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Juguetes de la infancia (pongamos por caso el Tragabolas, Mr.Potato o Gusiluz) transformados en joyas hechas a mano con metracrilato y madera de haya. Unos pendientes, un collar o un broche con diseños que evocan emociones y recuerdos y que llevan sello valenciano. Detrás ... de esta fantasía se encuentra la startup valenciana La Vidriola, fundada por Pablo Nieto y Blanca Calabuig, que arrasa en ventas y que cuenta con miles de seguidores en redes sociales.
De hecho sus colecciones, que son limitadas, son muy deseadas, especialmente en el extranjero, a dónde se va el 95% de su producción, sobre todo a países como Australia, Reino Unido, Estados Unidos y Singapur. Ventajas del 'ecommerce' y de focalizar su trabajo en las licencias, desde que en 2019 fueron impulsados por Lanzadera, «con quien conseguimos crear un proyecto empresarial estable», explica Nieto.
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María José Carchano
Un trabajo que ha sido ahora reconocido por el fabricante multinacional de juegos y juguetes de mesa Hasbro -conocido por juguetes como Mr. Potato, My Little Pony y juegos como Monopoly- que ha premiado la creatividad de La Vidriola en su colección Hasbro x La Vidriola Retro Toys inspirada en los juguetes más icónicos de la marca convertidos en collares, broches y pendientes. Todo ello diseñado y fabricado desde su estudio en Valencia.
Para Nieto, que también es CEO de la compañía, el galardón «es una inyección de energía y confianza que agradecemos muchísimo y nos reafirma la apuesta por la creatividad y la colaboración con grandes marcas reconocidas mundialmente».
«Nos ayudan a llegar a más países en nuestra internacionalización constante», afirma. Porque La Vidriola trabaja con licencias desde finales de 2019, en concreto con nombres míticos como Hello Kitty, Garfield, Paramount y My Little Pony, entre otros. Marcas que son pura nostalgia y que estos emprendedores valencianos han convertido en piezas de joyería.
En este sentido, desde que La Vidriola -que actualmente tiene un equipo de ocho personas- realiza estas colaboraciones ha visto crecer su negocio un 50% anualmente, incluso en estos años tan complicados con una coyuntura mundial muy compleja.
La empresa, que tiene su taller de producción en Valencia, realiza unos 300-400 diseños al año de unas piezas cuyos precios oscilan entre los 50 y los 300 euros. Entre sus piezas más emblemáticas, sushi atrapado por palillos, del que hicieron versiones con niguiri y con maki, en distintos colores.
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