![La realidad de las viviendas valencianas de la Sareb: para reformar, sin terminar o de lujo](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/21/alzira-RcY4OEniYswZPmpqsyhsuKI-1200x840@LasProvincias.jpg)
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La Comunitat Valenciana es una de las autonomías que más pisos tiene de la Sareb. Gracias al mal pasado de ser una región que sufrió de forma especial la crisis inmobiliaria, en sus municipios acapara casi 9.000 de las 50.000 viviendas que el presidente Pedro Sánchez prometió incorporar al parque público. Pero la realidad es que los datos se pueden considerar inflados ya que buena parte de esta oferta no está lista para entrar a vivir debido a que la mayoría requieren de reformas, puestas a punto o grandes obras debido a que ni tan siquiera está el edificio terminado. Una dura realidad a la que hay que sumar inmuebles de excesivo lujo que no parecen apropiados para el alquiler social.
Los números aportados por el mismo Gobierno, la Generalitat y la Sareb evidencian que la mayor parte de las 9.000 viviendas no están para entrar a vivir. Desde el Ejecutivo admiten que de las 50.000 de toda España, sólo un 18% están ya preparadas, lo que significa que en la Comunitat las hoy por hoy habitables son en torno a 1.600. Los datos encajan con la oferta que hizo la Sareb a la Conselleria de Vivienda, al ofrecer 1.706 inmuebles. Aunque del total, el departamento encabezado por Héctor Illueca, que presionaba al Gobierno por una medida así y había conseguido algún avance, sólo seleccionó 583 y desbloqueará en el corto plazo 335.
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Desde la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asicval) trasladan que los análisis de los diferentes portales que tiene la Sareb con viviendas, que hasta ahora buscaban ser compradas por particulares, reflejan que lo más normal es que sean necesarias obras para entrar a vivir. El por qué de esta situación se encuentra en el origen de estas viviendas. En la Comunitat Valenciana la Sareb se hizo cargo de las promociones de entidades extintas como Bancaja o Banco de Valencia en la crisis económica, por lo que gran parte de los pisos fueron construidos en torno al 2007 y, desde entonces, nadie los ha habitado, lo que ha contribuido a su deterioro. Y más sin han sido okupados, como se ha dado en algunos casos. De media, desde Asicval consideran que habría que invertir unos 18.000 euros por piso para poder vivir en ellos.
Por otro lado, la oferta de la Sareb se completa con los pisos heredados de las ejecuciones hipotecarias de los bancos, es decir, de los desahucios. En plena crisis económica se dispararon creando un grave problema social y una indignación ciudadana que llevó, según el sector, a que los pisos conseguidos por esta vía llegasen a manos de la Sareb destrozados, lo que requiere de importantes reformas para hacerlos habitables que en muchos casos tampoco se han llevado a cabo. Y esto no sólo afecta a construcciones nuevas sino también a pisos más antiguos de personas que perdieron sus propiedades por avalar a familiares. Además, hay casos en los que se obtuvieron en un estado ruinoso.
Esta es la situación de un inmueble ubicado en la calle Consistorio de Alzira, con dos habitaciones y una extensión de 41 metros cuadrados y a la venta por 41.000 euros. El precio es tan bajo debido a que la casa está completamente destrozada y requiere de una inversión gigantesca. Otro caso de vivienda antigua está en el municipio de Masalavés, donde se vende una de 228 metros cuadrados por 34.000 euros y que está en una situación similar a la anterior.
Pero no todo es ruina. En la calle Jesús Ribera de Valencia se vende un inmueble por 205.000 euros al que sólo le haría falta una pequeña reforma para finalizar la instalación eléctrica. Es un ejemplo del tipo de activos que sí entra en el abanico lógico para alquiler asequible.
Sin duda las ofertas más polémicas son las relativas a los inmuebles que ni siquiera están finalizados. Hay infinidad de ejemplos en el territorio valenciano más allá del caso de una finca de Vilamarxant que tiene poco más que los cimientos, avanzado por este diario. En los portales con registros de viviendas de la Sareb aparecen otros casos como el de un edificio en Buñol cuyos pisos de 106 metros cuadrados se venden a algo más de 100.000 euros.
Por fuera la finca parece casi terminada, pero por dentro está hecha solo la estructura de las paredes y falta, literalmente, terminar la obra. Hay ejemplos en los que incluso desde la calle se ve el inmueble sin terminar como en Alberic, donde se oferta una casa adosada por 381.920 euros en la calle Ramón y Cajal. En este caso hay paredes aunque falten elementos tan básicos como las ventanas pero en otros como el de la calle Santa Rita en Aldaia hay poco más que la estructura y no están ni las paredes. Se vende por 212.000 euros.
Como avisan desde las inmobiliarias, estos pisos son muy difíciles de colocar por el hecho de que no están terminados y los clientes reales son constructoras que quieran terminar el edificio.
El otro grupo de viviendas que tiene la Sareb, mucho más minoritario que los otros dos anteriores, son las que se pueden catalogar de gama alta o incluso de lujo. Entre su oferta también hay inmuebles que los profesionales del sector no ven aptos para el alquiler social.
El caso más paradigmático se encuentra en el centro de la ciudad de Valencia. Según consta en uno de los portales de transacciones, está a la venta un piso de 150 metros cuadrados en la calle Pizarro, a escasos metros de Colón, por 570.000 euros. En la web se define como «una vivienda con inmejorable ubicación en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad».
El inmueble pertenece a una finca en perfectas condiciones con un gran portón, como ilustra una de las imágenes que acompaña esta información. Además, cuenta con una piscina para los vecinos. Por ello, se da por hecho que este tipo de inmuebles, por mucho que sean propiedad de la Sareb, se seguirán intentando vender a precio de mercado para intentar recuperar los fondos que puso el Estado en plena crisis inmobiliarios para captar los activos devaluados de los extintos bancos, que al final era el propósito inicial de la entidad.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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