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Gaspar Macià
Domingo, 1 de marzo 2015, 00:03
«Cuando el martillo pierde la cabeza, los clavos se ríen». Greguería del escritor español Ramón Gómez de la Serna (1888-1963).
Tenemos a Mercedes Alonso anunciando magnos proyectos (centro cultural y alcantarillado de Peña de las Águilas, Mercado Central...), sin desaprovechar ninguna ocasión -incluidos actos institucionales- para destacar lo mal que lo hicieron sus predecesores socialistas y lo bien que lo están haciendo ella y su equipo, como corresponde en estas fechas políticamente tan entrañables. Tenemos, por añadidura, a sus concejales afines pregonando a coro las bondades de su gestión al frente del Ayuntamiento. Aunque tenemos también a McEvoy preguntándole a su enfadado compañero Latour de dónde sacará el dinero para ampliar los colegios, como ha anunciado temerariamente la jefa. Tenemos a los socialistas repartidos en varios frentes merced a su bicefalia sobrevenida, con Antonio Rodes denunciando que los ilicitanos continúan sufriendo mucho con el gobierno popular y que ellos siguen sin funcionario de empleo porque lo que el juez les da, Mercedes se lo quita. Y por otra parte, tenemos al candidato Carlos González prometiendo que todo lo que el PP está haciendo mal ahora, lo enmendará cuando sea alcalde, incluido los nuevos pisos de San Antón, que costarán mucho menos e incluirán aire acondicionado de serie. Tenemos a JR Pareja, el primer alcaldable designado para la carrera del 24M, que intensifica su actividad municipal para demostrar que el Partido de Elche es la genuina alternativa al bipartidismo y a los demás los encontró en la calle. Tenemos a la hiperactiva edil no adscrita Cristina Martínez dedicada a la ardua tarea de poner en pie un nuevo partido, Ilicitanos por Elche, y a la no menos dura labor de confeccionar una lista municipal, todo ello sin dejar de salvar vidas, sacando incluso tiempo para acudir a los plenos y aplaudir, si se tercia, al excompañero Justino Delgado por pedir más medios sanitarios, y encima atender con la otra mano las redes sociales. Tenemos a los de Esquerra Unida con un candidato, Santiago Soriano, elegido alcaldable por los pelos y sobre el que pesan varias impugnaciones por parte del otro sector, el encabezado por el histórico Robert Quereda, que a su vez había sido designado aspirante en una asamblea anterior que fue anulada. Tenemos a Podemos-Guanyem inmersos todavía en un enmarañado proceso de elección de candidatura y organigrama, que confían en tener acabados al menos el día que se cierre el plazo para inscribir las candidaturas municipales, y en el que las distintas sensibilidades mantienen sus pulsos para colocar a sus candidatos (vamos, como siempre ha sucedido en los partidos tradicionales, pero en versión participativa). Tenemos a Mireia Mollà, que sigue más atenta aún si cabe a todo lo que se menea (y lo que no, ella lo menea) para que, con su liderazgo, Compromís recupere la posición perdida en la casa consistorial, en plan 'La libertad guiando al pueblo' versión Grup d'Elx. Tenemos a Marysol Coves, que tras obtener un 100% de apoyos de sus correligionarios de UPyD, no obtiene ninguno por parte de la alcaldesa en su frustrado intento de intervenir en el Pleno desde el público, como una revelación de lo frustrante que resulta estar en la oposición, y mucho más fuera de la corporación. Tenemos a Ciudadanos, también ya con su flamante candidato, David Caballero, que de momento está a la expectativa, confiado tal vez en que la marea que aúpa a su formación a nivel nacional llegue hasta aquí y le ahorre buena parte del trabajo. Tenemos, aunque por el momento aún no ha aflorado públicamente, el habitual runrún de exmilitantes y afiliados del PP descontentos con el magisterio de Alonso, pergeñando en la sombra otra candidatura, agrupación, lista o contubernio que lleve en su denominación la palabra 'popular', en el enésimo intento de evitar que la actual presidenta de la corporación gane y/o consiga la mayoría absoluta, aunque en esta ocasión, visto como está el panorama, su concurrencia no será tan decisiva (si es que alguna vez lo ha sido, que eso es otra historia).
Tenemos todo eso y algunas cosas más en la actualidad local, pero sobre todo hemos tenido un hecho histórico en los anales de la actividad plenaria municipal: la alcaldesa retirándole la palabra a uno de sus concejales, como si de un miembro cualquiera de la oposición se tratara. Luis Ángel Mateo no pudo explicarle a Pareja lo mucho y bueno que su concejalía y él personalmente han hecho por el pueblo, pese a sus reiterados intentos, porque Alonso le cortó en seco: «Señor Mateo, ya le contestará usted el mes que viene en el Pleno». El edil de Empresa y Empleo miraba incrédulo a su alrededor sin encontrar más que caras atónitas entre sus compañeros de bancada y de hilaridad en la de enfrente. Granero trato de advertir a su jefa por lo bajini: «Mercedes, que es de los nuestros...». Y nada: el próximo mes podrá explicarse. A Rodes se le vio cara de satisfacción tras los muchos sinsabores que le proporcionan los plenos. No dio la primera autoridad explicación alguna del porqué de su proceder, lo cual originó multitud de interpretaciones (bueno, al menos una o dos). Algunos apuntaron que al dejar la respuesta de Mateo para la próxima sesión ya no la podrían acusar de que los plenos no tienen contenido. Otros adujeron que la alcaldesa no se fiaba de que el concejal comenzara pidiendo la palabra para contestar a la oposición y acabase votando otro punto en el que tuviese intereses personales, familiares o empresariales. Pero la verdad de todo, según analistas generalmente mal informados, es que quería ir aleccionando a sus ediles de lo que podría pasarles si acaban en la oposición, para que se pongan las pilas y salgan a la calle a vender gestión, incluso lo que no han gestionado. Hay que estar atentos a nuevas actuaciones de este tipo, que pueden dar la clave de la lista electoral de Alonso. Al loro.
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