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Antonio Antón, Maestro de Ceremonias, y José Antonio Román, Maestro de Capilla, junto a la Basílica.
Voz y presencia, dos planos que se funden en el cantor

Voz y presencia, dos planos que se funden en el cantor

José Antonio Román, Mestre de Capella, se encarga de la formación y dirección vocal de los cantores, mientras que Antonio Antón, Mestre de Ceremonias, vela por el aspecto escénico

pepe antón

Sábado, 8 de agosto 2015, 12:20

Cantar y actuar, los componentes de la Escolanía y de la Capella que participan en las representaciones, siguiendo las instrucciones tanto de José Antonio Román, Mestre de Capella, como de Antonio Antón, Mestre de Ceremonias, hacen vibrar cada mes de agosto al público que abarrota la basílica de Santa María, dando vida por medio de su voz y su presencia a los personajes que protagonizan el drama sacro-lírico.

En el plano de la formación y dirección vocal, José Antonio Román, desarrolla su trabajo a lo largo de todo el año, y cuenta para ello con un equipo que se ocupa de instruir tanto de manera individual, como grupal, a través de ensayos. Para evitar el parón que constituye el cambio de voz de los niños, y propiciar una continuidad hasta que puedan dar el salto a la Capella, se cuenta con los coros infantil y juvenil.

Normalmente, según destaca el Mestre de Capella, el porcentaje de personas procedentes de la Escolanía que se incorporan posteriormente como cantores, puede estar en torno al 30%. En muchas ocasiones, es la distancia la que impide que puedan seguir, ya que un buen número sale a estudiar fuera, ya sea música, u otra especialidad, y no pueden acudir a los ensayos, como es preceptivo.

Román diferencia el trabajo con los mayores y con los niños. Especialmente delicado es éste último, ya que tal y como señala, «los pequeños son muy variables, un día te lo pueden hacer bien, y otro no tan bien, y hay que jugar con esas circunstancias, lo que te lleva a tomar decisiones que a veces pueden sentir mal, y que ni se merecen ellos, ni sus padres», aclara el Mestre de Capella.

Y es que Román tiene que tomar decisiones que a veces no son del agrado de todos. Por ejemplo, en el caso de los mayores, «podemos contar con cinco personas que pueden interpretar el papel de San Juan, pero sólo pueden salir cuatro». No obstante, «yo intento siempre compensar a los más perjudicados, sobre todo cuando hay representaciones dobles, o en los conciertos».

Si Román es el máximo responsable del aspecto vocal, Antonio Antón, Mestre de Ceremonias, se encarga de velar por la escenografía del drama sacro-lírico. Nombrado para el cargo en 2009, la vinculación de Antón con el Misteri se remonta al año 1958, cuando participó, de niño, en el Cortejo.

Desde entonces, no ha parado; en el 60, hizo de María, y un año más tarde, además, salió en el Araceli. Precisamente, uno de los papeles que más ha realizado, ya de adulto, ha sido en el Araceli, como tenor, desde los años 70. Ahora, ocupa un cargo de responsabilidad que le permite acercarse al Misteri desde otra óptica.

Según señala Antonio Antón, «el Maestro de Ceremonias, aparte de ensayar los movimientos tanto de los niños como de los adultos, se encarga de la dirección de escena, y en las representaciones, se podría decir que es el regidor, quien indica cuándo se empieza, cuándo se termina, etc».

espectacular

Sobre la puesta en escena, al ceñirse a lo establecido en el Consueta, Antón comenta que «no es muy complicado». Explica que «el Misteri sigue siendo espectacular y para la época, resultaba adelantado a todo lo que imperaba en este campo por aquel entonces».

Antón se declara un amante del teatro, al que incluso se llegó a dedicar en otra época de su vida. «Una puesta en escena tan espectacular, donde existe un plano vertical y un plano horizontal, y una entrada de actores por diversos puntos del escenario, y donde hasta el público participa y forma parte del espectáculo, supone una riqueza infinita».

El trabajo del Mestre de Ceremonias tiene como punto de partida los Consuetas, «los que conocemos y han llegado hasta nosotros», así como la tradición. Uno de los objetivos es «concentrarnos en todo aquello que es mejorable para hacerlo más entendible de cara al público».

Tanto Román como Antón se encuentran satisfechos por los resultados del trabajo desarrollado en sus respectivas áreas. «Hace unos años, pensaba que me iba a ir con la música a otra parte, pero ahora, veo que se están logrando las metas y además es una época en que existe un buen ambiente con el Patronato, con la Junta, con la que yo más trato, y con los cantores, con mis compañeros de dirección, de equipo Es una satisfacción».

En muchas ocasiones, esas mejoras, sea en el aspecto vocal o en el escenográfico, no son percibidas por el público. «A veces, el que lo ve desde fuera no se entera. Son detalles muy precisos y sutiles que luego muchos no perciben, como, en el caso de la escenografía, el hecho de que en un determinado movimiento de un cantor, se avance un paso para que el público pueda percibir mejor la escena».

No obstante, «es una satisfacción cuando te felicitan y notan todo ese trabajo, ya que ves recompensado ese esfuerzo», coinciden ambos.

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