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La historia de Bocopa arranca en 1987, con la iniciativa de las bodegas de producción de Castalla, Cañada, La Romana, Petrer y Sax de dejar a un lado la venta de graneles y apostar por el vino embotellado. Desde entonces, el proyecto ha ido creciendo hasta convertirse en la empresa líder del mercado de vino de Alicante, con mil hectáreas de viñedo y una facturación de 8,4 millones de euros el pasado año.
La compañía, que representa más del 50% de la producción vinícola de la provincia y asegura haber recibido650 distinciones a lo largo de su trayectoria, alcanza su trigésimo aniversario con unos 250 socios viticultores, 45 trabajadores y 4,6 millones de botellas vendidas al año.
Su producto estrella es el vino Marina Alta, un blanco que cumplirá 25 años en 2018 y ronda el millón anual de botellas vendidas.
Según Gaspar Tomás, gerente y enólogo de la firma prácticamente desde su creación, «la apuesta de Bocopa, desde su constitución, ha sido labrar un futuro para la viticultura alicantina, haciendo que el valor de su cosecha sea cada vez mayor e intentando mejorar la renta de los viticultores a través de sus vinos».
De los 30 millones de kilos que se producen anualmente en Alicante sólo se comercializan diez y, de ellos, añade, cinco salen de Bocopa.
La empresa exporta el 40% de su producción y afronta su siguiente etapa con el reto de «poner en valor el vino de Alicante», en línea con sus esfuerzos para potenciar la denominación de origen como vía para construir un proyecto de futuro, lejos de la «especulación del granel» que los comerciantes aprovechaban, durante años, para bajar los precios.
Para romper esa dinámica, potenció la promoción para llevar su nombre por toda la geografía española, como sello de una amplia selección de vinos que incluye blancos, tintos, rosados, espumosos, licores de monastrell, moscatel y el fondillón, el más tradicional de Alicante.
Según Tomás, todos ellos «expresan la personalidad de las mejores cepas y tierras alicantinas y el clima mediterráneo extremo de la provincia». Y una de las vías para reivindicar el espacio que corresponde a los vinos de Alicante, recalca, es «luchar para que tengan más protagonismo en las cartas» y darles prioridad en los restaurantes de la provincia, frente a la tendencia de «ofrecer en primer lugar un Rioja o un Duero».
Con la filosofía de «hacer una viticultura sostenible» muy presente desde sus inicios, los responsables de Bodegas Bocopa consideran que el proyecto empieza a dar sus frutos tras haber pasado por momentos muy difíciles a lo largo de su trayectoria. Así lo atestigua su presidente, José Miguel Castelló, que apuesta por «saber equilibrar las hectáreas que se necesitan para poder hacer rentable el proyecto».
En un contexto en el que «la legislación vigente favorece a las grandes empresas y deja de lado al pequeño viticultor», la firma reivindica la búsqueda de la excelencia.
En 1993 lanza el Marina Alta, su líder en ventas, con un millón de botellas anuales. El director y enólogo de Bocopa, Gaspar Tomás, llevaba desde la cosecha anterior trabajando en «un vino blanco muy especial y con tintes de número de uno». Con escasos recursos, presentó su creación en la feria más importante del sector, en Burdeos, y se marchó del Vinexpo con la medalla de oro. Elaborado con uvas de Moscatel, agotó las 50.000 botellas de su primera añada en escasas semanas y marcó un antes y un después en la historia de Bocopa.
De cara al futuro, está inmersa en el Proyecto Hispanicus, un trabajo de I+D+i e incentivo de calidad para los socios del que han surgido tres vinos premium: Fuego Lento, de viñedos cultivados a más de 600 metros de altitud, Fondillón y los vinos dulces Laudum Dulcenegra y Moscatel.
Así, Bodegas Bocopa fue creciendo con una gama de «vinos fáciles de beber y muy aromáticos», según los define su presidente, y una firme apuesta por «hacer marca y salir a competir con otras denominaciones de origen con gran trayectoria y que hacen las cosas bien».
Castelló otorga un papel clave al lanzamiento del Marina Alta en la evolución de la compañía, a partir del proyecto inicial de integrar a todas las bodegas de Alicante y comercializar el vino a granel.
El éxito logrado con ese blanco joven, elaborado con la variedad Moscatel de Alejandría, les permitió mejorar la renta de sus viticultores y reforzar una red de distribución que resultó esencial para sus sucesivos éxitos, como es el caso de la gama Marina Espumante, una colección de espumosos elaborados mediante el método Charmat, de tan sólo siete grados, pensada para un público de alrededor de 25 años, que se incorpora al mundo del vino.
Nacida en 2007, esta gama «se ha consolidado como una de las alternativas más interesantes al consumo de vino tradicional», señalan desde la bodega, que siete años después lanzó el tinto ecológico Laudum Roble, elaborado a partir de cepas viejas de uva Monastrell -autóctona de Alicante- y presentado en una botella que le valió el Premio Mundial al Diseño.
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