«Me he topado con inmobiliarias que me pedían 3.000 euros de sueldo»

En su caso, le gustaría encontrar un alquiler en el centro histórico de Valencia, pero no descarta tampoco otras zonas como Patraix, Zaidía y Benimaclet. «Pero es que los precios siguen siendo los mismos. Incluso, busqué cerca del trabajo, que es en Picassent, pero tanto ahí como en Torrent están carísimos. Ya no sé por dónde buscar, porque lo mínimo que ves son 700 y 800 euros para pisos que no merecen la pena», señala.

Ferran también se ha topado con los denostados castings para ser escogido entre varios aspirantes a inquilinos. Pero se negó a entrar en este proceso. «Me dijeron de hacerme una entrevista para poder seleccionar a unos cuantos que visitarían el piso después y, a partir de ahí, en función de lo que veía el propietario, escoger a la persona. Conforme me contó eso, dejé de contestarle y me puse a buscar si eso era legal para plantear una denuncia», explica este profesor de Historia que actualmente vive en Alboraya. En estos dos años de periplo, recuerda especialmente indignado un caso en el que la inmobiliaria le pidió cuatro meses de entrada, más uno fianza, más uno de honorarios. Aquel caso era un piso de 1.600 euros en el barrio de Sant Francesc.

«Me he encontrado también con inmobiliarias que me han pedido 3.000 euros de sueldo mínimo para un piso», agrega Ferran, que tampoco olvida las ofertas de pisos compartidos. «Me he llegado a encontrar viviendas compartidas por hasta diez personas. Además, en el 70% de las ofertas que he contactado sólo aceptan o prefieren mujeres, lo que también me está complicando la búsqueda», asegura.