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El cauce nuevo del Turia ayer, cuando casi siempre está seco. IRENE MARSILLA

El Turia llega de nuevo hasta el mar porque los embalses no pueden guardar más agua

El pantano de Benagéber se desborda tras nueve años de escasez y el de Loriguilla no puede albergar más reservas por seguridad

VICENTE LLADRÓ

Lunes, 13 de abril 2020, 00:10

El nuevo cauce del Turia presenta estos días una imagen poco habitual que suele limitarse a esporádicos episodios de lluvias torrenciales, cuando cobra el papel de desagüe que se le reservó al construir el desvío del 'Plan Sur'. El caudal es apreciable en la canalización inicial del nuevo trayecto, en Quart de Poblet, y a partir de ahí se esparce con una lámina de agua que llena todo el lecho, de lado a lado, y llega así hasta el mar. Es decir, que en estos momentos, el Turia tiene de nuevo desembocadura 'viva', es un río completo.

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¿Qué ha pasado para llegar a este punto? Porque no ha habido precipitaciones intensas. Lluvias sí, y en algunas fases persistentes, pero como se suele decir entre agricultores, ha llovido con 'conocimiento'. Ahora bien, sumadas todas las precipitaciones de los últimos meses, se ha logrado lo que ocurre de tarde en tarde: que los embalses del Turia no puedan albergar más reservas, por lo que están desaguando, y eso es lo que vemos al final del trayecto, por el río circula hasta el mar el caudal que ya no se puede retener aguas arriba.

'Morning glory'

El embalse de Benagéber está completamente lleno. Su llamativo aliviadero de superficie, tipo 'morning glory', único en España, desagua de forma natural, lo que no ocurría desde hace nueve años, desde abril de 2011.

Por lo que respecta al otro embalse valenciano en el Turia, el de Loriguilla, está a sólo el 30-31% de su capacidad, con 22 o 23 hectómetros cúbicos, pero no puede albergar mayor cota por culpa de filtraciones y razones técnicas de seguridad.

Si nos fijamos en la evolución de ambos embalses durante el último año, según las informaciones semanales de la Confederación Hidrográfica del Júcar, veremos que el de Benagéber ha ido subiendo poco a poco y de forma muy rápida en las últimas semanas, mientras que el de Loriguilla se ha mantenido practicamente igual: sin bajar de forma notable, porque el caudal que le llegaba suplía el que salía, ni subir, porque no dejan que aumente más.

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De esta forma se pierden más de dos tercios de la capacidad de este embalse, unos 50 hectómetros, así como la reserva que debería existir en el embalse de Villamarxant, que no ha llegado a construirse a pesar de estar programado y a punto de iniciarse las obras en años recientes.

Reservas para tres años

Como consecuencia de todo ello, el Turia está desaguando en estos momentos caudales que seguro que convendría guardar para épocas de escasez que se vienen sucediendo con una periodicidad casi regular. Unos dirán que es agua que se pierde, y es verdad que en años pasados la cuenca del Turia pasó muchas estrecheces, mientras que otros, más proclives a valorar esta bonanza en claves de equilibrio natural, dirán que eso es lo suyo, que un río llegue con agua hasta el mar.

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De una forma o de otra, el caso es que el gran embalse del Turia está repleto, lo que es una gran noticia para Valencia y demás poblaciones que beben en buena parte del mismo, y para los agricultores que dependen de sus reservas para regar las cosechas en L'Horta y Camp de Turia. Unas reservas que parecen aseguradas al menos para tres o cuatro años.

Al mismo tiempo esta situación sirve también de indicación para intuir que los acuíferos subterráneos de la cuenca del Turia también deben de estar en muy buena situación, prácticamente en paralelo con el embalse, porque son casi las mismas lluvias las que, a través de filtraciones y escorrentías, 'alimentan' uno y otros, en una intercomunicación que no está del todo estudiada, por las dificultades obvias respecto al subsuelo, pero que la larga experiencia señala que existe, que en la práctica funciona.

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Nueve años de resistencia

Otra enseñanza derivada de esta buena noticia de que Benagéber esté lleno y desaguando (alimentando acuíferos) estriba en el periodo transcurrido desde que ocurrió lo mismo. Nueve años en los que se ha podido resistir sin perder usos, abastecimientos ni casi producciones, ni siquiera en los años peores, a base de políticas y estrategias de ahorro y buena administración del agua. Y, pasado lo peor, a poco que cambió el ciclo y regresaron años con lluvias más regulares (entre 400 y 600 litros por metro cuadrado, sin exagerar, las medias históricas), el pantano fue recuperando, hasta llegar el empujón definitivo de esta primavera que ha terminado de llenarlo.

¿Ha desaparecido el viejo fantasma de la sequía? En absoluto, la sequía es consustancial a nuestro territorio y se suceden años buenos, regulares y muy malos. Por eso hay que ser cuidadosos cuando hay agua, para no desperdiciarla, procurando que se mantengan las reservas para cuando vuelvan ciclos más secos, en los cuales podemos resistir gracias a lo guardado en los embalses. Y más que hubiera para los duros momentos que se repetirán.

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