¿Sueño o soñarrera?

«Aún no sé qué estaba esperando / y mi tiempo corría rápidamente». 'Changes' (1972), canción de David Bowie.

Sale el popular Luis Ángel Mateo, esquela en mano, anunciando la muerte de la inversión y el crecimiento económico en el municipio por la inactividad del tripartito, y el día siguiente el alcalde Carlos González le da un zas en toda la boca anunciando la ampliación del Parque Empresarial en medio millón de metros cuadrados. Evidentemente, no se preparó una operación de tal envergadura en un día como réplica 'ad hoc' al exresponsable de empresa y empleo en el equipo de Mercedes Alonso. Pero lo parecía. El PP viene insistiendo en que el gobierno plural no impulsa la economía local y que estos siete meses de trabajo efectivo del ejecutivo no se han caracterizado precisamente por la presentación de proyectos de futuro; ni siquiera de presente. Con el nuevo presupuesto aprobado y el recién incorporado a la cohabitación ya instalado en su cuarto, hora es de empezar a demostrar qué recetas tiene el ejecutivo. Por eso, al alcalde se le vio contento -no era para menos- haciendo el anuncio de la ampliación del suelo industrial público. No fue lo mismo que su anterior comparecencia institucional, cuando con la misma solemnidad pero menos alegría (aunque sí más alivio) anunció el mes pasado que desmembraba el tripartito, echando a su integrante más díscola. Eran otros tiempos, tan cercanos pero también tan lejanos, tanto que parecen como de otra legislatura, de tan tranquila como está ahora la gobernanza.

La ampliación del parque de Torrellano-Saladas vuelve a poner el foco de atención en el mayor logro económico de las anteriores corporaciones, que a la vez es el éxito más relumbrante del municipio en su proyección exterior. Si esta actuación ha sido un puntazo total, ¿por qué aventurarse con algo nuevo, de imprevisible futuro?, debieron preguntarse los gobernantes locales. Así que se ha optado por lo más razonable, económico y rápido: seguir ampliando la zona industrial torrellanense, ahora hacia el norte. El desarrollo de esa nueva área permitirá, además exigir de nuevo al ministerio, Generalitat o similar, el acceso directo desde la autovía, una vieja reclamación del ayuntamiento y el medio millar largo de empresas asentadas en la zona. Ya hemos visto un primer movimiento de calado hacia la proyección futura del municipio. El alcalde, con una sonrisa de oreja a oreja, anunció tras la rueda de prensa que habrá otras buenas noticias en los próximos días, algo en lo que asintieron sus acompañantes en tan estelar momento, la portavoz del trigobierno, Patricia Macià, y el concejal del tema urbanístico, José Manuel Sánchez. Y si no, ya preparará Mateo otra esquela para que espabilen.

La segunda parte de esta cuestión que nos ocupa hoy es: muy bien, más suelo, pero ¿para qué y para quién? No es baladí la pregunta, porque entra en el meollo de lo que se llama proyecto de futuro o planificación estratégica, y que se resume en: ¿Qué quiere Elche ser de mayor? ¿Apostamos por potenciar la industria? Y en este supuesto, ¿seguimos a tope con el calzado y sus actividades conexas o impulsamos la diversificamos aprovechando el 'know how' (vamos, la experiencia) de nuestros empresarios? ¿Impulsamos también, de paso, los servicios y el turismo? ¿Y dónde metemos el I+D+i que emerge de la UMH, de su Parque Científico, y del CEEI? Esta semana, preparando un reportaje sobre unos estudiantes suecos y alemanes que visitan la ciudad dentro de un proyecto Erasmus+ con el IES Cayetano Sempere, busqué en Wikipedia el lugar de procedencia de varios de estos alumnos: Lulea, una ciudad de clima subártico con 75.000 habitantes en la costa noreste de Suecia. Dice la web: «Las bases de la economía de Lulea son una mezcla de industria, investigación, educación, comercio y servicios. Los diversos programas y cursos de la Universidad Técnica de Lulea [la primera del país en su campo, anoto] han atraído en estos últimos años a numerosas compañías multinacionales, que instalan sus oficinas cerca de la facultad, así como a estudiantes de todas partes del mundo que bajo el programa Erasmus acuden a estudiar a la ciudad». Gracias a esto, de este enclave nórdico han salido importantes adelantos e hitos tecnológicos: la primera llamada GSM (1989), el estándar VDSL (2000-2007), los protocolos de radio RDS, DAB, DARC (1992-1997); los Living Labs (2001), servicio europeo líder en banco de pruebas con 6.000 usuarios; la capa de transporte en HDTV para telefonía (1996), el software de GPS en teléfonos móviles (2005); OFDM, la base para 4G (1990-2006) y hasta un algoritmo para enrutamiento (1997) que lleva el nombre de la ciudad... Y yo me pregunto, y pregunto al respetable: ¿Puede aspirar Elche a convertirse en la Lulea del sur? Abundando en esta línea estratégica: la revista 'Tentaciones' de 'El País' publicó hace unos días un reportaje titulado '¿Silicon Valley? No, Elche Valley'. En él se hablaba de algunas iniciativas exitosas surgidas en el seno de la UMH a cargo de antiguos alumnos, como las gafas Hawkers, los robots emocionales de Aisoy o los cohetes lanzasatélites de PLD Space... La importancia de este y otros artículos similares es que ya se tiene la percepción desde fuera de que algo nuevo y excitante está pasando en Elche. Pero la cruda realidad es que detrás de la difusión de estas y otras iniciativas que levantan la admiración en los foros donde se exponen, se esconden aún muchas penurias económicas, cabezazos contra los muros burocráticos y muy pocos apoyos tanto oficiales como privados para desarrollarlas. ¿Puede aspirar Elche a ser una nueva Lulea? ¿O el Silicon Valley español? Puede, aunque queda mucho, mucho por hacer. De momento, va a haber suelo para quien apueste por ello. Solo el tiempo y una caña (o dos) dirán si era un sueño realizable o simplemente una soñarrera.

PD. Aprovechemos que tenemos aquí aún a los simpáticos jóvenes luleenses para que nos desvelen los secretos del éxito de su ciudad. Y a tomar nota.