Tortazos imperiales
Gaspar Macià
Domingo, 22 de noviembre 2015, 11:58
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Gaspar Macià
Domingo, 22 de noviembre 2015, 11:58
«Cerca de Notre Dame/ a veces surge un drama./ Sí, pero en París/ todo tiene arreglo./ La esperanza florece/ en el cielo de París». Canción 'Sous le ciel de Paris' (1951).
No solo porque lo diga el redivivo Rajoy con insistencia en esta procelosa precampaña, ni porque lo reafirme Montoro con su gesto entre adusto y socarrón, que no sabes si habla en serio o gasta una broma. Las cosas van mejorando y, pese a las amenazas que llegan desde desiertos remotos y cercanas montañas, los gobernantes tratan de que la ciudadanía quede impregnada de ese mensaje y se acuerde de ellos el 20D. Una señal inequívoca de este favorable devenir de la situación en general es que vamos a tener de nuevo iluminadas las laderas del río con luces de Navidad. Una costumbre instaurada por el socialista Alejandro Soler y que Mercedes Alonso suprimió, no porque no compartiese el sentimiento 'nadalenc' de su predecesor, sino por una cuestión de ahorro. En contraprestación, la alcaldesa colocó en la Plaça de Baix un gigantesco árbol con miles de lucecitas, para que no la acusaran de cargarse el ancestral espíritu de la Navidad. Así que este año el tripartito echa la casa por la ventaja y aumenta las bombillas multicolores en las calles, plazas y laderas de la ciudad y algunas pedanías. Pero todo al mismo precio que cuando gobernaba el PP, algo más de 18.000 euros. Un 'más por menos' en toda regla, porque los populares no eran los únicos que sabían hacerlo. Pero ahora los del PP no están para lucecitas, sino que en vista de que el gobierno plural y multicolor no se mueve ni para atrás ni para adelante, aseguran, han presentado un plan para dinamizar la economía y crear empleo con nada menos que 80 medidas, todas empíricamente comprobadas y certificadas con la experiencia que les dio los cuatro años de gobierno. Es lo que toca. Se ha convertido ya en una tradición, aunque todavía de corto recorrido, que el principal grupo de la oposición presente, a poco de comenzar el mandato, sus propuestas de mejora de las condiciones económico-laborales de la ciudadanía. Y con las mismas, que el gobierno de turno lo rechace a las primeras de cambio. ¿Es que no hay nada aprovechable, una o dos medidas al menos entre las 80?, se preguntará, cariacontecido, Luis Ángel Mateo. Por supuesto que sí, como las había en el plan que los socialistas en la oposición presentaron al gobierno popular en la anterior corporación. Pero es lo que toca. Bastante tienen ya en el tripartito con entenderse entre ellos y negociar sus propuestas como para meterse ahora a estudiar otras de fuera, sean del PP, Ciudadanos o Partido de Elche. Aunque en estos dos últimos casos, alguna que otra idea se admitirá, por aquello de estar a buenas con los vecinos por si tienes que pedirles un poco de sal o un limón. O turrón.
Porque ahora que la instalación del alumbrado nos conduce irremediablemente hacia esas entrañables fechas, hay quien sigue recordando que cierta persona del gobierno local dijo que otra cierta persona del idem no se comería el típico dulce navideño si seguía actuando como estaba actuando esa otra persona y no le hacía ni caso a la primera persona de la parte contratante. Y a punto ha estado de no degustar dicho manjar dentro del tripartito precisamente la persona que lanzó tal advertencia, aunque queda aún más de un mes para cantar villancicos y tocar la zambomba, por lo que no hay nada descartado. Las maniobras de aproximación entre el PSOE de Carlos González y el Ciudadanos de Tormo/Caballero proliferan en intensidad y regularidad, por aquello de explorar universos paralelos, y aunque de momento no van a aflorar por mor de la campaña electoral, tras el 20D podrían materializarse en una 'entente cordiale' aunque guardando las distancias. Compromís por el momento mantiene su perfil nacionalista en modo avión para favorecer el acercamiento, aunque antes tendrá que superar algunos autos de fe de C's , como lo de abrazar la unidad de España verdadera. González parece (ya digo, parece) haber agotado la paciencia con Supercristina, aunque no lo exprese ni lo manifieste -excepto cuando va al baño- y tras cinco meses compartiendo los menesteres de gobierno ha podido comprobar, él y los suyos (además de Compromís, por mucho que Mireia Mollà acuda en auxilio de la portavoz de Ilicitanos), que sus formas de trabajar no van al unísono. Cuando no es un comentario faltón o inoportuno -o ambas cosas- en las redes, es alguna orden que firma sin conocimiento de sus socios ni del alcalde. Como la decisión de desalojar a DYA de las dependencias municipales y no prorrogar el servicio de ambulancias y personal que presta esta ONG, para sacarlo a concurso. Una decisión personal que ha activado las alarmas hasta en el 112, y eso que están acostumbrados a las emergencias. Se quejan no pocos socialistas que @CMR va por libre y que su empeño en solucionar cuantos entuertos observa en derredor (incluso los que no lo son), causa algo más que dolores de cabeza a sus socios y a los que coge por delante. Seguimos a por el turrón. O mejor, la torta (imperial, claro).
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