![Fusión Bankia - Caixabank: sede en Valencia | Valencia recupera el pulso financiero](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202009/05/media/cortadas/LF1UBUK1-RFwjCgHZjsHxmyF22XzfA5H-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Si el calendario se cumple, en el plazo de una semana, los consejos de administración de Bankia y CaixaBank tendrán sobre sus mesas los resultados de la 'due diligence' (auditoría legal) que les permitirá disponer de todos los datos para decidir si continúan o no con la operación de fusión anunciada el jueves. De materializarse nacerá el primer banco español por volumen de activos (unos 650.000 millones) y el décimo en la Unión Europea.
Esta integración permitirá terminar la página que comenzó a escribirse hace ocho años, en 2012, cuando las dos entidades financieras se acercaron en plena crisis financiera e inmobiliaria con el beneplácito del Gobierno de Mariano Rajoy. Pero las aspiraciones de Rodrigo Rato, entonces presidente de Bankia, bloquearon el acuerdo, que sí veía con buenos ojos Isidro Fainé, presidente de CaixaBank en aquella época y actual presidente de Criteria Caixa y Fundación La Caixa.
Aquello precipitó el fin de Bankia (surgida tras la fusión de Bancaja, Caja Madrid y otras cinco cajas de ahorro), que fue nacionalizada unos meses más tarde, lo que supuso la liquidación de los restos del sistema financiero valenciano al diluirse definitivamente Bancaja y tras las intervenciones previas de la CAM y Banco de Valencia.
Caprichos del destino, su histórico edificio de la calle Pintor Sorolla alberga actualmente la sede social de CaixaBank, pues la entidad catalana adquirió Banco de Valencia por un simbólico euro en 2012 tras haber sido intervenido al Banco Financiero y de Ahorro (BFA), la matriz de Bankia. En él se instaló –institucionalmente hablando– en octubre de 2017 a raíz del proceso independentista de Cataluña.
También Bankia tiene su domicilio en la calle Pintor Sorolla, en la antigua sede de Bancaja, por lo que si la entidad resultante de la fusión mantiene su sede social en la ciudad, Valencia recuperaría el peso y el prestigio perdidos con la debacle de su sistema financiero, además de obtener beneficios a largo plazo. Una permanencia que defienden la Generalitat y la patronal CEV frente a la pugna iniciada por Cataluña para recuperarla.
650.000 millones en activos manejará la entidad resultante de la fusión de la tercera y cuarta entidad por tamaño del sector financiero español. En el ámbito de la solvencia, ambas se situán en puestos de cabeza.
51.000 empleados y 6.600 sucursales suman las dos; de ellos, 4.307 y 746, respectivamente, están en la Comunitat.
Porque, durante décadas, Valencia presumió de la potencia de su músculo financiero, con entidades como Banco de Valencia, CAM y Bancaja. Estas dos últimas, que llegaron a situarse entre las más importantes de España con La Caixa y Caja Madrid, fueron fruto de dos fusiones en 1991 y 1992, respectivamente, con cajas de ahorros de menor tamaño.
Todas con un denominador común: una gestión dependiente de las directrices políticas, a la que luego se sumaría una excesiva dependencia del ladrillo, como quedó patente en 2011 con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Las tres recibieron miles de millones a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).
La primera en caer fue la CAM, a la que intervino el Banco de España en julio de 2011. Terminaría un año más tarde en manos del Banco Sabadell, que trasladó su sede social a la Comunitat (Alicante) tras el 1-O.
Ayudas públicas 24.000 millones: Es la cuantía que el Estado inyectó en Bankia, que sólo ha devuelto 3.300 millones.
El proceso Canje de acciones: Todavía está por calcular. La capitalización bursátil de CaixaBank es de 11.000 millones y la de Bankia, de 3.261 millones.
Casi en paralelo, ese noviembre, llegaba el turno del Banco de Valencia, que había estado presidido hasta un mes antes por el expresidente de la Generalitat, José Luis Olivas. Y, por último, Bancaja, que empezó a desdibujarse tras su integración en 2010 en el BFA mediante una fusión fría con Caja Madrid. En marzo de 2011 se lanzaría la marca comercial Bankia, cuya salida a bolsa marcaría el inicio de su caída. El lastre del ladrillo evidenció los números rojos y obligó a un rescate financiero y a la nacionalización del BFA.
Bankia, tras recibir unos 24.000 millones en ayudas públicas, realizó un plan de ajustes y saneamiento que le permitió en 2017 fusionarse con BMN. Su próximo paso le lleva a CaixaBank, que también empezó a operar como tal en 2011 tras una reestructuración.
Julio 2010. Bancaja y Caja Madrid, junto con otras cinco cajas, se integran en el Banco Financiero y de Ahorros (BFA).
Julio 2011. Se hace efectiva la sede social en Valencia de Bankia, nombre comercial presentado en marzo. En julio la entidad, presidida por Rodrigo Rato, salió a bolsa.
Enero 2012. A finales de ese mes se rompe el acuerdo para una fusión entre Bankia y CaixaBank.
Mayo 2012. El Estado nacionaliza el 100% de BFA y se convierte en el principal accionista de Bankia.
Junio 2012. CaixaBank culmina la absorción de Banca Cívica. Unos meses después, el FROB le adjudica el Banco de Valencia, intervenido al BFA.
Junio 2017. Bankia materializa el acuerdo de fusión con BMN (Banco Mare Nostrum).
Octubre 2017. La entidad catalana traslada su sede social a Valencia tras el referéndum independentista en Cataluña.
Noviembre 2018. Comienza el juicio de Bankia en la Audiencia Nacional, donde se examina su salida a bolsa. La sentencia se espera para las próximas semanas.
Verano 2020. Es la fecha en que los analistas sitúan los primeros contactos de las dos entidades para la fusión.
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se mostró ayer «confiado» de que la sede social resultante de la posible fusión entre CaixaBank y Bankia sea Valencia, una decisión que tildó de «fundamental». Puig defendió que «es el espacio adecuado», con «estabilidad» y que «favorece la toma de decisiones». Además, remarcó sería un «aval importante para la Comunidad». Preguntado por la posible eliminación de oficinas de las dos entidades, señaló que las empresas tendrán que abordar la reforma «con la menor pérdida de puestos de trabajo posible».
También mostró su apoyo a la continuidad de Valencia como sede la eurodiputada socialista Inmaculada Rodríguez-Piñero, quien en su cuenta de Twitter aseguró que mantenerla «sería la decisión más acertada».
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