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CARLOS BONELL
Lunes, 10 de octubre 2022, 00:02
Los retrasos del Ministerio de Agricultura, en la tramitación de los correspondientes pasos para inscribir nuevas variedades de cítricos, está impidiendo que los agricultores puedan contar con el necesario material vegetal para producir novedosos tipos de naranjas, mandarinas, limones o pomelos que de partida cuentan con gran interés para diversificar la oferta.
En muchos casos, los retrasos alcanzan incluso a variedades antiguas, que están desde siempre en el campo valenciano, pero no se les prestó hasta hace poco la atención necesaria para producirlas comercialmente, o no hubo motivación para ello, por lo que no llegaron a registrarse (patentarse, en el argot del sector), como es obligado en la actualidad.
Plazos muy largos
Sin embargo, cuando viveristas o productores han dado tal paso ante el registro oficial, con objeto de contar con las autorizaciones pertinentes para reproducir legalmente estas variedades antiguas, la Administración les aplica el mismo procedimiento largo de identificación, experimentación y comprobación, como a las que son realmente nuevas, pese a estar claro que no se trata de obtenciones actuales, sino que datan de muchas décadas atrás, a veces desde tiempo inmemorial, y es obvio que son de dominio público.
Durante una visita profesional de citricultores de AVA-Asaja a diversas instalaciones de experimentación y de viveros del sector, la cuestión de los retrasos oficiales ha sido una constante en todo el recorrido. Cada vez que los técnicos explicaban detalles sobre alguna nueva variedad con potencial de mercado, y los agricultores preguntaban, lógicamente, cuándo podrían adquirir plantones o injertos de la misma, la respuesta incidía siempre en iguales términos: «no está todavía registrada, pero no depende de nosotros, es cosa de la Administración, los trámites son largos...» «Demasiado largos», replicaba a menudo alguno de los interesados.
Esa es la principal razón por la que, entre las variedades más novedosas y rentables, hoy prevalecen en la citricultura valenciana muchas que son importadas, por las que se pagan royalties a empresas de otros países. Eso implica además que, por el ansia de estar a lo último de la moda, junto a aciertos destacadísimos, también se caiga en ocasiones en adoptar lo que sea, con tal de presentarse con aureola de gran promesa, cuando la realidad es que no hay certidumbre de que lo que se adquiere sea realmente lo que se dice que va a ser o que al final tenga el éxito esperado por la inversión realizada.
La evidencia, por la presión comercial en el sector, es que cualquier cosa que venga de fuera llega con renombre y apariencias promisorias y se recibe con gran expectación, aunque no siempre se cumplan todas las expectativas. Mientras tanto, se desconfía sistemáticamente de lo propio y se desperdician, lastimosamente, esfuerzos por ampliar el abanico varietal con obtenciones valencianas, casi siempre por los dilatados retrasos en las tramitaciones, que llegan a superar los cinco o seis años desde que algo se anuncia como propicio.
Como si tuvieran música
José Antonio Chimeno, director de Viveros Alcanar, primera firma productora de plantones de cítricos, reconoció a los agricultores de AVA, durante la visita a sus instalaciones, que «sigue habiendo una fiebre por cualquier variedad que venga de fuera, como si tuviera música».
Sin embargo afirmó que «tenemos un abanico varietal propio que es el mejor y el más amplio y diverso del mundo en todos los aspectos, y sólo nos falta hacer más caso a lo nuevo que se va obteniendo y seleccionando en casa y también a lo que tenemos de antiguo con mucha calidad, que dejamos a veces en el ostracismo y no prestigiamos como deberíamos. De forma incomprensible, en muchas ocasiones se prefiere antes pagar royalties fuera cuando aquí tenemos variedades mejores que se orillan».
Las variedades DOR
Los viveros de cítricos agrupados en AVASA solicitaron al Ministerio de Agricultura el registro oficial para una serie de variedades antiguas que tienen ahora un renovado interés, como es el caso de la naranja Nável Chocolate, la pigmentada Violeta de Los Valles o el Limón Iris (pulpa de color rosa), entre otras. Estas variedades que no pertenecen a nadie concreto, sino que son de dominio público, se conocen como DOR (Descripción Oficialmente Reconocida). Sin embargo, el procedimiento que se les aplica es igual de largo que a las nuevas, lo cual no tiene sentido según los viveristas. José Cuenca, director de AVASA, considera que «al tratarse de variedades que ya son conocidas de antiguo, sobre las que hay bibliografía de sobra, los pasos a seguir deberían ser muy cortos y no dilatarnos con tanto retraso, porque así cunde el desánimo y además se corre el riesgo de que alguien sin escrúpulos tome la delantera e intente registrar como propio y nuevo lo que en realidad es antiguo y de todos».
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