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Una perra busca trufas bajo carrascas cultivadas en hileras, como cualquier producción agraria. A. OJOSNEGROS
Las trufas se cultivan como cualquier otra producción agraria

Las trufas se cultivan como cualquier otra producción agraria

Los truficultores piden cambios en normativas que les perjudican al considerar aún que su actividad y los campos donde se desarrolla tienen carácter forestal

V. LL.

VALENCIA.

Domingo, 27 de octubre 2024, 23:48

La legislación española sigue contemplando la producción de trufas con los mismos criterios de varias décadas atrás, cuando era una actividad meramente recolectora en medio del monte, mientras que en la actualidad, y desde ya hace tiempo, se trata de un cultivo como cualquier otro, por lo que no tiene sentido que esté al margen de la plena consideración agrícola que en realidad tiene.

Esta es la principal reivindicación actual de los productores de trufas de toda España, conforme se ha puesto de manifiesto en una jornada celebrada con el patrocinio del Ayuntamiento de El Toro (Castellón), a la que han asistido representantes de diversas comarcas productoras de la Comunitat Valenciana, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Cataluña.

Según ha explicado Santiago Reyna, ingeniero de Montes, truficultor y autor de libros especializados en la materia, el problema esencial radica en que la ley nacional continúa considerando la truficultura como actividad forestal, cuando hoy en día es agrícola en más del 99% de los casos. Estamos ante plantaciones de carrascas y otras especies arbóreas que se realizan con criterios agrícolas y se cultivan para poder obtener una cosecha, la de las trufas que se desarrollan en las raíces previamente inoculadas en viveros.

Los plantones se multiplican en viveros especializados, se plantan en campos con hileras ordenadas, se podan, riegan y cuidan como cualquier otro cultivo, pero como se trata de especies que en otros ámbitos son forestales, el conjunto de la truficultura sigue contemplándose como antiguamente, lo que acarrea perjuicios para los cultivadores.

El problema principal es que a la hora de realizar arranques y replantaciones se ha de contar con permisos previos medioambientales, no se funciona con la libertad de cualquier plantación frutícola, donde se arranca y se vuelve a plantar cuando así se considera para mejorar los rendimientos. Aquí prevalece un absurdo criterio forestal. Esto supone un grave freno para el avance del sector, que también sufre otras derivadas en aspectos fiscales y en el acceso a posibles ayudas. La truficultura no está contemplada en la PAC, porque no se considera actividad agraria, y tampoco pueden acceder los truficultores a programas de ayuda para riegos de apoyo, planes de mejora, etc. como cualquier otro profesional del campo. Por otro lado se encuentran además con la puerta cerrada en instituciones agrarias como el IVIA para acceder a investigaciones necesarias, como ocurre ahora cuando este cultivo empieza a sufrir plagas que eran desconocidas.

El conseller de Agricultura, Miguel Barrachina, que asistió a la jornada, mostró todo el respaldo del Consell para apoyar tales demandas y legislar en el sentido reclamado. Ahora falta Madrid.

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