

Secciones
Servicios
Destacamos
V. LLADRÓ
Lunes, 15 de marzo 2021, 01:05
Una nueva amenaza paisajística y cultural se cierne en estos momentos sobre les Terres dels Alforins, una comarca repleta de belleza y encantos que la hicieron merecer hace tiempo el sobrenombre de la 'Toscana valenciana'. Si en 2009 se salvó de que se instalara allí un macrovertedero que hubiera arruinado infinidad de valores naturales y posibilidades de desarrollo rural, ahora es la masiva llegada de proyectos de grandes parques fotovoltaicos lo que hace peligrar la pervivencia de un espacio sin igual.
Fondos de inversión que escudriñan toda la geografía valenciana, a la caza y captura de terrenos apropiados para ubicar sus megainstalaciones solares, se han fijado también en esta comarca que a estas alturas debería contar con una protección especial que asegurase para siempre los valores que atesora.
Hablamos de unas virtudes que abarcan múltiples ámbitos que se entrelazan: naturales, agrarios, enológicos, culturales, históricos, paisajísticos... No es un parque natural, nos encontramos en un espacio humanizado, pero sensatamente humanizado desde hace mucho y con máximo respeto a la naturaleza; de lo primero que se empezó a humanizar sabiamente en estas tierras cuando aún faltaba mucho para llamarse valencianas. De manera que es lo más parecido a un parque natural habitado y trabajado, dentro de los términos de ocupación y aprovechamiento ejemplar que hoy llamamos sostenibles.
Así que la cuestión se emplaza difícil de partida, puesto que la amenaza de ahora también se entronca en postulados sostenibles al uso. Porque ya no se trata, como doce años atrás, de un vertedero, un conglomerado sucio y molesto, que no concita visitas precisamente, sino de la atracción moderna de las energías alternativas, y con estímulo oficial. No, ahora son paneles fotovoltaicos, ¡energías renovables!, y todo concuerda con los nuevos parámetros establecidos y aceptados: aprovechar el sol, luchar contra el calentamiento global, bajar los costes eléctricos, cumplir las pautas de París, alcanzar los objetivos de la UE, que se trasladan a toda la Administración en cascada...
Sí, todos apoyamos sin fisuras la conveniencia de lo fotovoltaico, pero son enormes concentraciones de placas de cristal y aluminio que de igual manera se pueden poner en otros sitios, donde no se estropeen valores como los que aquí se acreditan, para disfrute de sus moradores y de todo aquel que se acerca a admirarlos. Para entendernos: es muy aconsejable colocar paneles solares en los techos de los edificios, para su mejor aprovechamiento, pero no quedaría bien hacerlo sobre las Torres de Serranos, ¿verdad?
El 5 de marzo de 2009 escribimos: «Sería un auténtico crimen. Un crimen contra el paisaje, contra la cultura, contra la economía tradicional de la comarca y sus nuevas posibilidades de desarrollo sostenible que se están asentando de forma floreciente, y, por supuesto, contra la opinión mayoritaria de los ciudadanos y de sus representantes».
Aquel reportaje, junto a otras publicaciones que llamaron la atención contra el proyecto del macrovertedero, porque era un auténtico atentado, lograron despertar la sensibilidad en altas instancias de la Administración, y las consellerias de Agricultura y Medio Ambiente y Obras Públicas tomaron la decisión de suspender aquella instalación que podía dañar la comarca, proclamando que ésta debía quedar a salvo de iniciativas de parecido estilo, que se debía preservar la zona como es. Pero no se continuó avanzando para materializar dicha salvaguarda y ahora se presentan poderosos fondos de inversión en busca de suelo barato para negocios energéticos que se apellidan renovables.
Los términos de Moixent, La Font de la Figuera y Fontanars dels Alforins aglutinan una distinguida concentración de masías históricas y campos de vid, cereal, almendros, olivos y frutales que forman un mosaico sin parangón y se intercalan con núcleos de pinada y serpenteantes caminos que se adentran entre parcelas, ribeteados de cipreses.
En el centro de todo este conglomerado de hermosos parajes está el valle de Les Alcusses, y arriba, el histórico poblado íbero de La Bastida, los primeros pobladores, donde se encontró el famoso 'Guerrer de Moixent». Cerca discurre el río Cányoles, que define un corredor histórico norte-sur por el que entraron y salieron las sucesivas dominaciones, todas las culturas que se fueron fundiendo. Y enfrente, el poblado del Castellaret de Baix, la necrópolis del Corral de Saus...
Aquí está floreciendo desde hace años una viticultura que es bandera en la Comunitat Valenciana y en toda España por su diversidad y altísima calidad. Celler del Roure, Daniel Belda, Los Frailes, Clos de L'Ôm, Rafael Cambra, La Viña, Arráez, Clos de la Vall, Enguera, Los Pinos, Heretat de Taverners... constituyen hoy un pequeño imperio de innovación, economía y compromiso con el territorio. Cuentan con una creciente proyección nacional e internacional, que se enmarca además en proyectos agroturísticos, por supuesto sostenibles, que cuentan con creciente predicamento entre la población. Se están recuperando cada vez más fincas que decayeron en sucesivas crisis anteriores, y los proyectos agroalimentarios se abrazan también a la recuperación del olivar artesanal que da aceites de altísima condición, y al resurgimiento del cultivo de cereales ancestrales para volver al buen pan que se perdió...
Y todo esto se ve ahora injustamente amenazado por modernos proyectos fotovoltaicos, cuando pueden ser igual de útiles en otros lugares que carezcan del atractivo de unos elementos irrepetibles que se deben respetar a ultranza. La última palabra la tiene la Generalitat.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.