Aemet anuncia lluvias en Valencia desde este domingo, que podrán ser localmente fuertes o persistentes el martes
Asistentes a la protesta citrícola de ayer en Algemesí. jesús signes

Puig entiende la indignación de los citricultores pero pasa la pelota a Madrid y Bruselas

Multitud de agricultores protestan en decenas de poblaciones naranjeras por toda la geografía valenciana

V. LLADRÓ

Martes, 22 de enero 2019, 00:43

valencia. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, dijo ayer en Vall d'Uixó que los agricultores «tienen razón de estar indignados», refiriéndose a las concentraciones de protesta convocadas por productores de cítricos en más de sesenta poblaciones naranjeras de las provincias de Castellón, Valencia y Alicante (y dos de Tarragona: Alcanar y Santa Bárbara).

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Sin embargo, tras reconocer que «tenemos que garantizar una vida digna para los agricultores» y que es «incomprensible» la diferencia entre el precio que se le paga al agricultor y lo que abona el consumidor, no citó ninguna acción propia y se limitó a pasar la pelota a los ejecutivos de Madrid y de Bruselas.

Puig reclama al Gobierno «que adapte cuanto antes a la legislación española la directiva europea sobre la cadena de valor». No obstante, esta directiva, ya aprobada, aún no está en vigor, y desde el sector agrario se le achacan ya carencias, como la de no prohibir la venta a pérdidas, que es la gran reclamación pendiente. La normativa que más agrada en el campo, como ejemplo a seguir, es la ley francesa que contempla que se pague por cualquier artículo al menos lo que cuesta de producir.

Por otra parte, el jefe del Consell asume «que la UE y la PAC han aplicado políticas que siempre han beneficiado a la agricultura continental, y eso hay que cambiarlo», defendiendo la necesidad de «que Europa entienda mucho mejor la agricultura mediterránea». Pero no concretó cómo conseguir tal cosa, que está sin duda en la base del problema y es origen de las protestas citrícolas, ni qué estrategias prácticas emprender.

Mientras tanto, se va extendiendo la 'mancha naranja' de 'La plataforma per la dignitat del llaurador', con la peculiaridad de que a esta iniciativa, que surgió de manera espontánea, se están sumando los propios ayuntamientos de decenas de municipios citrícolas y hasta la Universitat Jaume I de Castellón. Además de organizaciones profesionales clásicas como La Unió de Llauradors y Fepac, Intercoop, sindicatos de riegos y agrupaciones agrarias locales.

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Ayer se realizó la segunda ronda de concentraciones de protesta citrícola en las plazas y calles céntricas de unas setenta poblaciones de La Plana, La Ribera, La Safor, Baix Maestrat, Camp de Morvedre, L'Horta, Vall d'Albaida, La Marina, La Costera... En un mes se ha duplicado el número de municipios que protagonizan estas manifestaciones.

Todos claman contra los precios de miseria que se están pagando en el campo, así como la falta de salida para mucha producción de naranjas y mandarinas que se está pudriendo sin posibilidad de venta a ningún precio. De todo ello se culpa, naturalmente, a la invasión de cítricos de países terceros que inundan la Unión Europea, desplazando a la producción valenciana. Como causa inmediata se responsabiliza al acuerdo entre Bruselas y Sudáfrica, pidiendo que se modifique cuanto antes, así como la aplicación «inmediata» de la cláusula de salvaguardia. Al mismo tiempo se exige control máximo sobre los productos importados, reciprocidad de trato y exigencias con los países terceros, cumplimiento estricto de la ley de la cadena agroalimentaria, ayudas directas para todos los agricultores afectados y dimisión de altos cargos responsables del problema en todas las instancias.

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