Urgente Llega la borrasca Martinho: Aemet prevé más lluvias y fuertes rachas de viento en la Comunitat en los próximos días

«-Qué casual que casualmente pasen tantas casualidades». Dr. Hackenbush (Groucho Marx) en 'Un día en las carreras' (1937).

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No acaban de arrancarle al tripartito los grandes proyectos que lleva entre manos, queriendo o no. Por si no fuera bastante con el embolado del Mercado Central, que ahí sigue a la espera del enésimo informe y con los placeros y la empresa bufando, prestos a embestir por vía judicial, ahora llega la orden de paralización del hotel de Arenales por parte del Servicio Territorial de Costas. Aducen los responsables de la salvaguarda marítimo-costera (lo que queda por salvaguardar) que como se han hecho trabajos no autorizados, es decir, no contemplados en la licencia, paran las obras. No sea que acabe convirtiéndose en otro Algarrobico ('Garroferet' en versión autóctona). Lo curioso del caso es que no han sido los inspectores del departamento ministerial quienes han advertido las irregularidades 'motu proprio', sino que se han percatado de ellas tras haber recibido sendas denuncias de una asociación de consumidores de Alicante y de un particular, que resulta ser un funcionario del Ayuntamiento de Elche con un largo y proceloso historial de pleitos, solo o en compañía de otro, contra su propio consistorio, algunos compañeros de función pública, políticos y hasta alcaldes (que le pregunten a Diego Macià), además de ser objeto él mismo de varios expedientes disciplinarios, uno de ellos todavía en curso por, supuestamente, dedicarse a sus asuntos privados de letrado en Alfàs del Pi en su horario laboral municipal. Siempre es de agradecer el celo profesional de los trabajadores públicos hacia los asuntos de interés general, aunque algunos no lo apliquen a su propio proceder. A todo esto, el Ayuntamiento, advertido por los mismos conductos, hizo también sus propias inspecciones y, tras detectar las anomalías, le ha pedido explicaciones a la empresa. Pero aquí quien lleva la voz solista es el organismo costero. En cualquier caso, el tema está abierto, con las alegaciones, proyectos modificados y demás artilugios administrativos, y la amenaza de sanciones y/o paralización de un proyecto que tanto anhelaban ver en marcha los vecinos de la pedanía. Y todo por dos o tres tabiques que se han derribado de más, según la empresa para garantizar la seguridad de los trabajadores y del proyecto en sí, ya que el estado del edificio es mucho peor del que se pensaba. Esas modificaciones se tenían que haber comunicado antes a Costas y al Ayuntamiento, y una vez autorizadas, ejecutarlas, para evitar lo que ha pasado. Eso es lo que marca la ley y el recto proceder administrativo. La empresa argumenta que la urgencia de las actuaciones, por el grave deterioro del edificio, no permitía parar los trabajos y esperar a la autorización. Vale, pero es lo que hay.

La cuestión es que mucha gente, en su 'ignorantia iuris', se pregunta: ¿que problema hay en que se tiren unos tabiques de más en un edificio que se está rehabilitando íntegramente de arriba a abajo? Y más, persisten los mismos individuos, tratándose de un ruinoso edificio en el que el sentido común (que no la legislación vigente) daba a entender que lo más sensato era demolerlo en su totalidad y construirlo de nuevo; eso sí, respetando al milímetro su actual volumetría, tipología, geomorfología y hasta otorrinolaringología, si se tercia. Probablemente no hay graves problemas estructurales ni medioambientales ni de servidumbre aérea, pero no estaban en el proyecto. Y los denunciantes, que según parece, se conocen al dedillo los planos y la marcha de los trabajos, han avisado de la cosa no cuadra, gracias, al parecer, a una vista tipo Superman capaz de atravesar la espesa lona que rodea la fachada urbana. En cualquier caso, hay que decir a esa gente que piensa así (que la cosa no es para tanto) que, como muy bien apuntó el concejal del tema urbanístico, José Manuel Sánchez, la Administración no puede hacer la vista gorda ante las infracciones urbanísticas en la costa. Perfecto. Llegados a este punto, es de esperar que se resuelva el asunto de modo satisfactorio (para el interés general) y puedan reanudarse y acabarse las obras. Por supuesto, dentro de la legalidad y el derecho. Y el de la empresa para ejecutar su proyecto está respaldado por varias sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo en 15 años.

Bien, pues mientras seguimos atentos a lo que pase con el hotel y expectantes ante la perspectiva, nada desdeñable, de que las fuerzas del lado oscuro se ciernan de nuevo sobre el inmueble, hay otros temas de esta semana que no debemos perder de vista. El primero es que Ximo Puig está buscando piso en Elche. Viniendo como viene cada semana (esta próxima también aparecerá por aquí, según anuncian, en plan campaña socialista), le sale más a cuenta alquilar un estudio o algo así. Aunque también se baraja habilitar como aposento para el President una estancia en la torre de la Calahorra, con lo que se ahorraría el alquiler, importe que se destinaría, por ejemplo, a las personas necesitadas. Ya lo dice el alcalde: Elche ahora cuenta. Para el Consell, porque para la Diputación sigue contando menos que Orihuela, Benidorm o Torrevieja. En respuesta a ese agravio histórico provincial, el tripartito aprobó en el Pleno, con el apoyo de Caballero y sus ciudadanos, pedir la disolución de tan obsoletas y arbitrarias instituciones. Hala y hala. Con César Sánchez González no tiene nada que rascar, pero Puig sí que le respeta y honra a la ciudad como se merece. Prueba de ello es que ha reconocido la deuda histórica del Consell por los terrenos de la UMH y la pagará, no se sabe cuándo ni cómo, ni dónde ni cuánto, pero lo hará. Una legislatura de estas. En Valencia nuestra primera autoridad sí que siente cariño y comprensión. Quién lo iba a decir. En cambio, el alcalde no ha sentido el mismo aprecio en el Pleno con la decisión de un socio de gobierno, el Partido de Elche, de votar con el PP a favor de una moción en apoyo a la enseñanza concertada. JR Pareja se apresuró a declarar que él no es Cristina Martínez, y que puede seguir confiando, que no lo volverá a hacer más. Por el momento.

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