J. C. F./EFE
Jueves, 28 de mayo 2015, 01:52
El anuncio de Alberto Fabra de que será el portavoz de los populares en el debate de investidura del nuevo presidente de la Generalitat provocó ayer una significativa reacción. Fuentes de la dirección nacional del PP mostraron su discrepancia con la posibilidad de que ese hecho se produzca. Con prácticamente un mes entero por delante, no es descartable que se puedan producir novedades.
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La dirección nacional del PP apuntó ayer que los congresos regionales del PP, todos ellos, se celebrarán después de las elecciones generales. Una manera como otra cualquiera de la calle Génova de avisar a los barones que habían anunciado la víspera su renuncia a continuar en el cargo de que el calendario de sus relevos lo decidía la dirección nacional, y no cada uno de ellos.
En la misma información que hace referencia a esos cónclaves, se indica que el partido apostará no obstante por reforzar las estructuras territoriales en aquellas direcciones regionales cuyos líderes han anunciado ya su intención de no seguir al frente del partido, como es el caso de Baleares, Aragón y la Comunitat Valenciana.
¿Y qué medidas se plantean? El citado reforzamiento consistiría, por ejemplo, en dar al secretario general regional las funciones del presidente -lo que requeriría complementar su equipo- o en elegir como portavoz de la oposición en el parlamento regional a otra persona que no sea el líder que ha anunciado su marcha, informa Efe.
La primera de las opciones tiene en el caso valenciano un matiz que podría considerarse significativo: Isabel Bonig no es secretaria general del partido, sino coordinadora general -llegó al cargo tras la salida de Serafín Castellano-. De manera que esa eventual propuesta de la dirección nacional podría tener sus matices.
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La otra 'recomendación' resulta más difícil de discutir. Que el presidente que va a dejar de serlo no sea la cara y la voz del partido, puesto que su mandato ya tiene fecha inmediata de finalización, resulta hasta de sentido común.
En este caso, el único inconveniente es el que hace referencia a ese análisis que sitúa al elegido -salvo que renunciara expresamente a ello- con ventaja de cara a la carrera sucesoria.
Todas las voces del PP valenciano consultadas ayer por este diario mostraron su discrepancia respecto al anuncio de Fabra de ejercer de portavoz en ese debate de investidura. «Es regalar el debate al futuro presidente. Fabra no puede defender su gestión después de haber sido zarandeado por las urnas. Si en ese debate queremos marcar nuestra posición de futuro, no lo puede protagonizar alguien que tiene fecha de caducidad», señaló una de esas fuentes. Ningún presidente de la Generalitat ha protagonizado como líder de la oposición un debate de investidura. En el ámbito nacional, el caso de Felipe González frente a José María Aznar en 1996 es la excepción.
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Durante el almuerzo que Fabra mantuvo el martes con Bonig y los barones provinciales, el aún presidente popular se limitó a anunciar que no optaría a la reelección. Pero no avanzó su intención de ser portavoz en el debate de investidura.
Otras fuentes consideraron que Fabra «ya está fuera de todo» y que en realidad será la dirección nacional, junto a las provinciales, la que va a asumir desde ahora el protagonismo. «Tendría que haber anunciado que no tomaría posesión del escaño, y que ya diría más adelante si se volvía a presentar a la reelección como presidente regional», consideró otra destacada voz de los populares.
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Bataller no se va
Por otro lado, el alcalde de Castellón en funciones y presidente local del PP, Alfonso Bataller, aseguró ayer que respeta «mucho» la decisión de Alberto Fabra de dejar la presidencia del PPCV en el próximo congreso, aunque insistió en que él no va a dimitir. Bataller explicó que los mensajes que ha tenido «avalan que hemos hecho las cosas bien en la ciudad y que el castigo que se ha sufrido ha sido un virus generalizado de desafección», y consideró que la corrupción en la Comunitat «ha aumentado un punto más esta pérdida de confianza de los ciudadanos en el PP». Bataller apostó por la autocrítica, aunque dijo que estos cuatro años la ha hecho todos los días.
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