel. Está contratado en una de las empresas afincadas que se ofrecen a hacer rutas o experiencias acuáticas como el 'rafting'. «La mayor parte del año me dedico a estas actividades, aunque cuando nieva suelo estar unos meses en Pirineos de monitor de esquí para complementar», indica.
Por su parte, su mujer dirige 'BoBal&Cabriel', que combina las actividades anteriores con otras para ampliar el público como pueden ser catas de vino de la zona, quesos y aceites o iniciativas que pasan por conocer las estrellas en un entorno privilegiado, hacer yoga o meditación.
La otra modalidad en la que los vecinos depositan sus esperanzas es el teletrabajo. María José, dueña de la tienda de electrodomésticos de la localidad, se ha reconvertido y vende desde productos de papelería hasta butano. La mujer asegura que la pandemia les ha beneficiado en este sentido. «Cada vez hay más gente que gracias al teletrabajo alarga las vacaciones en Venta del Moro o que incluso se han venido a vivir aquí», destaca. Considera que la instalación de la fibra óptica, que ya llega a muchas casas pero que se está completando en la actualidad puede ser clave para retener población y atraer a nuevos vecinos.
Más allá de lo que se podría denominar sectores emergentes en este municipio rural los tradicionales siguen acaparando la atención y gran parte del peso de la economía. Desde el Ayuntamiento se señala que la agricultura, pese a haber perdido peso por el abandono de tierras, sigue siendo el principal motor gracias a la vid, pero también a los olivos y los almendros. El alcalde reclama para ellos «precios justos» y sensibilidad ya que el problema actual es que se requiere un gran esfuerzo para obtener muy poco rédito económico. Y esto no favorece el reemplazo generacional.
En este sentido, López pide tanto a Valencia como a Madrid que se legisle «desde lo rural y no desde la ciudad». Como ejemplo pone las normativas medioambientales, de vivienda o las restricciones a la caza. «Un agricultor me decía el otro día que cercar el terreno para que no le entren jabalís, corzos y cabras a comerse sus plantaciones le costaba 50.000 euros y esa inversión no la va a poder recuperar», incide. Y pese a todo este contexto desfavorable las cooperativas mantienen carga de trabajo y empleos. Además, de forma paralela surgen iniciativas que actualizan la fórmula tradicional como la firma 6º Elemento.
El primer edil asume que la estadística es la que es, pero insiste en destacar diferentes cuestiones. La primera es el aumento de los registros, correspondientes a 2021, respecto al año anterior. Y la segunda que tan sólo tiene en cuenta a municipios de más de un millar de habitantes, lo que también podría hacer variar los datos. Del mismo modo, el alcalde presume «que pese a todo encontrar trabajo en el turismo o en el campo no es nada difícil» y así lo evidencia la tasa de paro, del 8% frente a la media valenciana del 12,2%.
Por último, añade otros factores que cifras como estas no tiene en cuenta, como la calidad de vida. Un punto que remarca María Ángeles Sánchez. Esta vecina y ama de casa tiene claro «que esta tranquilidad se encuentra en muy pocos sitios» y pone en valor que, aunque servicios como el de transporte apenas tengan tres conexiones semanales se mantenga el centro de salud y las dos escuelas. De hecho, uno de sus hijos, diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista, se beneficia incluso del centro ocupacional de Utiel y un autobús acude cada mañana al pueblo para recogerle. «Si se quiere mantener la población es fundamental que sigan existiendo estos servicios», sentencia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.