CARLOS BONELL
Lunes, 4 de julio 2022, 00:21
valenciA. El término municipal de Godelleta representa un magnífico ejemplo de lo que se puede hacer con la energía fotovoltaica para resolver con eficacia y sostenibilidad un grave problema de riego agrícola que se planteó en el municipio hace ocho años, cuando de otra manera hubiera resultado prácticamente inviable. Pero también constituye, por los más recientes anuncios, un modelo de cómo se despliega la dinámica de promoción de grandes inversiones de megaplantas solares, sin contar con los directamente afectados del lugar, por lo que ese desprecio de partida a los intereses de la gente del propio territorio provoca un intenso rechazo a tales proyectos.
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Godelleta está hoy en pie de guerra contra el proyecto de instalar megaplantas fotovoltaicas en su municipio, así como la consiguiente colocación de un enorme entramado de nuevas conducciones eléctricas que zurcirían el término para enlazar las centrales y subestaciones instaladas en el mismo con las de pueblos limítrofes (Chiva, Cheste, Turís...)
Curiosamente, y al igual que sucede en otros casos similares, el anuncio oficial de las consiguientes expropiaciones va acompañado de la declaración de 'utilidad pública', lo que aporta un carácter preferente. Sin embargo, los presidentes de la cooperativa agrícola San Pedro Apóstol, Jesús Guzmán, y de la comunidad de regantes, Vicente Franco, aseguran con rotundidad que «no tiene sentido esa declaración de interés público, cuando en realidad se trata de plantear una expropiación para favorecer lo que no es más que un negocio privado, de grandes inversores ajenos al pueblo, y sin tener en cuenta la opinión y los intereses de los afectados, los propietarios de los campos, que no desean ser expropiados a ningún precio, sino continuar llevando a cabo los cultivos en los que han invertido con ilusión y esfuerzo para poder sacarlos adelante y ser el medio de vida de sus familias». También recuerdan una sentencia que ha anulado en Extremadura la 'utilidad pública' de una expropiación en similares términos.
Como el de Godelleta, quizá no hay un caso igual. De hecho acuden con frecuencia agricultores y entidades agrarias de todas partes para conocer una realidad de la que cabe aprender para reproducirla a distinta escala.
En 2014, el pueblo se quedó prácticamente sin agua para regar. Se secaron los pozos que abastecían a la comunidad de regantes, que tuvo que recurrir de urgencia a explorar nuevas perforaciones y acometer kilométricas conducciones para enlazar el nuevo caudal con la red ya existente, mientras languidecían los campos de naranjos, kakis y otros frutales sin apenas posibilidad de riego.
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Aquel año bajó drásticamente la producción agrícola de Godelleta, pero todas las esperanzas se centraban en que las cosas mejorarían en adelante, al poder contar de nuevo con agua.
Dado el altísimo coste de electrificar las nuevas instalaciones, se tuvo que recurrir a comprar y alquilar grandes grupos electrógenos a gasoil para resolver los sucesivos bombeos, en los nuevos pozos y en las balsas distribuidas por el término. La factura de combustible, que llegó a ser de más de 1,3 millones de euros al año, con los precios actuales sería prohibitiva. Pero la comunidad de regantes optó a continuación por la energía fotovoltaica e instaló siete plantas de autoconsumo para alimentar los sucesivos bombeos. Se mantienen los grupos electrógenos como apoyo, porque los paneles no generan siempre toda la potencia precisa para atender las necesidades de riego, al igual que en muchos momentos se genera más de lo que se consume, por lo que convendría que se aprovechasen esos excedentes; por economía local y por sentido común colectivo. No obstante, las complejas normativas impiden hasta ahora que tal cosa suceda. Los agricultores han logrado reducir un 70-80% del gasto de energía, pero no rentabilizan los kilovatios que producen de más cuando no los pueden utilizar, porque es invierno o ha llovido y no se riega.
En medio de este paisaje, con un término municipal renovado en sus cultivos y en la avanzadilla tecnológica, regando con el sol, aparece ahora la amenaza de expropiaciones forzosas para instalar megaplantas fotovoltaicas y grandes redes eléctricas, cuando ni siquiera se ha hecho lo necesario para aprovechar la energía sobrante que ya se genera allí mismo. Todo esto ha hecho que la gente de Godelleta esté en contra de lo que se planea a sus espaldas y que el Ayuntamiento se haya puesto al frente de la protesta para oponerse. La comunidad de regentes recuerda que en los últimos años se han invertido 20 millones de euros en la modernización y que la propia Generalitat ha aportado subvenciones de casi 7 millones, que ahora pueden quedar en buena medida en entredicho, de no cumplirse la finalidad buscada.
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