La vivienda afectada (i), junto a la piscina cubierta. :: MATÍAS SEGARRA

Ocho años entre turbinas y motores

El Síndic de Greuges pide al Ayuntamiento que actúe contra una piscina cubierta que imposibilita la vida normal a una familia

ALBA M. GARCÍA

Domingo, 1 de noviembre 2015, 00:32

El Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana remitió recientemente un escrito al Ayuntamiento en el que expresa que ya es la tercera vez que se dirige al consistorio por la denuncia de una vecina de Elche, en concreto María Luisa Alemañ. El organismo de la Generalitat requiere a los responsables municipales para que adopten las medidas necesarias, entre ellas el cierre del local, para solucionar los ruidos y vibraciones que producen los motores de las turbinas y depuradora de una piscina cubierta situada en la calle Antonio Pascual Quiles, que desde hace más de ocho años está sufriendo diariamente la denunciante.

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La afectada asegura que a causa de la fuerte depresión que padece por los ruidos, «tuve que dejar mi puesto de trabajo y me costó la separación de mi pareja». Desde su domicilio, en la planta baja, se pueden escuchar las conversaciones de los monitores y las clases que imparten, así como los chapoteos en el agua de la piscina.

Conforme va pasando el tiempo, la hora clave para que comience la «fiesta» en casa de Marisa es a partir de las 15.30 horas, hasta el cierre del recinto. A la música a todo volumen se suman a los ruidos y vibraciones de las máquinas y, para más inri, los gritos de algún monitor.

Tras reiteradas denuncias en el Ayuntamiento, «muchísimos informes policiales», varias auditorías y visitas al local y a la casa de Marisa, la afectada asegura que técnicos municipales encontraron en el sótano una trampilla de la que no se había hablado en ningún momento y que no figura en el plano del recinto. Tras pasar esa entrada, descubrieron «que allí se encontraban las máquinas, que están pegadas al pasillo de la vivienda».

María Luisa afirma que «estos ruidos han hecho que durmamos todos en el salón, como un tetris. Tenemos que ver de qué forma nos colocamos en el sofá para dormir». Aparte de esta incomodidad, añade, «mi hija mayor no puede estudiar, no podemos hacer una vida normal». Además, recalca que su hija padece desde entonces unas fuertes «arritmias, migrañas y ansiedad».

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Tras «cuatro años duros de lucha», María Luisa ha conseguido que quiten el hilo musical gracias a un informe elaborado por un equipo universitario de la UMH, que midió la contaminación acústica que se producía dentro de la casa, exceptuando el ruido de las máquinas.

Tras la dimisión de la concejal de mercados, Purificación Vives, Marisa tiene la intención de verse con el nuevo concejal, Carlos Sánchez, en las próximas semanas, según le han confirmado desde el Ayuntamiento. Mientras, como afirma la afectada, tendrá que seguir yendo a la Concejalía de Aperturas y a la OMAC en busca de nueva información del recinto porque «cambia periódicamente de nombre». Desde el establecimiento denunciado rehusaron comentar el tema con este periódico.

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