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Llegada del ferrocarril a Elche en 1884. :: ELCHE.ME

Orígenes de la ciudad moderna

El ferrocarril, el declive agrícola y el inicio de la industria cambiaron la ciudad entre 1884 y 1903, según el libro del historiador Mariano Monge

Gaspar Macià

Lunes, 18 de abril 2016, 01:11

El 11 de mayo de 1884 tiene lugar un hecho trascendental en la historia de Elche: la llegada el ferrocarril. Un hito que coincide con una prolongada sequía que esquilmaba la agricultura, estancada desde hacía años, y que empujaba a los oligarcas locales a apostar por la incipiente industrialización textil y alpargatera. Además, en agosto de ese año se declara una epidemia de cólera que acaba con buena parte de la población y fuerza un nuevo diseño urbanístico de la ciudad bajo criterios de salud pública.

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Esas circunstancias, algunas favorables, otras trágicas, marcaron la transformación definitiva de la ciudad, que abandonó el Antiguo Régimen y entró en la modernidad. Así lo expone el doctor en Historia Contemporánea Mariano Monge Juárez (Elche, 1971) en su libro 'Agua, tierra y capital. La construcción de una ciudad contemporánea. Elche 1884-1903», publicado por la Cátedra Pedro Ibarra de la UMH y que su autor presentó en el salón de actos del Colegio de Abogados, junto al alcalde, Carlos González, y el director de la cátedra, Miguel Ors.

El libro es la primera parte de la tesis doctoral que Monge leyó en 2011. El historiador destaca que durante el siglo XIX la ciudad una etapa de estancamiento, tanto demográfico como social y económico. Es a partir de 1884 cuando empieza a producirse «un lento y progresivo proceso hacia la contemporaneidad». Será una transformación «relacionada con la agricultura y la gestión del agua y la llegada del ferrocarril, que conecta a Elche con los mercados europeos».

El historiador apunta que en esa época «surge una nueva oligarquía en la ciudad. Son nuevos ricos que suceden a los antiguos y que invierten las rentas que produce la tierra en la industria de la alpargata». Una nueva actividad industrial se ve impulsada «por las facilidades que trae el ferrocarril para el transporte de mercancías». Así, de una ciudad «básicamente agraria, que estaba incluso surcada por acequias descubiertas, se pasa a una ciudad urbana, con nuevas formas de vida y de economía que trae el proceso de industrialización y las fábricas de Heliodoro Vidal, Ferrández, Ripoll...».

Otro punto de inflexión en esta transformación urbana lo constituye la epidemia de cólera de 1884. «Vemos entonces la respuesta de la ciudad para que no vuelva a ocurrir algo así». Surge un nuevo trazado urbanístico, «atendiendo a la salud pública», se crea «una nueva plaza en el corazón urbano, la Glorieta», y el mercado «se transforma y se ordena, siguiendo los mismos criterios». Esta transformación, apunta Mariano Monge, «va pareja a un cambio social y Elche no volverá a sufrir ninguna epidemia hasta la de gripe de 1916, como en toda Europa».

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Como consecuencia de la industrialización, se produce un crecimiento demográfico. «Elche deja de ser una ciudad que produce emigrantes a recibirlos desde Castilla, Andalucía, Murcia, la Vega Baja... y se transforma en una ciudad moderna», apunta Monge. Aún así, no pierde su carácter agrario. «En 1884 se hablaba en la prensa de conseguir que la granada fuera la naranja ilicitana, una aspiración que sigue de actualidad actualmente», añade el historiador.

Monge apunta que el colofón al proceso modernizador de la ciudad llega en 1903, con la huelga de alpargateros. Un conflicto que produce «un enconado enfrentamiento entre un barrio proletario, el Raval, y la Vila, ocupada por la oligarquía. Una ruptura entre la ciudad de los fabricantes y la de los obreros, que se mantendrá hasta la guerra civil».

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La alpargata, «mina de oro»

A partir de este conflicto, Monge apunta que Elche «se convierte en una ciudad 'roja' y se feminiza con la aparición de organizaciones feministas, constituidas y controladas por mujeres».

La transformación demográfica y económica de la ciudad en esa época se ve impulsada por la proliferación de fábricas. «La industria de la alpargata fue una mina de oro. Es un producto barato y fácil de colocar en los mercados a través del ferrocarril». Fruto de ese crecimiento nace la primera institución financiera local, la Caja de Ahorros de Elche y todo ello hace posible «el salto a una ciudad al estilo catalán, basando su desarrollo en industrias con mano de obra barata, lo que producirá una proletarización de los trabajadores».

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También llegan a la ciudad otros avances como la electricidad, producida con saltos de agua a cargo de empresas con capital ilicitano. «Aquí se pasa de utilizar los molinos de agua a la electrificación, sin pasar por el carbón para producir vapor. La ciudad se salta esa etapa en el proceso que siguen otros países en la industrialización», añade Monge.

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