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«Alexa, pon Rock FM», esa es la manera de cambiar de emisora que han asumido ya millones de personas. Los dispositivos por voz han llegado para quedarse en nuestros hogares o coches y en nuestra vida en general.
El Instituto Técnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines de la Comunitat trabaja en un robot ayudante que comparta taller con los trabajadores, que les acerque una herramienta o sujete una pieza si se lo piden de viva voz, con la forma natural de hablar de unos empleados que no necesitan saber programación o informática. Y además, que sea accesible para las pymes.
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Juan del Agua, ingeniero y responsable de proyectos en del departamento de Tecnologías y Procesos en Aidimme, desgrana a LAS PROVINCIAS, algunos matices que caracterizan el diseño que dirige: «Al final, Alexa o Google aplican la misma tecnología, el reto aquí es que estamos probándolo en un entorno muy ruidoso. En una casa, el ambiente es más tranquilo, sin embargo, trabajar con máquinas de fondo es algo más complicado y debemos validarlo. También debemos tener en cuenta que en esos lugares hay otros compañeros de fondo y sus palabras no deben colarse entre las instrucciones».
El empeño del grupo implicado en este proyecto es democratizar el acceso a estas tecnologías, y a la automatización, a las pymes ya que la mayor parte de empresas valencianas pertenecen a este grupo. «Las grandes empresas industriales tienen muchos procesos automatizados y cadenas de montaje, pero las pequeñas y medianas necesitan mucha flexibilidad para realizar diferentes tareas sin tener que reprogramar continuamente, además, por tener menos personal, a lo mejor no cuentan con muchos profesionales que sepan de robótica. Pensamos que si ponemos a disposición métodos más sencillos de utilizar los robots, les va a suponer una gran ayuda», afirma.
Una de las mayores dificultades a las que se enfrentan las pymes es que producen un número limitado de muchos productos diferentes lo que les obligaría en la actualidad a estar programando constantemente las máquinas para que éstas realicen el trabajo: «Si podemos por voz en cinco minutos crear un nuevo programa para una pieza nueva, y lo puede hacer la misma persona que es experta por ejemplo en lijar, lograríamos romper barreras.
Para lograr los desafíos que plantean los robots colaborativos no solo sirve con trabajar en el propio brazo, sino que los investigadores, en sus diferentes proyectos, deben integrar varias tecnologías como sistemas de visión con inteligencia artificial y el reconocimiento de voz.
Así, el proyecto Narturbot se enfrenta a tres retos tecnológicos. Por un lado, trabaja en el reconocimiento de voz y «en esa forma de lenguaje natural que tiene cada uno». En segundo lugar, se desarrolla la comunicación con el robot y se generan instrucciones en la sintaxis adecuada de programación para el robot.
En tercer lugar está la vertiente de la visión y la inteligencia artificial, para que el robot ubique dónde se encuentra una pieza, por ejemplo una herramienta, y dónde está el operario al que debe dársela. Esto se logra con dos cámaras y un sistema de coordenadas.
Juan del Agua
Ingeniero y responsable de proyectos en del departamento de Tecnologías y Procesos en Aidimme
«Estamos casi a mitad del proyecto que tiene tres patas: en la primera tenemos que ser capaces de interpretar esas expresiones o voz, después que el robot consiga reconocer el entorno en el que va a trabajar con una serie de cámaras y luego tenemos que integrarlo todo en el software para que la máquina lo ejecute. En la robótica industrial, que es la que normalmente podemos tener en la cabeza, hay grandes brazos robóticos que normalmente están en vallas donde no puede entrar ningún humano porque es peligroso. Ahora, otra rama que está en auge es la de los robots colaborativos, o robots, pensados para colaborar a tu lado, como un ayudante, que puede alcanzarte un destornillador o ayudarte a darle la vuelta a un mueble. En vez de un programa en el que el robot siempre hace lo mismo, la idea es que tú decidas en qué quieres que te ayude y se lo vayas pidiendo», concluye el ingeniero, quien explica que el proyecto será una realidad en verano de 2024.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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