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Carlos Bonell
Lunes, 13 de marzo 2023, 00:35
A una mayoría de consumidores valencianos les sonará distante y hasta remoto citarles un tipo de naranja llamada Salustiana; muchos ni siquiera habrán sabido ... nunca de su existencia y a casi todos les resultará muy difícil e incluso imposible adquirirla en fruterías y supermercados, donde lo más habitual es recalar hoy en una oferta vulgarizada y genérica de 'naranjas y mandarinas', sin diferenciar casi nunca por variedades y temporadas. Sin embargo, la Salustiana es la naranja más valenciana. Mucho más que la variedad 'Valencia late', que no nació en tierras valencianas, sino americanas, aunque su descubridor tuvo el acierto de bautizarla con el nombre de la ciudad que consideraba como capital naranjera. Como ocurre tantas veces, desde fuera se valora mucho más que desde dentro.
La Salustiana pertenece al grupo de naranjas Blancas, donde la más conocida es la variedad Valencia, la de maduración más tardía. Surgió por mutación espontánea, en los años 50, en un huerto de Blanca Comuna de la población valenciana de L'Ènova. El dueño del campo se llamaba Salustiano, y de ahí el nombre con el que fue bautizada. Mantiene, como es lógico, características comunes con la variedad de origen, pero sus cualidades son más selectas, los frutos son más grandes y el arbolado más vigoroso. De hecho, desde su descubrimiento y catalogación como variedad diferente se prodigaron plantaciones de Salustiana, mientras que lo que queda de Comuna es más bien residual, como de Cadenera, Castellana y otras Blancas antiguas, y en tierras valencianas apenas se encuentran de éstas, más allá de árboles aislados. Queda algo de producción en el Valle del Guadalquivir y enfocada a zumo industrial.
En la actualidad hay campos de Salustiana en todas las zonas citrícolas de España, por supuesto con mayor abundancia en distintas localizaciones de la Comunitat Valenciana, sin ser una variedad que abunde tanto como cualquiera del grupo Nável. En las últimas décadas fueron a menos las plantaciones y muchas de las que había se reinjertaron con otras variedades, al decaer la demanda comercial por la generalización de 'naranjas y mandarinas' en la mayoría de ámbitos.
Sin embargo, últimamente se aprecia cierta revalorización compradora: hay un renovado interés de firmas comerciales que buscan la Salustiana y la pagan mejor que años atrás, sin duda porque resurge en parte el aprecio de los consumidores en países como Holanda, Bélgica, Alemania, Francia... (mucho más que en la propia España). En otros lugares se valoran mejor sus condiciones organolépticas y que es la variedad más adecuada para zumo directo, tanto en el hogar como en hostelería. En conclusión, tiene virtudes idóneas para una doble finalidad, según convenga: naranja de mesa, para comerla entera, o para exprimirla.
Al igual que las demás Blancas, la naranja Salustiana contiene muy poco ácido limonóico, sustancia que en contacto con el aire (al exprimir los frutos) se oxida y se convierte en limonina, que tiene sabor amargo. Éste es el problema que presentan los zumos de Navels, el otro gran grupo de variedades de naranjas (Navelina, Wáshington Nável, Lane Late...): tienen mayor contenido de ácido limonóico y, por tanto, a partir de una hora después de ser exprimidas notamos el sabor amargo de la limonina, que no está presente cuando es jugo de Salustiana. El zumo fresco de Nável es muy bueno, pero se debe beber enseguida, mientras que el de Salustiana es igual de delicioso y se mantiene muy bien durante horas. Además, la Salustiana tiene más rendimiento de jugo: entre el 50% y 55% del peso.
En el plano agronómico, los árboles de Salustiana presentan otro interés para los citricultores: son idóneos para el reinjerto de clementinas y otras mandarinas y disponer así de madera intermedia entre el patrón o pie y la variedad final.
Las naranjas Salustianas, como todas las Blancas (y también las rojas Sanguinas, que provienen de mutaciones de Blancas), se distinguen externamente con facilidad por no presentar ombligo en la zona estilar (la contraria al pedúnculo o pezón), como sí ocurre con las del grupo Nável. En inglés, ombligo es navel, y de ahí el nombre que en el siglo XIX dieron en Estados Unidos a unas naranjas que llevaron allí desde Bahía (Brasil), como parece que antes viajaron desde Huelva o el Algarve portugués hasta Brasil. Sencillamente las llamaron 'las naranjas con ombligo', para diferenciarlas. Ese ombligo distintivo es en realidad un segundo fruto pequeño que crece dentro, con tamaño diverso según subvariedad, pie, zona de cultivo, climatología, temporada, etc.
Desde aquel viaje a California, las naranjas Nável se han extendido por todo el mundo, llegaron a España hace cerca de un siglo y se han convertido en las más cultivadas y consumidas como fruta en fresco por sus grandes condiciones de sabor y textura de la pulpa. Pero enfrente está nuestra Salustiana, la naranja más valenciana, que en calidad no les va a la zaga; incluso tiene ventajosas virtudes, por más que no disfrute de un reconocimiento tan globalizado.
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