![Valencia come cebollas caras de Nueva Zelanda mientras destruye la cosecha local](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/15/IMG_6801-U190630297968GkG--1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Valencia come cebollas caras de Nueva Zelanda mientras destruye la cosecha local](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/15/IMG_6801-U190630297968GkG--1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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En plena crisis agraria, cuando se siguen repitiendo manifestaciones y tractoradas de protesta por toda Europa, en la Huerta valenciana ha estallado un nuevo foco de ruinosa preocupación con muchas aristas difíciles de entender. La cosecha de cebollas está en sus horas más bajas; ... apenas hay precio, no hay compradores interesados y tan sólo se barajan esporádicas ofertas indignas de alrededor de diez céntimos por kilo, en su mayoría para la industria procesadora, no para fresco. Pero como los gastos de recogerlas superan tan ridículas propuestas, los agricultores optan por triturar la producción en el campo. Al menos ganarán tiempo para sembrar chufas a continuación y las cebollas 'tractoradas' aún cumplirán un humilde servicio residual como honrado abono. Abono de kilómetro cero.
Sin embargo, la gran paradoja es que el mercado español está invadido de cebollas caras de importación, y no de un sitio o dos, sino de múltiples procedencias; hasta de las antípodas. De manera que los consumidores valencianos -como de cualquier otra parte, pero en el caso valenciano es aún más sangrante la situación, porque una cosa está al lado de la otra- se ven obligados a adquirir y comer cebollas de Nueva Zelanda, o de Senegal, Perú, Holanda, Chile..., pagándolas hasta a 2'44 euros el kilo (a 1'35 las más económicas), cuando, en los campos de alrededor, los agricultores locales se ven forzados a destruir su producción porque no les dan ni lo que vale recogerla.
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¿Cómo puede entenderse este disparate? Porque cabe cierta lógica cuando la razón de traer algo de fuera está en su precio más bajo. Ese es el discurso imperante en las protestas agrarias del momento, ¿no? Se quejan los agricultores del desequilibrio que reina entre las crecientes exigencias de todo orden que deben asumir y la tolerancia absoluta de puertas abiertas que aplica la UE con las importaciones baratas. Hasta el ministro Planas viene argumentando lo de las cláusulas espejo', lo cual implicaría -de llegar a aplicarse- que lo que se importara debería cumplir lo mismo que lo que se produce aquí, para que al menos se igualasen algo los costes.
Pero en el caso que nos ocupa no están así las cosas. Hay una quiebra evidente de concepto, porque se traen las cebollas de muy lejos y se venden caras, cuando aquí están sin precio, tiradas. ¿Cuál es la clave? ¿Los barcos salen gratis? ¿Allá pagan, en vez de cobrar, para que se las lleven?
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Tras presenciar la triste tarea de roturar las cebollas en el campo de la foto, y escuchar las explicaciones del agricultor, razonando que le sale a cuenta pasarlas de 'rotovátor', cansado ya de no poder venderlas, acudimos a un supermercado cercano, a menos de un kilómetro del lugar (auténtico km 0), sin cebollas locales; todas eran importadas, de cinco países lejanos, y con precios elevados. Después recorrimos otros establecimientos, con igual pauta.
De manera que aquí tenemos un problema muy complejo, porque nadie entiende las causas que expliquen el desprecio total por la producción valenciana, sin precio, condenada a ser destruida, mientras se importa caro lo que la sustituye. Y mientras, nos quedamos embobados con lo de las 'cláusulas espejo', como nos encanta esa sucesión de mensajes sublimes que nos hablan de sostenibilidad, km 0, soberanía alimentaria, proximidad, 'figuras de calidad', marcas de l'Horta, leyes de protección, ley de la cadena alimentaria, ley contra el desperdicio alimentario... Pues anda que lo que se está desperdiciando ahora mismo en los campos valencianos, y en las economías domésticas que pagan caras cebollas de Nueva Zelanda...
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