Mariano Alcañiz, el investigador valenciano de referencia en Europa: «Estamos deslumbrados con lo que es capaz la Inteligencia Artificial»
Catedrático de Ingeniería Biomédica, lleva años trabajando con realidad inmersiva y está convencido de que puede ayudar a mejorar la sociedad en que vivimos, mientras muestra su preocupación porque haya tecnologías punteras en manos exclusivamente privadas, como ocurre con Elon Musk
Hijo de inmigrantes que buscaban un futuro mejor fuera de España, Mariano Alcañiz nació en París y aunque se instaló con su familia en Valencia cuando tenía doce años, siempre le quedó una cierta querencia hacia la cultura francesa, además de una curiosidad y una sed de conocimiento insaciable. Este catedrático de Ingeniería Biomédica de la Universidad Politécnica de Valencia ha ido alimentando esa necesidad de saber uniendo mundos, y así poner la tecnología (la realidad virtual, la Inteligencia Artificial, la realidad extendida) al servicio de la Medicina en múltiples campos, pero en especial en la salud mental y en la neurociencia. En la actualidad es uno de los pocos españoles que asesoran a la Unión Europea en el campo de la realidad extendida, con el objetivo de no quedarse atrás frente al empuje de Estados Unidos y China.
¿En qué anda ahora?
Estamos desarrollando un concepto que se llama gemelo digital, que está relacionado con el citiverso, y en el que Valencia está en una buena posición para liderar este tipo de proyectos. Si desarrollas un gemelo digital de una zona, por ejemplo, la que ha sido afectada por la dana, lo que tienes es un laboratorio de pruebas muy avanzado en el cual además de una réplica geográfica, podrás introducir elementos que mediante inteligencia artificial podrán llegar a simular el comportamiento de las personas. Nos da datos para saber cuáles son las mejores decisiones, si intervenir, en cuanto tiempo, de qué manera… Es como una bola de cristal con técnicas de realidad virtual e inteligencia artificial que nos puede ya no dar soluciones, que esas las tienen que tomar los humanos, pero sí nos va a decir cuál es la consecuencia de esa toma de decisiones.
¿Se puede explorar el comportamiento de las personas con Inteligencia Artificial?
Estamos desarrollando un término tecnológico, se llaman arquitecturas cognitivas, que son modelos apoyados en IA que nos permiten en cierta medida simular las emociones y la cognición humana, que nos permite desarrollar modelos predictivos de cómo se van a comportar las personas ante determinadas situaciones, y eso es muy potente.
Decía usted que estaba deslumbrado al ver cómo estaba evolucionando la Inteligencia Artificial.
Cuando apareció esta tecnología, nos sorprendió su capacidad, y eso que yo hace treinta años ya había hecho mi tesis doctoral sobre la Inteligencia Artificial. Lo que hemos visto es que cuando la alimentamos con mucha información y la entrenamos de forma adecuada tiene una enorme capacidad de estructurar o filtrar el conocimiento. Por primera vez, tenemos herramientas que son capaces de analizar una ingente cantidad de datos, como toda la información que hay en la web, y nos permite bucear en ella a base de unos patrones con lenguaje natural. Hay que tener en cuenta que los sistemas actuales de IA son meros, y ya es mucho, estructuradores de información, y eso nos ha deslumbrado.
Si vamos atrás, a sus inicios en su carrera profesional, ¿qué le motivó a tomar el camino de la Ingeniería?
Cuando tenía que decidir la carrera dudaba entre Ingeniería y Medicina, y de hecho estuve dudando hasta el último momento. Desde luego, si hubiera existido el grado de Ingeniería Biomédica no hubiera dudado… al final me decanté por la ingeniería porque de pequeño me gustaba mucho plantear soluciones a problemas. Al terminar me dieron una beca de personal investigador y empecé a trabajar en gráficos por ordenador. Por aquel entonces, -eran mediados de los años 80- empezaban a aparecer los primeros sistemas de realidad virtual. Aquel mundo me apasionó, inmediatamente comencé a ver las posibilidades de la realidad virtual en la Medicina; empecé a colaborar con neurocirujanos y profesionales de la salud mental y ese fue mi campo de desarrollo durante muchos años.
Llegó a unir los dos mundos que le gustaban.
Siempre me quedó ese cosquilleo por la medicina, y por eso supongo que pensé en aplicaciones en el campo de la salud. De hecho, fuimos pioneros a nivel mundial, junto con los equipos de las doctoras Cristina Botella y Rosa Baños, en proponer el uso de la realidad virtual en el tratamiento de fobias, algo en lo que sigo trabajando.
¿Y de qué manera se puede aplicar la Inteligencia Artificial en el campo de la salud mental?
Con las técnicas que yo utilizo, le ponemos a una persona un casco de realidad virtual y simulamos eventos que ocurren en la vida real, y por tanto también su comportamiento: habla, se mueve, respira, tiene tasa cardíaca… Lo bueno es que a los científicos nos da una ingente cantidad de datos que solo podemos procesar con IA. Y esa es mi línea básica de investigación, lo que llamamos neurotecnologías inversivas, y que no es más que una simbiosis entre la realidad virtual, la psicología, la neurociencia y la inteligencia artificial.
Si hablamos de salud mental, precisamente muchos de los problemas vienen dados por el uso de las nuevas tecnologías. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Las nuevas tecnologías se pueden aplicar bien o mal. Lamentablemente, el mal siempre va a estar, y lo hemos visto con las redes sociales; algunas de ellas están diseñadas para fomentar comportamientos adictivos en adolescentes porque viven de procesar datos y de publicidad. Y, lamentablemente, eso ha producido un efecto secundario adverso, la adicción. Sin embargo, cuando estamos hablando de realidad virtual, de metaverso, es posible aplicarlo de forma positiva, por ejemplo con adolescentes, promoviendo hábitos saludables y una mayor curiosidad por aprender utilizando humanos digitales. Esas tecnologías van a despegar en los próximos años de una forma espectacular, y podemos conseguir que sean beneficiosas para la sociedad.
¿Cree que el miedo a la desaparición de puestos de trabajo por la IA está justificado?
Entiendo esa preocupación, es lógico, pero yo, que tengo cierta edad, he vivido varias revoluciones tecnológicas. De hecho, cuando empecé mi tesis doctoral no existía Internet. Todavía recuerdo cuando nació, que pensamos que iba a revolucionar el mundo. Y también nos enfocábamos en aspectos negativos, pero lo que nos ha demostrado el tiempo es que Internet ha hecho mucho bien por la humanidad, y no ha destruido, sino que ha creado muchos empleos. Yo llamaría a la serenidad con la IA. Nos ha permitido automatizar tareas cognitivas, tener un acceso a procesamiento de información que antes no teníamos, pero sobre ella siempre está la inteligencia humana, la creatividad. Si unimos la IA y la robótica indudablemente los robots van a hacer tareas que ahora hacen muchos humanos, pero cuando eso ocurra, simplemente la humanidad evolucionará. Por ejemplo, nadie piensa en ser cuidador de un caballo que sirve para arar, y cada vez iremos hacia una civilización con trabajos de mayor capacidad cognitiva. Así que no sería tan apocalíptico con los efectos adversos de la IA. La humanidad ha demostrado una enorme capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías.
¿Está usted preocupado con el control sobre ciertas tecnologías en manos de personas como Elon Musk?
Como científico que colabora con la Comisión Europea sí estoy preocupado, yo y muchos científicos, de que la tecnología muy puntera estén en manos exclusivamente privadas, y pongo el acento en exclusivamente, porque puede ser que su uso solamente responda a intereses privados. Frente a ello lo que hay que hacer es, como lo está haciendo la Unión Europea, apostar por una fuerte inversión en servidores y modelos propios, y ponerlo al servicio de los científicos para que la mayor parte de esa tecnología se dedique a un fin en beneficio de la sociedad y no solamente a objetivos comerciales. Lo que espero es que desde Europa y, sobre todo, desde España, se haga una apuesta fuerte por integrar la IA en la cotidianeidad de las personas porque cuando hagamos eso seguro que van a salir muchas ideas y aplicaciones. España es muy innovadora.
¿Cree que su trabajo puede ayudar a mejorar la sociedad en la que vivimos?
Cuando presentamos nuestros resultados en foros científicos y empresariales siempre comento lo mismo que la realidad virtual y la inteligencia artificial pueden mejorar notablemente la vida de las personas De hecho, ese ha sido el leitmotiv central de toda mi actividad investigadora.
¿Cobra todo sentido con un propósito así?
La verdad es que sí, y te sientes muy satisfecho porque hemos hecho avances y estamos trabajando en mejorar la diagnosis y tratamiento del autismo o en mejorar la depresión. Además, colaboramos con neurocirujanos en La Fe para hacerles interfaces de realidad virtual y que puedan planificar las intervenciones y dar mejores tratamientos. Y todo eso hace que me sienta muy satisfecho con mi trabajo, porque lo que estamos haciendo deriva en aplicaciones concretas y muchas veces en productos comerciales que están ayudando.
Alguien como usted que tiene tanta curiosidad, que está al día de los avances tecnológicos que existen, ¿tiene la sensación de que no va a vivir muchas de las cosas que le gustaría ver?
Asi es. Me gustaría vivir muchos años más, desde luego… (Piensa) Cuando empecé en el campo de la salud mental veía que la IA que teníamos no servía porque era muy cara, y después de veinte años disponemos de tecnologías de IA que nos permiten conocer mejor a las personas. Ahora los avances van más rápido, y quizás me gustaría vivir cincuenta años más.
¿Qué le aconsejaría a un adolescente sobre su futuro y sobre el papel de las nuevas tecnologías?
Mis hijos ya no son adolescentes; mi hija es veterinaria fuera de España, el pequeño se dedica al ADE y el marketing, y yo les digo que hagan lo que realmente les guste. Yo decidí dedicarme a lo que creía que me podía apasionar y estoy muy feliz. Y que elijan el campo que elijan, siempre presten atención a los últimos avances tecnológicos y que se informen y que piensen cómo les puede ayudar a su labor. Tener además sed de conocimiento, que siempre estén alerta.
¿Hay momentos en que necesita desconectar?
Es absolutamente fundamental desenchufarse. Cuando tienes una actividad como esta y eres un apasionado te tienes que obligar cognitivamente a parar. A mí hay algunas cosas que me ayudan, como la cocina, donde me focalizo. Además, me encanta el mundo del vino y también hacer deporte. Salgo en bicicleta con mis amigos por la Calderona y eso me hace desconectar. Está neurocientíficamente demostrado que elimina toxinas del cerebro y nos hace más creativos y más sociales.
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