Abraham Cózar es un ingeniero de telecomunicaciones graduado en la Universidad Politécnica de València que hace poco más de cinco años cerró junto a sus socios su primera empresa, que trató sin éxito de mezclar fórmulas educativas con videojuegos y realidad aumentada. En ese momento Abraham decidió crear una serie de pequeños videojuegos para móviles desde su casa y casi de manera individual para que le generase el menos gasto posible y después de varios intentos uno, llamado Deidland y basado en la clásica historia de El Principito, tuvo un relativo éxito. Desde ese momento hasta ahora ha transcurrido media década en la que su empresa, Chibig, ha pasado de facturar 70.000 euros anuales a más de un millón y a poder contratar más de una decena de empleados y contar con otros tantos colaboradores. Una evolución que se ha producido bajo el paraguas de Lanzadera, la incubadora de empresas de Juan Roig, y que ha llamado la atención de un gigante como Nintendo.
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Abraham recibe a este diario en Marina de Empresas, sede de Lanzadera y en donde por el momento mantienen la oficina de su firma. Asegura que queda muy lejos ese momento aunque lo recuerda con mucho cariño ya que ese primer proyecto le animó a seguir en un sector que ya factura más que la música y el cine juntos y que genera más de 8.000 empleos en España. Tras otro desarrollo similar decidió presentarse en 2017 a una iniciativa conjunta para crear un videojuego junto a la ayuda de marcas de la importancia de PlayStation y Lanzadera. El objetivo fue llevar Deidland a la PS4 con nuevos conceptos y grandes ampliaciones. Ahí, junto a tres personas, se lanzaron a la primera división de los videojuegos.
Una vez acabó esta colaboración anual la iniciativa de Juan Roig les propuso continuar en diferentes programas de aceleración que les permitió complementar una idea de éxito con esa vertiente empresarial. Dejaron de contar con PlayStation pero Abraham asegura que entonces «ya tenían claro» el camino que debían seguir, que era ampliar el universo creado.
En ese momento, los integrantes de Chibig decidieron pensar más a lo grande pero sin dejar de tener los pies en la tierra ya que en la misma Comunitat Valenciana hay estudios de videojuegos que tras un éxito se han lanzado a crear gigantescos proyectos que han terminado con ellos. El objetivo era crear un nuevo videojuego para diferentes consolas basado en los paisajes mediterráneos.
Para ello apostaron por un sistema que ha ganado peso en los últimos años, el micromecenazgo o 'crowdfunding'. Montaron una campaña en el portal Kickstarter con el respaldo de Lanzadera con el objetivo de recaudar 20.000 euros y como recompensa inicial a aquellos que contribuían se les reservó una copia del juego. «No nos esperábamos lo que pasó», admite Abraham, que relata como en pocas horas alcanzaron el objetivo y en los días siguientes los superaron una y otra vez hasta alcanzar la cifra récord de 230.000 euros, lo que les permitió reforzar la plantilla, contratar un estudio de animación e implementar otras muchas mejoras. Este videojuego, llamado Summer in Mara, salió el pasado verano en Nintendo Switch, que les apoyó de forma explícita en una de sus conferencias digitales, y PC y llegó posteriormente a PS4 y Xbox One. Hasta el momento ha cosechado más de 100.000 ventas y les ha permitido facturar nada menos que un millón de euros en 2020.
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La pandemia más que un problema les ha supuesto una oportunidad ya que la gente ahora está menos tiempo en la calle y su modelo casa muy bien con el teletrabajo hasta el punto de que parte de la plantilla vive fuera de Valencia o incluso en otros países.
Desde Chibig señalan que esto no ha terminado aquí ni mucho menos. En el corto plazo quieren sacar una revisión del videojuego que publicaron en exclusiva para PS4, para finales de 2021 tienen previsto un segundo lanzamiento y para 2022 otros dos «más ambiciosos». Para el último se han aliado con otro estudio que creció en Lanzadera como es Inverge y juntos han logrado el respaldo de la productora 11 Bit Studios, muy reconocida dentro de la industria. Eso sí, tienen claro que deben competir por un sector del mercado y no por una gran porción que les podría suponer morir de éxito.
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