El déficit de lluvias se nota primero que nada en los embalses, que se van vaciando de forma prolongada porque las salidas de caudales son muy superiores a las entradas. En los pozos se tarda algo más en apreciarse el problema. Los expertos suelen decir ... que las aguas subterráneas se 'mueven' en diferido respecto a lo que tenemos más a la vista, las agua superficiales. Pero al final todo llega al mismo resultado del proceso: si la situación adversa se alarga, los niveles freáticos se empiezan a resentir de forma cruda y entonces todo evoluciona con relativa rapidez, porque la falta de reposición hídrica en el subsuelo se traduce en caídas dramáticas de las extracciones posibles, bombas que se quedan al aire, incapacidad de profundizar más, agotamiento de acuíferos... sequedad, racionamiento, resignación...
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Un 40% de los regadíos y abastecimientos urbanos e industriales de la Comunitat Valenciana dependen de las aguas subterráneas. En la mayoría de los casos la dependencia es total. Grandes superficies cultivadas dependen por entero de un único pozo. Sin alternativa, sin capacidad para un socorro fácil. Y las cosas empiezan a ponerse feas porque los niveles están bajando y la experiencia indica que cuando esto se detecta, las cosas pueden ir con rapidez a peor.
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha pedido colaboración a los ayuntamientos para que tomen ya conciencia del problema y adopten acuerdos que deberán elevar a la Generalitat y al Gobierno central, a fin de instarles a que adopten medidas urgentes.
¿Qué cabe hacer? En la medida de lo posible, tratar de facilitar recursos adicionales: nuevas perforaciones de emergencia, canalizaciones hasta explotaciones en apuro, impulsar la reutilización de aguas depurada que inexplicablemente no se usan, construir nuevas infraestructuras de almacenamiento de agua... hasta promover investigaciones en busca de variedades más resistentes a la sequía... Y para paliar lo inmediato, ayudas económicas, exenciones fiscales en IRPF, IBI, Seguridad Social...
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Según recuerda AVA, el déficit medio de lluvias en los últimos dos años es del 73%. Sin embargo este porcentaje se basa en la contabilización de todas las precipitaciones, cuando las de pequeña cantidad son inaprovechables, se evaporan y no reportan nada a las plantas o los embalses y acuíferos subterráneos. Por tanto el déficit real, en términos prácticos, supera en muchas comarcas valencianas el 80%. Estamos sufriendo una racha al contrario de la que vivimos en la primavera de 2022: entonces llovió mucho en la cuenca mediterránea y apenas lo hizo en la atlántica. Ahora es al revés; estamos agotando las reservas de entonces y no sólo en los embalses: empiezan a bajar de forma preocupante los niveles de los pozos.
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