Dos agricultores con un ordenador portátil en un campo de cereal. Una de tantas imágenes preparadas con las que se intenta hacer ver a menudo que el proceso digitalizador de las actividades agrarias florece sin parar y resulta además muy útil, lo que en la realidad del día es todavía más utópico que práctico en innumerables facetas y, por tanto, mucho menos aceptado y extendido de lo que oficialmente se pretende. LP

No puede obligarse a realizar el polémico cuaderno digital agrario a quien no sabe

Digitalización ·

La legislación, incluida la de la PAC, establece que los poderes públicos faciliten al ciudadano los medios precisos para cumplir sus obligaciones

Vicente Lladró

Valencia

Lunes, 5 de febrero 2024, 00:50

La obligación de cumplimentar el cuaderno de campo en formato digital, a partir del 1 de septiembre, centra gran parte de las preocupaciones de los agricultores y aglutina en un altísimo porcentaje muchas de las inquietudes y quejas que motivan el profundo malestar que ... aflige al campo y que se motiva nuevas movilizaciones generalizadas.

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El cuaderno de campo es el documento en el que se deben registrar todas las prácticas de cultivo, incluidas, sobre todo, las que se refieren a la seguridad alimentaria y al respeto medioambiental, y por supuesto lo relacionado con tratamientos fitosanitarios, dosis de abonos y uso del agua de riego, entre muchas otras cosas.

No es nada nuevo, hace años que es obligado llevar un cuaderno de campo por explotación. Lo nuevo que viene ahora es el cambio de formato: de papel a digital a partir del 1 de septiembre, con múltiples formalidades que añaden dificultades a lo que ya de por sí es complejo.

El rechazo agrario no va contra el cuaderno en sí, sino que se opone al formato electrónico por sus complicaciones

No se trata, como se repite en tantas foros, de un mero cambio de formato, una simple formalidad; lo que incluso puede entenderse fácilmente como algo que aligeraría la labor de cumplimentarlo. Cualquiera entiende que lo digital puede añadir facilidades: se puede consultar en cualquier parte, cabe utilizarlo para cuestiones propias de mejorar el cultivo o la producción, más allá del simple control oficial; en suma, se tendrá más a mano, no se emborronará ni mojará, en caso de accidente, como pueda ocurrir con el cuaderno de papel...

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Todo ventajas, ¿no? Hasta se ha dicho, por parte de autoridades, que con el cuaderno digital ya implantado todo serán ventajas para el productor. El mismo conseller de Agricultura, José Luis Aguirre, proclamó días atrás que lo que se percibe como una desventaja puede ser «una oportunidad que nos permita optimizar la toma de decisiones, mejorar la planificación y, con ello, aumentar la rentabilidad de nuestras explotaciones». ¿Tanta felicidad? Lo único es que en el cuaderno no se anotan decisiones que se puedan tomar, sino que se registra lo que ya se decidió y se hizo; no se planifica, sino que se escribe lo que se ha ejecutado, se planificara bien o no. Y desde luego, no se ve cómo mejoraría en sí mismo la rentabilidad, porque, en todo caso, diligenciar el asunto representará algún coste añadido, sea mucho o poco.

Muy complicado

No se explica bien lo que este cambio va a representar. Nadie le dice al emperador que va desnudo. Y la consecuencia es que quienes ven la cuestión desde fuera no lo acaban de entender, no pueden asumir que haya razones válidas en la oposición al cuaderno, porque en sí no es oponerse al cuaderno, sino a tener que cumplimentarlo en digital, con las complicaciones añadidas, entre ellas la ausencia de profesionales dispuestos a ayudar a hacerlo bien. Ni pagando.

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Pongamos una comparación que ayuda entender la cuestión. Nadie está obligado a realizar por sí mismo la declaración de renta; estamos obligados a presentarla en plazo, y para ello podemos optar entre hacerla nosotros mismos (una exigua minoría), acudir a cualquiera de los miles de asesores, gestores y profesionales expertos en la materia, o incluso pedir cita para que nos la hagan en la propia Administración.

En el caso del cuaderno digital no es así, hasta el momento, pero se presenta como si fuera algo sencillo. Y no lo es en absoluto. La prueba es que por ahora no hay gestorías o profesionales expertos que anuncien sus servicios para este caso. Y eso que los que den el paso se van a nutrir de más clientes de los que puedan atender. Tampoco están muy dispuestos a asumir tal tarea técnicos de cooperativas y organizaciones agrarias, aunque al final tendrán que hacer algo para salir del atolladero, porque los socios de dichas entidades deberán ser atendido. Y, del mismo modo, han eludido ocuparse en la tarea funcionarios y empleados de almacenes de suministros que hasta el momento sí cumplimentan normalmente los cuadernos en papel. Si fuera lo mismo, hasta más fácil, ¿por qué de un modo sí y del que viene no?

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El cuaderno digital se ha de pasar mes a mes a la Administración, y no cabrá corregirlo. El ministerio cruzará datos, se han de añadir planes de abonado y justificaciones de tratamientos, se ha de ser muy cuidadoso en detallar sin error materiales, números de registro oficial y lotes de cada uno, ajustar con los cultivos autorizados, plazos de seguridad, evitar repeticiones, añadir análisis de todo, no fallar en la denominación estricta de cada plaga a combatir... Un galimatías para el que hace falta una preparación técnica que la mayoría de los agricultores no tienen ni van a adquirir, así como la disponibilidad de unos programas informáticos dotados de mucha 'inteligencia' y múltiples alertas que eviten meteduras de pata que luego se pueden traducir en sanciones. ¿Comprenden por qué no hay gestores dispuestos para la tarea?

Hacen falta especialistas

Pues este panorama es que el que anima las peticiones de aplazamiento del cuaderno digital, ahora previsto para el 1 de septiembre, con dos años de adelanto en España sobre la fecha señalada por la UE.

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Hacen falta técnicos especialistas que no se encuentran y no se puede obligar a quien no sabe.

La ley de Tramitación Administrativa establece el derecho de los ciudadanos a «ser asistidos en el uso de medios electrónicos en sus relaciones con las Administraciones...» para «cumplir sus obligaciones». Y la ley de la PAC, tras preconizar las bondades de la 'necesaria' digitalización, concluye: «No obstante, deben preverse los mecanismos y recursos necesarios para el respeto de los derechos de las personas físicas titulares de explotaciones agrarias que no tienen acceso y disponibilidad de los medios electrónicos necesarios, asegurando su derecho a la transmisión de información y comunicación por medios no electrónicos, ya que no se les puede obligar a relacionarse exclusivamente por medios electrónicos con las administraciones». ¿Qué se hace al respecto? Muy poco por ahora.

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