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La falta de vivienda disponible tanto para comprar como para alquilar en la Comunitat Valenciana ha desembocado en el drama de la emergencia habitacional. Es decir, en serias dificultades para permitirse un piso debido a los elevados precios. Sin embargo, está la otra cara de ... la moneda. Esa de la que no se habla o de la que poco se sabe. Quizá ambas. Se trata de las estafas inmobiliarias.
Ante la situación límite en la que se encuentran numerosas personas para encontrar una vivienda asequible, los delincuentes están al acecho y se aprovechan de la desesperación. Así lo explica el portavoz y vicepresidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de la Comunitat Valenciana (Coapiv), Vicente Díez. «Juegan con la desesperación de la gente. Un caso que he detectado es el de un anuncio de alquiler con un precio llamativamente barato que realmente no está en el mercado», indica el profesional, que alerta también del papel de las redes sociales, como Facebook, en este tipo de engañifas.
Según explica, las inmobiliarias que cuelgan estos anuncios lo hacen como gancho para recibir miles de visitas para, posteriormente, derivarlas a la agencia física y venderles un listado con ofertas reales de alquiler. «Estos listados suelen costar 300 euros. He detectado una agencia que trabaja así, pero es algo que se hacía hace muchos años. Estaba en desuso pero ha vuelto», puntualiza Díez.
Esta trampa también la destaca la presidenta de la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (ASICVAL), Nora García. «Se ha producido un incremento de las estafas inmobiliarias. Generalmente, los inmuebles que aparecen en el listado no están disponibles tampoco. Luego, el portal o la agencia se comprometen a ir enviando anuncios durante unos meses, pero es todo mentira», señala.
Ante este escenario, García aconseja a los consumidores que no adelanten documentación y mucho menos dinero. «Las agencias, si pedimos documentación, generalmente es después de haber visitado el piso. Y nunca pedimos recibos de pagos, sólo DNI, contrato de trabajo y las tres últimas nóminas para asegurar la solvencia económica y evitar la morosidad. Y si es autónomo requerimos otra documentación», explica.
Anuncios trampa para captar clientes, pedir documentación innecesaria pero sensible y solicitar dinero por adelantado son las estratagemas más frecuentes y fácilmente detectables. Pero no todo queda ahí. En las operaciones de compraventa es donde se están generando las mayores estafas, tanto hacia los vendedores como los compradores y también es donde entran en juego tácticas más sutiles.
Para hablar de ellas, hemos contactado con un asesor inmobiliario que estuvo trabajando en una franquicia muy conocida, pero que prefiere mantener su anonimato por temor a represalias. Para referirnos a él usaremos el nombre de Pablo. «Cuando entré como agente vi cosas que no me gustaban, pero cuando fui gerente empecé a ver cosas que me decepcionaron mucho. Por increíble que parezca, es algo que sucede en inmobiliarias grandes y conocidas», cuenta este experto.
Pablo se pone a enumerar de menos a más grave las estrategias que vio en la agencia donde llegó a ser gerente. Comienza por hablar de los pisos gancho, que en el mundo inmobiliario se llaman 'pisos fake', a los que también hacían referencia Díez y García. «Pero la falta de ética va mucho más allá de esos anuncios 'fake'. Por ejemplo, utilizan a sus empleados para para presentarlo como el dueño de la vivienda , cuando el propietario en realidad es el mismo dueño de la inmobiliaria. Así se llevan un doble beneficio», señala.
Otro mecanismo común es usar las llamadas 'PF', que significan propuestas falsas. «Fuerzan al propietario que quiere vender o alquilar a bajar el precio con la mentira de que nadie se está interesando y de que está. fuera de mercado», explica.
A esto, se suman las 'VF', las visitas falsas. «El agente lleva al piso del propietario a un familiar o amigo, que finge ser una visita real, pero no lo es. Es un paripé. Lo hacen porque el dueño de la inmobiliaria quiere comprarlo, pero a un precio rebajado. Entonces su compinche hace comentarios pactados para que el dueño entre en la reflexión de que lo debe rebajar», señala.
Otro punto crítico es el de los contratos de arras y las condiciones particulares. «Hay un vacío legal que no se termina de especificar y hay inmobiliarias que se quedan las arras», puntualiza Pablo. Antes de cerrar el contrato de alquiler, el agente te hace firmar una reserva de una cantidad concreta, pero más abajo señala que dicha reserva la perderá si esta persona se echa para atrás. «Pero esa persona no ha leído el contrato y no sabe que asume hacerse cargo de ciertos gastos como la comunidad, el pago del IBI, entre otros. Entonces el inquilino, cuando se da cuenta y quiere echarse atrás, pierde esos 300 euros mientras la inmobiliaria dice que ya lo avisó», agrega.
Pero todo esto se queda en anécdotas ante lo que sucede en las operaciones de compra. «Tú me comentas que quieres el piso pero no has pedido el préstamo. Si no te conceden la hipoteca, lo correcto es que el propietario se quede las arras, pero algunas no informan al dueño de que el interesado ha dejado las arras. Entonces, se las queda la inmobiliaria», indica. Pablo, en este caso, aconseja que el comprador se asegure de que la propuesta de compra esté condicionada a que le concedan la hipoteca. «Así, puedes librarte de pagar la señal si te lo han denegado», explica.
Aunque no es una estafa, sí es una práctica que no vela por el interés del comprador y que, en ocasiones, se hace de manera sibilina. Se trata de cuando una inmobiliaria te hace firmar una propuesta de compra condicionada a pedir la hipoteca a una entidad financiera con la que ella tiene un convenio para llevarse la comisión. «El comprador es libre de elegir banco, pero entonces la agencia te dice que has firmado una cláusula para hacerlo con esta financiera», explica.
Otra táctica es la llamada partición de honorarios. Consiste en que la inmobiliaria le hace creer al dueño que la cantidad por la que quiere vender el piso está por encima de mercado a pesar de que hay un comprador dispuesto a pagarla. Al comprador, sin embargo, le dice que intentará conseguirla por menos precio y le ofrece que, por cada rebaja que le consiga, le pague 1.000 euros en concepto de comisión. Con esta estrategia, el comprador cree que está obteniendo una buena oportunidad, al pagar menos de lo previsto, mientras que el vendedor es el que más sale perdiendo con esta estrategia.
Por último, está el modo de proceder para captar clientes. «La inmobiliaria sabe que hay un piso vacío pero no está a la venta. Entonces manda a un empleado a hacer una equis en la puerta, como hacen las mafias okupas. Posteriormente, contactan con el propietario y le convencen para venderlo y así librarse del riesgo –ficticio– de que se la ocupen», explica Pablo. Sin embargo, cuando no consiguen averiguar quién es el propietario, sacan cartas de agua y de luz donde aparecen algunos datos. «Y si no lo consiguen así, tienen contratado un programa que les permite acceder a esta información personal. Se llama Inglobaly», señala este asesor, que salió horrorizado de aquella agencia tras presenciar estos métodos.
Ripsi no pudo anticipar que aquellos supuestos agentes inmobiliarios con los estaba hablando eran unos estafadores. Encontró un oferta de alquiler en Idealista. «No aparecía ninguna inmobiliaria pero tenía un precio razonable. Después de hablar con un tal David, me remitió a otro compañero. Luego me llamó una tal Sofía y me dijo que como era un piso tan demandado, estaban pidiendo documentación para hacer un filtro para que las personas que se adecuan más al perfil vayan a verlo», relata Ripsi, que mandó por mail una copia de su DNI, tres nóminas y el contrato de trabajo.
«Ahora pienso que fui tonta, pero en ese momento tenía mucha urgencia y no quería perder la oportunidad», admite. «Al día siguiente me dicen que vaya a la oficina, situada donde hay otra agencia, para ir a visitar el piso. Pregunté si ahí trabajaba Sofía y me dijeron que no.Saltaron todas las alarmas», indica Ripsi. Tras intentar localizarlos, se encontró con la sorpresa de que habían realizado varias operaciones financieras en su nombre. «Compraron una bici de 9.000 euros con mis datos y pidieron 10.000 euros en préstamos», cuenta.
Juan se encuentra en plena búsqueda de vivienda –para comprar– y ha encontrado una que se adapta a sus preferencias. Se trata de un ático en Torrente. Sin embargo, sus alarmas se dispararon cuando la asesora inmobiliario le pidió 80.000 euros en negro. «Empecé a grabar la conversación porque lo que estaba diciendo olía muy mal y quise cubrirme las espaldas», cuenta. En ese audio, que hemos podido escuchar en LAS PROVINCIAS, se oye claramente a una mujer decirle «al dinero en B le llamo Barcelona. ¿Es ilegal? Puede serlo más o menos». En concreto, le ofrece pagar 80.000 en efectivo tras proponerle un alquiler con opción a compra. «Estoy intentando averiguar si el dueño del piso es el de la inmobiliaria», cuenta Juan. La vivienda sigue anunciada en Idealista y tiene un precio de 180.000 euros actualmente. Pero lo más grave de este caso, es que se trata de un VPO, por lo que el precio máximo deberían ser 120.000 euros. «La inmobiliaria lo puso en 200.000 euros en un principio y esa diferencia de 80.000 euros es lo que pide en metálico», cuenta.
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