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V. LL.
VALENCIA.
Domingo, 9 de febrero 2025, 23:47
La tradicional actividad de apicultores profesionales que ejercen la trashumancia a lo largo de cada año puede verse frenada, y con ello la viabilidad de sus explotaciones, de prosperar una nueva normativa del Ministerio de Agricultura que impondría fuertes trabas burocráticas de control previas a cada movimiento de las colmenas.
Tan grave es la amenaza que las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA han anunciado que llevarán a cabo movilizaciones generalizadas en el sector, si el ministerio sigue adelante con su Programa de Vigilancia Obligatorio.
Los apicultores que se dedican íntegramente a esta actividad recorren sucesivamente diversas comarcas por toda España, ubicando sus cientos o miles de colmenas donde coincidan con la eclosión de nuevas floraciones (almendro, azahar, romero, eucaliptus...), a fin de aprovechar al máximo las oportunidades y así rentabilizar su explotación. Lo habitual es que tengan preestablecidos, de unos años para otros, y a veces durante mucho tiempo, los lugares en los que se ubican, trabando para ello acuerdos con los agricultores y vecinos de cada sitio. Con mucha frecuencia llegan a tener casas propias o arrendadas en poblaciones lejanas a las suyas, para poder atender de cerca los cuidados y extracciones de miel en los colmenares.
Ahora se pretende que cada apicultor se someta a rigurosos requisitos sanitarios de control cada vez que vaya a mover sus abejas, lo que representaría mayores gastos y, lo que sería peor, retrasos en los movimientos requeridos. En suma, la apicultura profesional quedaría en trance de extinción, sólo estaría más asegurada la sedentaria, que produce una pequeña parte del total.
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