GÓMEZ ORTS
Sábado, 27 de diciembre 2014, 01:09
Emotivo y a la vez espectacular fue pregón de las fiestas de la Venida de la Virgen que anoche pronunció en el Gran Teatro, abarrotado de público, Pablo Ruz Villanueva, responsable de Cultura del Ayuntamiento. Fue de los que marcan época y sin duda el más apoteósico de cuantos se han realizado en esta celebración. Unos actos que alcanzarán su máximo esplendor mañana, con el hallazgo en la playa de Las Azucenas del Arca con la imagen de la Virgen, la consiguiente Romería y la carrera de Cantó, y el lunes 29, con la solemne procesión.
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Con un ambientado preámbulo, en una oscuridad rota por una suave luz que comenzó a iluminar el Arca varada en un lateral del escenario, Pablo Ruz inició su largo y denso pregón, cargado de fervor mariano, como no cabía menos. Arrancó con una alegoría a la escena inicial del hallazgo, narrando las circunstancias en que tuvo lugar cuando el guardacostas Francesc Cantó acertó a vislumbrar tan rico tesoro, «que iba a ser de nuestras vidas, la vida», en aquella arca, «anunciadora de la dicha que sería para siempre, por los siglos de los siglos... de Elche protectora», con un mensaje de alegría y esperanza, «para ser coronada por los siglos Reina y Señora».
Se extendió en todos los detalles del hallazgo, «acontecido en el alba del 29 de diciembre de 1370, en la historia de un pueblo ibero, griego, fenicio, romano, latino, godo, moro... y ahora, un siglo después de la conquista de Elche por Aragón, iba a asistir, en esta playa al acontecimiento que cambiaría para siempre la faz de su propia alma». En ese momento aparecieron unas sombras de Cantó a caballo detrás de la pantalla.
Siguió contando las vicisitudes del hallazgo, teniendo como protagonista a Cantó, que apreció lentamente en el escenario, para protagonizar un recorrido sobre su caballo, ante la sorpresa general, hasta alcanzar el objeto que se vislumbraba en la orilla. Su inspección del arca y consiguiente apertura, con su interior minuciosamente visionado, quedando postrado de rodillas y con lágrimas de emoción en los ojos.
Siguió el descubrimiento y recogida del pergamino, que besó con reverencia, y que sería la Consueta para la representación del Misteri. Continuó el pregonero relatando su cabalgada para el anuncio del importante hallazgo de la que desde aquel día sería Reina y Señora de los ilicitanos, con un reiterado canto de bienvenida y consiguientes alabanzas.
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Dejó Ruz bien patente su condición de ilicitano, resaltando las virtudes de Elche, con una referencia a la mirilla de la Basíllica de Santa María, a través de la cual se elevan tantas peticiones a la Señora, así como a las celebraciones festeras, con las tradiciones que se heredan de padres y abuelos, repitiéndose año tras año a través de los siglos, extendiéndose en poética loa a la Virgen.
Personas en el recuerdo
El escenario quedó apagado, con la sola excepción del Arca, mientras las danzaires de María Segarra comenzaban a cantar las coplas desde la puerta de la sala, tras la colla de dolcaina i tabalet, y tras sonar la música y empezaron a bailar.
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Dejó bien patente el férreo espíritu trabajador del pueblo ilicitano, «y que por eso sabe bailar, danzar, como lógica manifestación de gozo y consiguiente amor a la Mare de Déu, con referencia al proceso de acompañamiento y consiguiente recibimiento de la que sería para siempre su Patrona. Siguió con los recuerdos de antepasados y vivencias que quedan para siempre, para enlazar la Venida con el Misteri y hacer mención a personajes que nos abandonaron, sin dejar de citar a Santa María.
Elevó su ritmo para decir al mundo entero el «orgullo que sentimos de ser ilicitanos», y el porqué los ilicitanos aman tanto a su pueblo, donde nadie jamás se ha sentido forastero. Se refirió al espíritu emprendedor de su gente, y por descontado el amor a la Madre de Dios. Seguidamente relató las singularidades que adornan a la Patrona, así como también, al embrujo del Palmeral. Siguió la entonación de 'Aromas Ilicitanos' por Veus d'Elx y la Banda Sinfónica Ciudad de Elche.
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Y para culminar su pregón, Pablo Ruz hizo un llamamiento a la ciudadanía para abrir los corazones, con emocionadas bienvenidas a la Virgen. Dejó bien patente que los asistentes se habían congregado en el Gran Teatro para proclamar las glorias de María en diciembre «desde lo más profundo de nuestro corazón, sintiéndonos parte de algo muy grande, de un pueblo milenario, sabiéndonos al amparo de nuestra Madre, como gloria y consuelo de Elche». Finalizó con gritos de «¡Viva la Mare de Déu, Viva María Santísima, Viva nuestra Patrona!». En ese momento cayó una lluvia de oropel sobre el patio de butacas, saludado con una atronadora ovación, prueba del favorable impacto causado por el extraordinario pregón.
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