Los centros comerciales fueron uno de los negocios más golpeados por la pandemia. En un momento en el que las aglomeraciones eran lo último que se quería provocar, estos enclaves de ocio y compras se vaciaron y fueron casi los últimos espacios que se ... recuperaron. Pero tras algo más de un año de normalidad sanitaria la situación ha cambiado y el sector valenciano vive una transformación con cuatro proyectos en construcción y grandes fondos interesados por adquirir las superficies.
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En la Comunitat hay en la actualidad 64 centros comerciales, según los datos de la oficina de comercio Pateco. Un paraguas entre los que se incluye diferentes apuestas. Desde los considerados muy grandes como el de Bonaire, que tiene el récord valenciano con 135.000 metros cuadrados, hasta hipermercados como los 14 Carrefour de la autonomía, además de otros centros más de ocio como Heron City de Paterna.
La clave es que son un activo que ahora mismo, por mucho que exista un imparable auge del comercio electrónico, son atractivos. Agustín Rovira, director de Pateco, asegura que ha habido un cambio de paradignma que se ha acelerado en el escenario postpandemia. «Los centros comerciales son cada vez más lugares de socialización que de compras», asegura el experto. Una tendencia que se impone tanto en la Comunitat Valenciana como en España para tratar de asegurar la viabilidad de los negocios.
Porque es una realidad que el comercio electrónico ha llegado para quedarse y hay que convivir con él. Un hecho que, sumado a la realidad de que cada vez la población valora más la movilidad por transporte público y minimizar el uso del coche, les ha forzado a cambiar de estrategia, como admite Rovira. Antes era muy habitual que el centro comercial tuviese clientes que únicamente iban a comprar, pero ahora se busca cambiar esa tendencia para adaptarse y sobrevivir, en especial las instalaciones que están alejados de áreas urbanas.
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Aunque las que están en las mismas ciudades tampoco tienen asegurado el éxito. Algunos centros comerciales como el Gran Turia –en la frontera de Valencia con Xirivella– o el Mercado de Campanar tienen una afluencia muy baja y hay muchos espacios vacíos. Pese a todo, hay una tendencia de hacerlos más accesibles y, si están a las afueras, tratar de maximizar el tiempo en el que se está en el centro. Ya no solo se busca comprar un par de horas sino pasar toda la mañana o la tarde.
Ángela Pérez, directora centro comercial Bonaire, asegura que la instalación se ha consolidado como principal destino valenciano «por su oferta comercial, de ocio y gastronomía». En este sentido, apunta a actividades específicas que han captado la atención como pueden ser conciertos como el de Fran Perea o acciones como el 'Moto Racing', que reunió en Bonaire a los amantes del mundo del motor de la mano de Aspar Team. Iniciativas considera que ayudaron a que en 2022 se recuperase la actividad una vez superada la pandemia, tras la que tiene claro que se ha evidenciado «la necesidad de disponer de puntos de venta físicos y de fomentar el contacto de las marcas con sus clientes», ya que el usuario es onmicanal y utiliza los dos cauces, el físico y el online.
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De forma similar se pronuncia Arnaud Leroy, asset manager de Merlin Properties (la firma que gestiona el centro comercial El Saler). En declaraciones a este diario insiste en que no existe un enfrentamiento contra el comercio electrónico al considerar ambas opciones son compatibles. Eso sí, admite que se ha hecho un esfuerzo para cambiar la relación del cliente «con los espacios tradicionales de compra», que pasa por el ocio. Más allá de la reforma emprendida, como ejemplo resalta los festivales infantiles impulsados, al considerar que la clave es «buscar el mix comercial en cada momento en función de los deseos de los clientes». Algo que les permite tener niveles de ventas y afluencia superiores a los previos a la pandemia y que el espacio se haya convertido «en un lugar de encuentro y experiencia».
En este contexto de movimientos y transformación no es de extrañar que en las últimas semanas hayan tenido lugar movimientos. Aliseda Inmobiliaria ha confirmado la venta del parque comercial El Osito de l'Eliana a la sociedad francesa Iroko ZEN por 26,5 millones de euros. Una operación que tuvo lugar en paralelo a otra, en este caso con Factory Bonaire, situado en Aldaia, en el foco. El fondo inmobiliario húngaro Grupo Indotek ha adquirido, entre otros, este centro comercial a Merlin Properties.
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El auge y el aumento del interés se produce pese a que durante los últimos años el Botánico impulsó el Plan de Acción Territorial Sectorial del Comercio de la Comunitat Valenciana (Patsecova). Una norma que se aprobó tras la polémica desatada en torno a la llegada de Intu Mediterráneo, que quería levantar un macrocentro comercial. La normativa ya en vigor prohibe las nuevas instalaciones de más de 120.000 metros cuadrados –algo que en la actualidad sólo cumple Bonaire–, aunque entró en vigor después de que sus impulsores tirasen la toalla tanto por el rechazo político como por problemas financieros. Queda por ver si el nuevo Gobierno del virtual presidente Carlos Mazón modifica la norma o apuesta por mantenerla.
Uno de los mayores problemas de los centros comerciales es que siempre han despertado fricciones con el pequeño comercio. Instituciones como Unió Gremial han reclamado limitarlos con normas como el Patsecova ya que aseguran que su modelo va en contra de los pequeños establecimientos. En la Comunitat Valenciana pasaron de contar con 67.118 locales en 2011 a 59.875 en 2021.
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Sin embargo, en pleno proceso de reconversión de las grandes superficies se busca una mayor integración de los mismos ya que puede suponer un aliciente y un hecho diferencial que complemente las clásicas tiendas de grandes marcas.
Los datos de la oficina de comercio Pateco confirman que la mayor parte de centros comerciales se sitúan cerca de los principales núcleos de población. En el caso de la Comunitat Valenciana, casi uno de cada tres está en el área metropolitana de Valencia, aunque el resto se extienden por todo el territorio. En concreto, hay una superficie de estas características por cada 80.150 habitantes y el tamaño medio es de algo más de 32.000 metros cuadrados. Los centros comerciales de la autonomía dan empleo aproximadamente a 30.839 personas y, por término medio, cada una de estas grandes infraestructuras emplea a 490 personas gracias a que las ventas globales se estiman en nada menos que en 4.211 millones de euros.
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