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Un autobús con una decena de ciudadanos de la República Popular de China atraviesa la Avenida de Francia. A su izquierda, la Ciudad de las Artes y las Ciencias y a su derecha el próximo inmueble que van a visitar de una lista con una docena de pisos en venta en la ciudad de Valencia. Bajan, lo ven, apuntan el precio y vuelven al autobús para conocer el siguiente. Su objetivo está claro:gastarse más de medio millón de euros para obtener la autorización de residencia inicial para inversores que desde 2013 concede España: la 'golden visa'.
El documento permite obtener permisos exprés para vivir en España y moverse libremente por todo el espacio Schengen a cambio de comprar inmuebles a partir de 500.000 euros, inversiones desde un millón en acciones de empresas españolas y proyectos empresariales de interés general. Sin embargo, ha sido la vivienda el ámbito que ha tenido el mayor tirón, especialmente entre chino y rusos. De los 625 permisos de este tipo que se han concedido en la Comunitat entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de marzo de 2019, prácticamente un tercio ha sido para chinos (206 adjudicaciones, un 33%) y algo menos para rusos (162 adjudicaciones, un 26%).
Sin embargo, los criterios de compra entre una nacionalidad y otra son muy distintos, según apunta Óscar Rodríguez, director general de OC Habitat, de Olivares Consultores. La empresa es el enlace en Valencia de varias agencias chinas que planifican estas visitas y apunta que hay dos tipos de compradores. «Están los que se plantean la operación como una inversión y compran uno o dos inmuebles hasta sumar la cantidad requerida», destaca. Este perfil adquiere en Algirós, Ruzafa u otras zonas bien localizadas de Valencia. Su objetivo es buscar una rentabilidad por medio del alquiler de estos activos.
La otra parte de los visitantes lo que quiere es adquirir para vivir. En ese caso, se interesan por casas grandes, de entre 700.000 y un millón de euros. Optan por zonas tranquilas, elegantes pero discretas como Pla del Remei, la Ciudad de las Artes y las Ciencias o Ciutat Vella.
A los rusos lo que les interesa ante todo es una vivienda grande como segundas residencias en la que estar ellos y sus familias. La nota dominante, según Rodríguez, es la alta calidad y edificios o muy señoriales o muy modernos. Sus espacios favoritos son la avenida de Francia, la Alameda o la zona centro. Su gasto medio es de 600.000 euros, pero son unos clientes recurrentes con muy diversa tipología. La elección de Valencia se debe, según Rodríguez, a que es un mercado que no está saturado, buen clima, bien conectada y no saturada, como Madrid o Barcelona.
Hasta 2015, las 'golden visa' no atrajeron suficiente interés por lo que el Gobierno de Mariano Rajoy suprimió el requisito de viajar a España al menos una vez en el periodo autorizado para residir y el visado se amplió del cónyuge e hijos menores de 18 años del inversor a los hijos que no hayan constituido una unidad familiar y a ascendientes dependientes. Igualmente, la renovación cada dos años tras los dos iniciales, sin límite, pasó a concederse directamente para un lustro, prorrogable cada cinco años.
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