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Gaspar Macià
Domingo, 14 de agosto 2016, 01:20
Tras una corta pero fatal enfermedad, el viernes por la noche falleció a los 57 años Manuel Vicente Segarra Berenguer, uno de los escritores más destacados del panorama literario ilicitano de las dos últimas décadas, que también ejerció como periodista en varios medios locales y provinciales. Era hermano del fotógrafo de 'La Verdad' en Elche Matías Segarra. El sepelio se celebrará esta mañana, a las 10.30, en el tanatorio de L'Aljub.
Tras trabajar una temporada en el negocio familiar de joyería y en Correos, y cumplir el servicio militar, a mediados de los 80 comenzó a escribir, y esa afición le llevó a colaborar en el diario Elche, iniciando así una trayectoria periodística que le llevó por varios medios: Hoy, Torrevieja Semanal, Canal 39 TV Santa Pola, TeleElx, Radio Exprés Cadena Cope, Información, Punto Radio, Diario Metro, El Mundo... e hizo sustituciones en las agencias de prensa Efe y Europa Press, según los datos biográficos de la web elche.me.
Pero sus auténticas pasiones eran la literatura y la cultura clásica, que combinó durante su estancia en Pobladores de Elche, a los que se mantuvo vinculado hasta 2010. A partir de 1991 se lanzó a escribir obras de teatro que representaba la asociación, como 'La Gloria de Aquiles', correspondiente a un pasaje de la Ilíada y que poco después se convertiría en la novela 'Jinetes al amanecer' (2002). Otras obras escénicas de Manuel V. Segarra (que además intervenía como actor) fueron 'El fin de una era' y 'Kideia: el jardín de las alcachofas'.
Paralelamente fueron llegando otras novelas históricas, todas en la editorial alicantina ECU: 'La Princesa de las Sandalias' (2001), 'Acero del Rey' (2003), 'Cruces de Seda' (2006), 'La Reina Imposible' (2012) y la última, de relatos cortos, '¿Amor? ¡Los cojones amor!' (2014), en cuya segunda entrega estaba trabajando. También ha dejado inconclusa la tercera parte de la trilogía de capa y espada, y otros tres libros que escribía simultáneamente.
Su hermano Matías comentaba ayer cómo mientras mantuvo la conciencia, ingresado en el hospital, seguía desarrollando mentalmente historias y figurando que seguía escribiendo. Formaba parte también de tertulias literarias como El Picudo Blanco.
Hombre afable, ingenioso conversador, cordial y con un fino sentido del humor, Segarra deja una indudable huella en la literatura y el periodismo ilicitanos, además de un enorme hueco en su familia y las personas que le conocieron. Desde estas líneas nos sumamos al dolor de Matías y demás familiares.
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