Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia
Toni Mayor en una imagen de archivo. LP
Presidente de la patronal hotelera HOSBEC

Toni Mayor: «La tasa turística está muerta tras el resultado electoral en Andalucía»

El empresario se despide tras 14 años habiendo convertido la asociación valenciana en una de las más importantes del sector a nivel nacional

Nicolás Van Looy

Benidorm

Lunes, 27 de junio 2022, 01:01

Tras catorce años al frente de la patronal hotelera Hosbec, Toni Mayor dejará el cargo el próximo otoño. Todavía le quedaban dos años más de mandato, pero cree que ha llegado el momento de dar un relevo que, salvo sorpresa, se sustanciará en la ... persona de Federico Fuster, una nueva generación y, seguramente, una nueva manera de hacer las cosas, aunque sin grandes rupturas después de varios años siendo la mano derecha del histórico dirigente benidormense.

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Tras tres lustros al frente de una de las mayores asociaciones hoteleras de España, que este año ha superado la barrera de las 100.000 camas asociadas, son pocos interlocutores que no conocen a Mayor, que ha tenido la habilidad y la valentía de meterse, con su eterna y franca sonrisa, en todos los jardines y charcos que se le han cruzado en el camino.

Buen conversador, de trato cercano, educado hasta el extremo y siempre con un comentario gracioso con el que quitarle hierro a cualquier asunto cuando la presión amenaza con hacer estallar la olla, Toni Mayor ha sido y sigue siendo, también, un luchador implacable por todo aquello que entiende justo para el sector turístico que ha representado tantos años. A la vez, adversario temible y aliado perfecto para un sector político con el que ha chocado con todas las opciones del arco parlamentario, y con el que ha ido de la mano, a la vez, con todos ellos.

Superada la pandemia y encarrilado, al menos en apariencia, el camino de la recuperación, Toni Mayor dirá adiós dentro de unos meses tras completar un periplo igual de largo que el de Angela Merkel. Una despedida que, como él mismo reconoce en esta entrevista, llega dos años más tarde de lo inicialmente planeado, precisamente, porque no quiso saltar del barco cuando las vías de agua pandémicas amenazaban seriamente con hacerlo naufragar.

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-El pasado viernes, durante la Asamblea Anual de Hosbec, deslizó en varias ocasiones que el sector había tenido dudas sobre si sería capaz de volver a ser el motor económico que era previo a la pandemia. ¿Hasta qué punto llegó esa duda?

-Bueno, es que una crisis como la de la pandemia no la habíamos vivido nunca. Eso han sido palabras mayores. No lo decía por mí mismo o por la organización, sino porque había bastantes hoteleros que se preguntaban si volverían los británicos, si los clientes fieles no acabarían yéndose a otros lugares… había dudas.

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Son cosas que vas oyendo y que, al final, transmites en un discurso, pero yo nunca lo pensé. Tengo un carácter muy positivo y tengo mucha confianza en el sector turístico. Además, está demostrado por encuestas que somos un producto de prioridad en el gasto.

-¿Las vacaciones son, por lo tanto, un bien de primera necesidad?

-Es que la gente quizás no se ha cambiado el coche o el sofá, no ha pintado… no ha hecho muchas cosas, pero ha priorizado el gasto en turismo. Históricamente, las vacaciones se han ido convirtiendo en una necesidad inaplazable. Es algo que no sólo ocurre con el sol y playa, sino también con las ciudades, el turismo de interior, la restauración… con toda clase de ocio.

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La gente ha dejado atrás el virus y se ha dicho que ahora es nuestro turno de gastar por si acaso, aunque de ese 'por si acaso' hay mucho que hablar porque sigue habiendo mucho Covid en Reino Unido y aquí, si bien es verdad que está siendo muy suave.

«Compromís ha encontrado en el turismo algo que les da titulares y con eso se han quedado. Veo algo de poca entidad»

-Pese a todo, durante la pandemia y muy especialmente en 2021, los destinos de sol y playa acabaron funcionando relativamente bien.

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-Así es. Hay dos veranos. El de 2020 fue fatal. Abrías, cerrabas, ahora sí, ahora no… No tuvimos turismo internacional, como tampoco lo tuvimos en 2021. Pero ese año nos beneficiamos mucho de que el turista nacional que solía elegir destinos internacionales optó por venir a la costa. Además, teníamos abierto el 70 u 80 por cien de la planta hotelera. La que estaba abierta era la mejor e hicimos una temporada bastante decente. A eso, hay que sumar que los restaurantes hicieron el mejor verano de su historia. En 2021 se salieron… y siguen saliéndose.

Este año, sí ha vuelto con muchísima fuerza el turismo internacional y ya tenemos toda la planta abierta a lo largo de toda la costa.

-Esta semana se está hablando mucho del caos aeroportuario que se está viviendo en Europa.

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-El turismo británico va muy bien, pero, efectivamente, no dejamos de tener problemas y turbulencias como este que señalas. Hay un fregado de mucho cuidado. Es verdad que con estos dos años de pandemia muchos trabajadores extranjeros se han quedado sin protección social y se volvió a sus países. Es algo que no sólo ha pasado en España, sino que ocurre en todos los sitios.

Además, también nos ha perjudicado mucho la reforma laboral. No es flexible. Nos ata mucho. No permite, por ejemplo, hacer las horas que un trabajador de temporada quiere hacer. Muchos de ellos quieren hacer diez u once horas al día y llegar a octubre con dinero para pasar el invierno. Todo esto es un corsé que nos perjudica. No sólo a nosotros, sino a todos los sectores económicos.

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-El gran titular que usted mismo dejó en esa Asamblea de la pasada semana es su marcha como presidente de Hosbec. ¿Por qué ahora, cuando le quedaban dos años de mandato?

-Bueno… no es tan importante. Es algo que el sector y nosotros mismos habíamos hablado hace tiempo y, por lo tanto, estaba consensuado. Hace dos años, en plena pandemia, no parecía prudente hacer ese cambio. Hablé con Fede y le dije que seguiría un año o dos a ver si salíamos de ese lío. ¡Es que han sido 14 años!

Ha sido demasiado. Creo que la teoría de ocho años y fuera es buena, pero también es verdad que Merkel estuve 14 años y yo no quería ser menos que ella, así que tuve que forzar un poco (ríe).

-Federico Fuster, actual vicepresidente y el único que por ahora se postula para sucederle, ¿debe ser considerado su delfín?

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-Es el delfín de todos. Nosotros hacemos las cosas de una forma muy colectiva. Viene de una familia histórica de hoteleros, tiene juventud, experiencia y cualidades. Además, tenemos la gran suerte de tener a Nuria [Montes, secretaria general de Hosbec], que es un Panzer alemán (ríe a carcajadas). ¡Cuántas organizaciones querrían tener nuestra suerte y contar con ella! Es una mujer que produce por dos, siempre está ahí, con buenas maneras, con rapidez en la ejecución.

-Confía, por lo tanto, en que como en el caso de todas sus reelecciones, no habrá más de un candidato.

-Es un proceso libre. No podemos nombrar a nadie a dedo. Por ello, si hay alguien más que se quiera presentar, no le vamos a decir que no lo haga, pero no es algo que suela pasar.

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«Sin el Imserso, Benidorm se salvaría porque tiene atractivo internacional también en invierno, pero eso no sucede en otros destinos turísticos»

-Desde su nombramiento en 2008 han pasado de contar con algo menos de 70.000 camas asociadas a más de 100.000. ¿Ha sido algo buscado o se ha producido de forma natural por el trabajo del día a día?

-Creo que ha llegado gracias a la buena imagen, porque nadie se apunta a una sociedad que no le gusta. Es verdad que se ha hecho una labor de crítica política, pero se ha hecho a todos los partidos… ¡tú eres muy consciente de lo que yo he largado del PP en su momento! (ríe).

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Siempre hemos estado ahí, siendo muy críticos con todos y eso ha ayudado a que no se nos vea posicionados con unos u otros. Yo hago ese papel independiente de estar con unos y otros, entenderlos, tener un discurso que pueden entender desde Compromís hasta…

-Está siendo muy amable en la despedida porque en más de una ocasión ha criticado que muchas de las medidas de Compromís, lesivas con el sector, son de pura ideología.

-¡Es que yo fui el primer concejal nacionalista de este país! Eso no es moco de pavo. En 1979 entré al Ayuntamiento de Benidorm con el Partido Nacionalista del País Valencià. Era algo que tocaba…

-Siendo así, ¿a qué cree que se debe ese enrocamiento ideológico que usted tantas veces ha señalado y criticado?

-Estos tienen poca agenda y han encontrado en el turismo algo que les da titulares y con esto se han quedado. Veo algo de muy poca entidad. Es, además, algo mimetista. Ya sabes que aquí el nacionalismo se mira en Baleares y Catalunya. Es, como yo digo de cachondeo, la tasa del Països Catalans. Está Catalunya, les Illes y el País Valencià.

Es por eso y porque todavía no han entendido que el ejemplo más claro de turismo democrático y social es Benidorm. Y ya van años para haberlo entendido. Si es que es lo más social que hay: vas a la playa y ves a uno que lleva un reloj Rolex y otro que tiene un bañador roto… tenemos de todo.

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-Habiéndose demostrado, como usted mismo ha reconocido, que es posible atraer al mercado nacional y, de esa manera, no ser tan dependientes de emisores únicos como Reino Unido, ¿ha llegado el momento de que el sector se replantee su dependencia de los grandes turoperadores y apueste por un tipo de cliente que no genere tanta 'turismofobia'?

-No hemos dejado de ganar escalones en ese terreno desde que Internet entró en el mercado turístico. Es algo con lo que tenemos que convivir. La turismofobia es un producto que nace con los Airbnb. Las habitaciones que se alquilan, los apartamentos que nadie controla… Eso no existía hasta que entraron esas comercializaciones tan agresivas y que invadían todo el territorio residencial. Cuando el turismo ha invadido edificios residenciales y ha metido apartamentos con seis chavales armando follón, es cuando ha llegado el problema.

Con la planta hotelera, la turismofobia no existe y nunca ha existido. Ha podido existir la masificación, pero eso es algo que se produce aquí, en Barcelona, en Londres y en todos aquellos lugares donde haya un volumen determinado. Recuerdo haber ido a Roma hace unos años y había zonas en las que no había quien entrara. Eso era un desmadre y eran todo cruceristas que entraban incluso a las tiendas de Prada como si aquello fuera un museo.

-Eso tiene difícil solución.

-Yo ya dije que si fuera alcalde de Capri o de Florencia, no dejaba entrar a un solo crucerista. Son destinos que ya tienen suficiente sexapil. Los cruceros tienen alguna cosa positiva, especialmente en los puertos de salida, porque eso atrae a turistas que vienen de lugares lejanos como China o Estados Unidos y están unos días en la ciudad antes de embarcar.

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-Le noto especialmente beligerante con los cruceros. De hecho, recientemente aseguró en una entrevista que el único punto positivo que le veía a la Tasa Turística es que se lo cobrara a los cruceros.

-(Ríe) Es que no pagan IBI, no pagan ningún impuesto… pues que paguen una tasa local.

-Una tasa que ustedes siempre han dicho que es un impuesto y contra la que se han posicionado en contra de una forma muy rotunda.

-Creo que la tasa turística ya está muerta. Más todavía después del resultado electoral del pasado fin de semana en Andalucía. Cuando la tengan que plantear a final de año, con elecciones a unos meses vista… ¿crees que se van a meter en ese fregado? No tiene ningún sentido.

-Tasa turística, problemas aeroportuarios, pospandemia, guerra en Ucrania… parece que sólo surgen problemas y malas noticias.

-Estamos en un momento tan extraordinario y tan excepcional. Guerra, inflación, sobrecostes, tasa turística… En el horizonte, no debemos olvidarlo, seguimos teniendo la pandemia, que puede darnos problemas de nuevo. De hecho, en Reino Unido ya están poniendo la cuarta dosis de la vacuna a los mayores de 70 años. Tenemos tantas incertidumbres sobre la mesa que no podemos poner más.

-Hablando de incertidumbres, una de las más inmediatas es el futuro del Imserso. Ante la negativa de la ministra Belarra de negociar con el sector, ¿no se han planteado lanzar un programa paralelo desde la iniciativa privada?

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-No es fácil hacer esas cosas, aunque ya hay touroperadores privados que tienen programas similares.

-Se lo pregunto porque tal y como ustedes lo pintan, la desaparición del Imserso supondría un auténtico Armagedón para el turismo.

-Si el Imserso dejara de existir, Benidorm se salvaría porque tiene atractivo internacional en invierno. No es como otros lugares como Gandía, Magaluf, Lloret, Salou… donde sólo quedan abiertos los hoteles del Imserso. Yo mismo tengo hoteles en Denia o Calpe y ahí sí que lo notaríamos porque no hay suficiente volumen. Dicho esto, trataríamos de venderlo de otra forma.

Lo bueno del Imserso, cuando tenía volumen, es que cada siete días se iba un grupo y llegaba otro. Eso te permitía hacer un volumen barato, pero con el que salvabas la temporada. Siempre dije que si llegábamos a Semana Santa y habíamos perdido 200.000 euros, que me dijeran dónde había que firmar. Los pagamos a gusto por mantener la plantilla. Ahora ya hablamos de perder más de 800.000 euros. Tratan de llevarnos al matadero y contra eso nos revelamos.

-Siguiendo con los temas de actualidad, ¿cuándo llegará el momento en el que no quede más remedio que repercutir el incremento de costes en los precios?

-Eso llegará el verano que viene. Tenemos que tener en cuenta que aquí tenemos un espacio de rentabilidad y otro de desierto. El invierno es un desierto económico. Ya sea con ingleses, con el turismo nacional o con el Imserso, no pasamos de un precio medio de 40 euros. Ya lo dije en la Asamblea: no podemos seguir cobrando lo que cobramos.

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En otras zonas, están cobrando lo que no está escrito por pernoctaciones en hoteles de la misma calidad. Por eso, también dije que igual tenemos que cerrar el 15 o el 20 por ciento de la planta hotelera en invierno y repartirnos ese cierre entre todos para que los que queden, al menos, sean sostenibles económicamente.

-Otra cuestión que ha tomado un gran protagonismo en los últimos años es la de la sostenibilidad de la industria turística.

-Creo que la sostenibilidad ya es como el agua: todos tenemos que beber de ella y todos tenemos que hacernos cargo de ella. Y cuando digo todos, es todos: la industria turística, la aeronáutica, la del transporte, la Administración… Especialmente, la Administración. En este momento, ya tendría que haber la mitad del transporte público eléctrico, como ya ocurre en muchos sitios.

No es un reto de una industria, de un sector económico, de un partido político. Ni siquiera es un reto de un gobierno. Es un reto de la humanidad. O la humanidad se pone las pilas o sufrirá las consecuencias, que es lo que ya estamos haciendo.

-Pero usted mismo me ha dicho que con el Imserso se trabaja a volumen para cuadrar las cifras y Benidorm es un ejemplo de esa apuesta por el volumen durante todo el año. ¿No resulta un oxímoron esa apuesta y, a la vez, hablar de sostenibilidad?

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-No. Tenemos que ir dando pasos conforme a las posibilidades que se tengan. Además, es algo que ya nos está pidiendo el cliente. Hace 15 o 20 años TUI hizo un estudio que concluía que para el británico es más sostenible ir a Benidorm que viajar a otro continente por una cuestión tan simple como el uso del combustible.

Creo que ahora ya existe una conciencia general sobre esa cuestión y que aquel que hace un viaje de largo radio lo alarga, con una estancia de 15 o 20 días, para no volver a hacer otro en cinco años. Es una conciencia que irá calando cada vez más en el consumidor y que se traducirá en una mejora de la contaminación que producimos con nuestro ocio.

-Este año Benidorm celebra el Año Pedro Zaragoza en honor al alcalde que inventó el turismo moderno en España. Atendiendo a todos esos factores de los que hemos hablado, ¿cree que estamos en un momento de transformación como nunca se había visto, precisamente, desde aquellos años 60 con Zaragoza al frente?

-En estas semanas se están abriendo varios hoteles nuevos y otros que han sido reformados por completo. Es un proceso en el que no hemos parado desde hace siete u ocho años. Benidorm tiene una planta hotelera buenísima y cada vez es mejor. Estamos en esa reconversión industrial de la ciudad, que la ha hecho la planta hotelera.

A la vez, en la zona de Poniente se están haciendo edificios residenciales de uso turístico con buena arquitectura, algo que no se había hecho nunca. El Ayuntamiento, por su parte, está abordando la cuestión de la peatonalización, algo que hay que hacer sí o sí. Una ciudad turística y llana tiene que ser peatonal.

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