Embajadas más pobladas de festeros y con lluvia

Está visto que en lo que se refiere a actos de fiestas que se repiten año tras año pero que nunca son iguales, no existe meta preconcebida, ya que la imaginación, unida a un ímprobo trabajo, siempre está presente, con el loable intento de que alcance un mayor relieve y esplendor. Como ejemplo, la Entrada Cristiana, que rompió moldes, y cuando siempre se piensa que es en la Entrada Mora donde más cabe el esplendor y la imaginación, ha quedado claro que lo mismo puede suceder en la Cristiana.

Además de registrar el consabido lleno de todos los años, en esta ocasión tuvieron un participante más, y por descontado no esperado, la lluvia. Antes de iniciarse la escenificación, parecía iba a desaparecer, pero no fue así, y continuó bien patente en la segunda Embajada.

Pero no deslució en absoluto y todo se desarrolló como estaba previsto. Eso sí, con una mayor presencia de festeros que en las embajadas precedentes, que le confirieron una mayor vistosidad a la escenificación, tanto en una como en otra. Como novedad, el debut de Cristóbal Manzaneque como Rey En Jaume, muy puesto en su papel, tras ese acuerdo de ir concediendo el papel a personas que han sido elementos destacados en el curso de los años en estas celebraciones festeras de Moros y Cristianos, que ya se implantó el pasado año.

Los parlamentos (en castellano y valenciano), la lucha, las izadas de banderas, los himnos, el castillo de fuegos artificiales y la ya cotidiana presencia de la embajada de Jaca, además de otras personalidades, que se llevarán un grato recuerdo de estas escenificaciones. / G. ORTS