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alcalde de elche
Sábado, 8 de agosto 2015, 12:07
La Festa es la expresión más íntima y personal del pueblo de Elche, aquello que por encima de creencias nos ha unido a lo largo de los años. A menudo, resulta dificil de explicar al visitante cómo un drama sacro-lírico ha conseguirdo pervivir mientras, como todos sabemos, el resto de manifestaciones similares se han perdido en las galerías más oscuras de la historia. La explicación es muy sencilla y conocida por todos los que vivimos aquí. Han sido los mismos ilicitanos, los habitantes de este pueblo, quienes han puesto año tras año todo su empeño y perseverancia en mantener vivo este Misteri que hunde sus raíces en el mundo medieval, pero que, sin embargo, ha sabido surcar con éxito los avatares de los tiempos.
Es, por tanto, el factor humano el que mejor explica que hoy podamos disfrutar en el Elche del siglo XXI de un tesoro cultural de tal envergadura. En ello tiene mucho que decir la gran familia de la Festa. Y es que las horas de ensayo, de preparación, de montajes, traen consigo muchas vivencias y amistades que acaban por perpetuarse en el tiempo. Y, como en toda familia, todos son conocedores de que, cada uno en su parcela, son importantes para que llegados los días grandes de agosto el Misteri salga bien. Cantores, escolanos, tramoyistas, sastres, camareras de la Virgen, etc, hilvanan cada detalle, cada esfuerzo para conseguir que cuando las puertas del cielo se cierren el 15 de agosto, habiendo recibido a la Virgen coronada, quede la sensación del trabajo bien hecho, de haber dado otro paso más en este largo camino que se inició hace ya más de 500 años.
La ciudad, cada año más, participa de la que es su Festa, y así lo siente, saliendo a la calle para velar la imagen durmiente de la Virgen, sin vida para otros, durante la esperada Nit de la Roà, para abarrotar al día siguiente, el día de la Asunción, cada espacio de la Basílica, cada rincón que pueda cobijar un alma, de un templo que durante esos días se queda pequeño para albergar el mayor patrimonio cultural que desde antaño guardamos celosamente los ilicitanos.
En las calles de Elche empiezan ya sonar los motetes, las campanas, a olerse el seco humo de la pólvora, del incienso, de la cera derretida sobre el caliente asfalto, a sentirse, en pocas palabras, que la Festa está ya cercana. Garcias a todos quienes la hacéis posible, de una forma u otra, a todos y todas quienes ponéis vuestro cariño y trabajo para que nos sintamos orgullosos de ser la ciudad en la que se representa cada año nuestro Misteri.
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