V. LLADRÓ
VALENCIA.
Domingo, 22 de septiembre 2024, 23:51
Las organizaciones agrarias Asaja, Coag y UPA han elaborado un documento de hondo calado sobre el sector vitivinícola en el que se plantean medidas necesarias para intentar superar una crisis que se alarga y que no tiene visos de mejorar si no se emprenden acciones concretas y valientes. Entre ellas, arrancar viñedos y reconvertir en gran medida la producción de vinos que actualmente se ofrece en un mercado de capa caída.
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El consumo de vino sigue bajando sin parar y desde la pandemia se ha agudizado el proceso. Baja en España, baja en Europa y no sube como era de esperar en el resto del mundo. Conclusión: sobra vino y, como consecuencia, sobran viñas.
Pero ¿sobra vino, sin más, o la cuestión es más compleja?
El informe consensuado por las tres formaciones agrarias, y sobre el que no se han presentado destacadas opiniones contrarias, incide en que, de momento, sobra vino para lo que el mercado puede absorber, pero además plantea que se deben afrontar cambios radicales respecto a los tipos de vino que se deben ofrecer en el futuro, porque los gustos de los consumidores han cambiado drásticamente, lo que obliga a que cambie la oferta.
Si durante muchísimo tiempo ocurrió que sobraban vinos blancos en el mundo y faltaban tintos, ahora pasa justo lo contrario: hay mayor demanda de blancos y sobran tintos. Cuesta más vender las clásicas propuestas de crianzas y reservas y los tintos ordinarios lo tienen cada vez más difícil. La tendencia del consumo moderno demanda vinos más jóvenes, afrutados, suaves, frescos, fáciles de beber y sobre todo con menos graduación de lo habitual. Luego por ahí tendrá que ir el sector, en busca de nuevas pautas de cultivo y de laboración para intentar acomodarse a un mercado más exigente. Además, las nuevas reglas de conducción de vehículos, con sensibles rebajas de tasas de alcohol, apuntalan la necesidad de cambios en igual dirección.
Por tanto, los representantes del sector vitivinícola van tomando conciencia clara de que se debe afrontar una profunda reconversión, y eso es lo que ponen encima de la mesa Asaja, Coag y UPA, con propuestas concretas.
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La primera medida consistiría en prohibir nuevas plantaciones en la UE hasta después del año 2027. A la vez, incentivar con dinero público arranques voluntarios de viñedos, que podrían ser provisionales (cabría volver a replantar si hubiera renovado interés) o definitivos, una vez pasados seis ejercicios. Las subvenciones serían diferentes, según hubiera paréntesis de unos años o fuera arranque definitivo, y en los años intermedios cabría cultivar otras cosas sin perder los derechos de la vid.
Del mismo modo se incide en la necesidad de acometer amplias estrategias de promoción del vino, acompañadas de profundas actuaciones de reestructuración para elaborar en mayor medida los productos que demanda el mercado o que puedan tener mejor aceptación.
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