«Se puede ganar dinero haciendo el bien. La economía de impacto es una nueva forma de hacer negocios, es transversal a todos los sectores ... y no sólo a las energías renovables, afecta a todos. Hay que pensar que estamos en una sociedad donde los consumidores son más conscientes de qué comen, qué se produce… Es una tendencia imparable». Es la reflexión que realiza Manu Nieto, cofundador junto a Alejandro Valero de First Drop VC, el primer vehículo de inversión para startups de impacto, es decir, orientadas al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como medio ambiente, sostenibilidad, etc.
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La empresa se centra en la fase pre-seed y la peculiaridad que tiene es que se adentra en una función que hasta ahora desempeñaban las aceleradoras de startups, ya que además de la inversión (que es de 200.000 euros, aunque puede alcanzar los 500.000 en casos seleccionados) acompaña a las empresas con un programa de tres fases, que suele prolongarse durante tres meses.
El primer mes se establecen los objetivos a alcanzar durante el programa, la medición del impacto y el principal OSD que soluciona la startup; mientras que en el segundo mes se elabora la estrategia de salida al mercado, producto, tecnología, marketing, etc. En el tercer mes (o fase) se prepara toda la documentación necesaria para una ronda, se trabaja el plan financiero, se ponen en contacto a las startups con los fondos nacionales e internacionales, etc.
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El vehículo ha conseguido alcanzar ya el 75% de su primer cierre, que se ha planteado en siete millones, y que prevén cerrar en 2023, además de poner en marcha las dos primeras ediciones de su programa.
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La idea de montar First Drop surgió, como en tantos otros casos, de la experiencia previa y de una experiencia personal, ya que Nieto realizó voluntariados en países de América Latina, como Ecuador y Guatemala, durante los veranos. «Aquello me cambió la vida y la perspectiva de vida; me di cuenta de que quería dedicarme a ayudar a la gente a salir de la pobreza pero no sabía cómo hacerlo, pues entonces estudiaba Administración de Empresas», explica.
La clave la encontró durante los meses que trabajó en una incubadora de startups en Ecuador. «Uno de sus proyectos consistía en alumnos vendiendo jabones y productos ecológicos, que lograron facturar 500 dólares durante un fin de semana», recuerda. «Salir de la pobreza es crear empresas y decidí dedicarme a ayudar a empresas desde cero y a los emprendedores», comenta el cofundador de First Drop que también se fijó en el ecosistema escandinavo, líderes en economía de impacto. Había hueco en el mercado pero era complicado que se destinará inversión a startups pequeñas.
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Y es ahí donde entra este vehículo de inversión, que trabaja para situar en primer plano la rentabilidad que aportan este tipo de empresas, facilitar a los inversores tickets atractivos y rentables con su programa de aceleración y que esta inversión se entienda como una operación financiera óptima, además de un nuevo modo de entender el mercado en cualquier sector económico.
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