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Una trabajadora manipula una muñeca en una fábrica de Onil. JL Bort

Sólo las muñecas sobreviven en el Valle del Juguete

La producción de piezas de coleccionismo sostiene la actividad de las fábricas valencianas, mientras el sector aboga por reinventarse para hacer frente a retos como la caída de la natalidad

Javier Gascó

Valencia

Domingo, 19 de mayo 2024, 00:45

Ha pasado más de medio siglo desde que la empresa Fabricantes Agrupados de Muñecas de Onil, más conocida como Famosa, cautivó al país con un ... arrollador anuncio que todavía se sigue rememorando a día de hoy. Todo español recuerda hacia dónde se dirigían aquellas muñecas que en la navidad de 1972 se convirtieron en el regalo de Reyes más demandado. También su lugar de origen: la Foia de Castalla. Allí, las fábricas, muchas de ellas de origen familiar, producían todo tipo de juguetes a pleno rendimiento.

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La situación ha cambiado considerablemente desde entonces. El Valle del Juguete, como se conoce a la región alicantina en la que se concentran la mayoría de empresas del sector, ha visto cómo gran parte de la producción se ha trasladado a otros países en busca de unos costes menores y de una expansión mayor. Sin embargo, las muñecas han logrado sobrevivir y son el producto de referencia de la Comunitat en un sector que necesita reinventarse para poder hacer frente a retos como la caída de la natalidad, la estacionalidad o la competencia con productos baratos del mercado online.

La empresa alemana Playmobil ha sido la última en cesar la producción en su fábrica de Onil, que en 2010 era una de las principales plantas de la compañía y acumulaba entre el 7% y el 15% de la producción mundial. Antes que ella otras muchas decidieron poner rumbo a otros continentes. China es el destino más habitual, ya que concentra cerca del 75% del suministro global del sector del juguete. En el caso de Famosa, que reparte la producción entre su planta de Alicante y otra con la que cuenta en Monterrey (México), el proceso de externalización comenzó a finales del siglo pasado, como comenta Tino Juan, hijo del primer escultor de Nancy y extrabajador de la compañía.

Así, productos que marcaron época como las revolucionarias Nancy, que siguen siendo un ejemplo para las multinacionales hoy en día; los famosos Nenuco, que todavía se fabrican con la misma estructura que se diseñó en la planta alicantina de Famosa; o la mítica pareja conformada por Pin y Pon han ido disminuyendo su presencia en las líneas de producción alicantinas para poner rumbo hacia Asia y América con el objetivo de seguir compitiendo con los gigantes de la industria. En ese sentido, el historiador del juguete Juan Hermida considera que la llegada de las licencias marcó un antes y un después en el sector: «Hoy en día, el 70% de juguetes que se fabrican se basan en licencias. Todo son superhéroes de Marvel o personajes de Disney. Eso produce un cambio de modelo, ya que se fabrica un mismo juguete para todo el mundo».

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Una tendencia que también ha salpicado a los vendedores de juguetes tradicionales, que llenan sus almacenes con productos procedentes de países extranjeros y cuentan con los dedos de una mano los elaborados en la Comunitat. En la única tienda que permanece abierta de Juguetes Moñacos, una de las históricas jugueterías de la ciudad de Valencia, sólo un selecto grupo de muñecas «de un precio más elevado, pero de una gran calidad» han recorrido el trayecto de poco más de 100 kilómetros entre el Valle del Juguete y la capital del Turia. El resto han llegado en contenedores desde la otra punta del planeta.

De hecho, únicamente la compañía Muñecas Arias cuenta hoy en día con el sello OEC, otorgado por la iniciativa privada Origen Español Certificado a los productos fabricados de forma exclusiva en el territorio nacional. «El caso de esta empresa es el de una familia que ha aguantado de manera estoica apostando por la calidad. Resulta difícil competir con China, pero la industria de las muñecas tiene un proceso de fabricación muy artesanal y eso puede ser lo que les haya salvado», asegura Javier García-Inés director ejecutivo de Origen Español Certificado.

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Las pequeñas empresas familiares, por tanto, son las que mantienen con vida la industria juguetera en la Comunitat. Los elaborados procesos de producción dan como resultado muñecas de una gran calidad, destinadas especialmente al público coleccionista y al mercado exterior. Según cuenta el extrabajador de Famosa, Tino Juan, en Onil se sigue fabricando uno de los modelos de la mítica Nancy. En tiradas que no superan las 20.000 unidades, eso sí: «Para hacer producciones cortas sí que da, pero son muñecas de colección que suelen ser bastante caras por la poca tirada que hay».

Y es que en los último años también se ha producido un cambio notable de tendencia en lo que respecta al público consumidor de los juguetes. «Los niños ya no juegan. Ha surgido un competidor que es el dispositivo móvil», explica Juan Hermida. Una afirmación que sostiene Marta Salmón, presidenta de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ): «A partir de los 7 u 8 años se deja de jugar con juguetes. Hay menos niños y los niños dejan de jugar antes».

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Ante este panorama, la representante de la patronal juguetera calcula que tras la pandemia más del 25% de los juguetes fabricados son destinados a los adultos: «Cada vez hay más empresas que adaptan su portfolio hacia este tipo de consumidor, desde juegos de mesa específicos para adultos, a juegos de coleccionista o de construcción. El sector se está reinventando».

Injusa, la excepción que marca la regla

La empresa familiar Injusa es otra de las pocas que continúa produciendo sus juguetes en las instalaciones de Ibi. La compañía, que nació como empresa familiar en 1947 de la mano de Antonio Berbegal Verdú, fabrica más de 850.000 juguetes al año.

Después de hacer un viaje de ida y vuelta a China, donde la empresa trasladó el 35% de su producción en 2003, la firma decidió volver a España. En la actualidad, Injusa es una de las referentes en la construcción de vehículos eléctricos a batería, triciclos, vehículos a pedales, motos corre pasillos, ferretería y juguetes de jardín como casitas, columpios y toboganes.

Pero, ¿qué ha llevado a un sector como el juguetero, inequívocamente vinculado con la infancia, a cambiar su enfoque hacia un consumidor de mayor edad? Pues, entre otras cosas, la pérdida de clientes de reducida edad causada por el desplome de la natalidad que ha experimentado España en los últimos años. «Nosotros vendemos juguetes y si no tenemos niños nuestro mercado se ve reducido de forma drástica», analiza la presidenta de AEFJ.

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Sin embargo, combatir el descenso de la natalidad no es el único frente abierto que tiene la industria juguetera en la actualidad. La estacionalidad del mercado nacional es otra de las cuestiones a tener en cuenta para comprender el momento de «ligeras bajadas» que atraviesa el sector, según explica Marta Salmón: «Somos el país más estacional de Europa. Solo piensan en el juguete los Reyes Magos y Papá Noel».

Por si la falta de niños y la concentración de las ventas en un periodo concreto del año no fuesen un lastre suficiente para el sector, la legislación europea, que obliga a ajustar la producción y distribución a las nuevas leyes, también eleva la preocupación entre las empresas de la industria. «Europa es el continente más estricto a nivel de normativa y todavía se quieren imponer más medidas. Somos un sector megaresponsable, pero con la implementación de más normativa sólo se va a conseguir lo contrario: incrementar los costes y que cada vez haya más juguetes inseguros», explican desde la patronal juguetera.

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La ecuación, aseguran, es sencilla. Si los juguetes producidos dentro de las fronteras de la Unión Europea deben acogerse a un sinfín de obligaciones mientras los que llegan desde el exterior pueden viajar entre continentes sin someterse a revisión, los costes también son menores en el caso de los segundos. «Todo lo que se vende en una plataforma online por terceros no cuenta con ningún tipo de control», denuncia Marta Salmón. Una problemática que también se refleja en el precio final: «Si tienes a tu alcance un juguete que vale 5 euros por internet y vas a una tienda en la que un juguete similar vale 15 o 20 euros, compras el primero. Lo que no puedes imaginar es que ese producto, en muchas ocasiones, sea ilegal».

Ante esta situación, que, pese a ser compleja, no pone en riesgo la vida del sector, según asegura la presidenta de la patronal, las posibles soluciones pasan por adaptarse a las nuevas necesidades y buscar nuevos nichos de mercado. «Debemos buscar soluciones empujando la exportación y potenciando mercados que se trabajan, pero que están por debajo de la facturación que pueden tener», indica Salmón. En lo referente a la Comunitat, el cese de producción de Playmobil es considerado «un tema puntual» por la presidenta de AEFJ, por lo que «no se espera que esto sea el punto y seguido de algo que lleve al cierre de más empresas».

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